jueves, 4 de agosto de 2016


DOMINGO 

XIX T.O. (C)

EVANGELIO
Lc 12, 32-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: [No temas, pequeño rebaño; porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino. Vended vuestros bienes, y dad limosna; haceos talegas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla.  Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.] Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas.  Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle, apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela: os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo.  Y si llega entrada la noche o de madrugada, y los encuentra así, dichosos ellos. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete.  Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre. [Pedro le preguntó: Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos? El Señor le respondió: ¿Quién es el administrador fiel y solicito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas?  Dichoso el criado a quien su amo al llegar lo encuentre por­tándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: «Mi amo tarda en llegar y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer beber y emborracharse; llegará el amo de ese criado el di y la hora que menos lo espera y lo despedazará, condenándolo la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra, recibirá muchos azotes;  el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá, al que mucho se le confió, más se le exigirá.]

REFLEXIÓN
¡Nos agobian tantas cosas! El trabajo, la salud, el prestigio, la familia, los planes... Vivimos con el alma en vilo, llenos de preocupaciones y miedos. Hoy Jesús, con entrañable ternura, nos invita a la confianza: "No temas, pequeño rebaño, porque nuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino". No se trata de negar los problemas y dificultades. Están ahí. Se trata de que Dios, nos ama tanto, que nos ha dado el tesoro de su  Amor, el Reino, y eso nos produce tal confianza, que no nos ahogan los problemas de cada día.

Si quieres liberarte de miedos, agobios y esclavitudes, no pongas la confianza en la riquezas, porque estarán sometidas al deterioro y a los vaivenes simbolizados en "los ladrones" y "la polilla", y tu vida será un “sin-vivir”. El tesoro, donde nuestro corazón ha de poner su confianza, es el Amor de Dios.

Vivir alerta, con la lámpara de la fe alumbrando el camino hacia la Vida, es la clave para enterarnos del amor del Padre y responderle con la adoración y la alabanza
 El evangelio nos invita a no desperdiciar los años en la improvisación del “ir tirando”. Con tres comparaciones Jesús nos enseña cómo debe ser de despierta y vigilante nuestra fe: 1. Como los que aguardan la vuelta de  su señor 2. Como el dueño que no sabe cuándo pueden venir los ladrones, 3. Como el administrador que debe estar preparado a rendir cuentas de su gestión en cualquier momento...Tener "ceñida la cintura y encendidas las lámparas", "como los que aguardan la vuelta del Señor" puede referirse a la venida última, gloriosa, de Cristo, pero también a nuestra muerte y también a la vida de cada día, en que se suceden ocasiones de encuentro con el Señor.

Entre la obsesión angustiada y miedosa y la despreocupación inconsciente existe un camino intermedio: la confiada y vigilante espera.
Secundino Martínez Rubio