EVANGELIO (Lc 11,13-21.)
“En aquel tiempo dijo uno del público a Jesús: -Maestro,
dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia. El le contestó: -Hombre,
¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros? Y dijo a la gente: -Mirad:
guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no
depende de sus bienes. Y les propuso una parábola: -Un hombre rico tuvo una
gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: ¿Qué haré? No tengo dónde almacenar la
cosecha. Y se dijo: «Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré
otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y
entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años:
túmbate, come, bebe y date buena vida». Pero Dios le dijo: «Necio, esta noche
te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?» Así será el que
amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.”
REFLEXIÓN
Le piden a Jesús que intervenga en una pelea familiar, por causa de
una herencia. Jesús no interviene en la
pelea concreta, pero va al fondo del
asunto y nos previene contra la raíz de esas disputas y discusiones familiares:
la codicia. Por eso, dice: “-Mirad:
guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no
depende de sus bienes”. La experiencia confirma estas palabras,
Para explicarlo Jesús
utiliza una parábola: el rico necio que ha equivocado el
enfoque de su vida al poner la felicidad en acumular riquezas.
Los proyectos soñados por el hombre de la parábola se ven
bruscamente interrumpidas por una referencia incómoda a su muerte inminente: «Necio, esta noche te van a exigir la vida.
Lo que has acumulado, ¿de quién será?» El tema de la muerte le
trastoca sus futuros proyectos.
Si miramos nuestra vida con la perspectiva de la muerte, nos
veremos obligados a revisar nuestras prioridades. Cuando muramos ¿qué nos
llevamos de esta vida? Lo que nos acompañará, más allá de las fronteras de la
muerte, es el amor que hayamos vivido, el afecto que hayamos expresado, la
generosidad que hayamos tenido.
El Evangelio de hoy no es un rechazo de los bienes materiales.
Jesús no condena la riqueza. Simplemente critica a quienes hacen del dinero su
dios y que están dispuestos a ponerlo por encima de todo: Dios, familia,
amigos, conciencia…
Tenemos que pensar cuál es nuestra escala de valores y en la que
estamos educando a las nuevas generaciones. Porque: “aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes” Vivir,
no es acumular, tener y disfrutar, vivir es otra cosa.
Secundino Martinez Rubio