jueves, 21 de julio de 2016

DOMINGO XVII T.O.(C)

EVANGELIO Lc 11,1-13
“Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.» Él les dijo: «Cuando oréis decid: `Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación'.» Y les dijo: «Si alguno de vosotros tiene un amigo y viene durante la medianoche para decirle: `Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle.' Y, desde dentro, el otro le responde: `No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados: no puedo levantarme para dártelos.' Si el otro insiste llamando, yo os digo que si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite. Pues así os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide, recibe; quien busca, halla; y al que llama, se le abre. ¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?»

REFLEXIÓN


El Evangelio de hoy, que nos habla de la oración, tiene dos partes. En la primera parte, Jesús nos enseña la oración del Padrenuestro; en la segunda parte, propone una parábola en la que nos indica  cuál debe ser el estilo de nuestra comunicación con Dios.
El Padrenuestro es la expresión de un nuevo tipo de relación con Dios. Consta de dos partes unidas: la primera parte hace referencia a Dios: su nombre, su reino, su voluntad; la segunda parte hace referencia a nuestra situación concreta: el pan, el perdón, la tentación, el mal
Padre nuestro:   Comenzamos dirigiéndonos a Dios con palabras de cercanía y confianza: Padre. Y decimos Padre “nuestro”. Al decir “nuestro” expresando nuestra comunión con todos los seres humanos, que somos sus hijos.

Primera parte de alabanza a Dios: tres peticiones:

“Santificado sea tu nombre”, es decir, tu presencia santa, sea bendecida y reconocida por todos.
“Venga tu reino”, es decir,  que tu soberanía amorosa, alcance a todos los pueblos.
Hágase tu voluntad: Que cumplamos tu voluntad, esto es, que tu plan de salvación inunde nuestra vida entera.

Segunda parte mirando a nuestra situación: cuatro peticiones:
Danos hoy nuestro pan de cada día. Esta petición nos remite a algo real, tan palpable y necesario para el hombre como es el pan, el alimento que le pedimos al Padre para poder vivir. Se trata además de una petición dinámica: pedimos pan, trabajamos diariamente por él, lo compartimos,  y celebramos todos juntos la fiesta del Pan recordando así a Jesús, su venida a la tierra y su paso entre los hombres. Pedimos el sustento y la satisfacción de las necesidades básicas, sin pretender llenarnos de bienes superfluos y con el deseo de compartir con los otros lo que somos y tenemos. Cuando pedimos el pan, también nos referimos al alimento eucarístico, pan de vida que sacia nuestros anhelos más profundos.
Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Se supera una visión de Dios vengador de las ofensas recibidas, y se presenta un Dios misericordioso que perdona a sus hijos que han pecado. También se modifican las relaciones sociales que habían sido construidas sobre  el principio del “ojo por ojo y diente por diente”, invitando a una convivencia inspirada en la reconciliación.
“No nos dejes caer en la tentación”. Es un reconocimiento de nuestra debilidad que fácilmente puede hacernos perder nuestras convicciones y relaciones. Pedimos la fidelidad en la prueba o en las múltiples pruebas a las que somos sometidos (eso es lo que significa “tentación”); que la tentación mala no nos sacuda violentamente.
“Líbranos del mal”. Reconocemos que el camino de la vida está lleno de obstáculos y pedimos a Dios que nos acompañe en el camino para no caer en las múltiples trampas que nos amenazan.

UNA PARÁBOLA ILUMINADORA

 Al Padrenuestro se le añade una parábola inspirada en lo que sucede entre los hombres, entre amigos y entre  padres e hijos. Es una invitación a la confianza y a la  perseverancia en la oración.

·   La enseñanza que nos queda es que el amigo tendrá respuesta a su necesidad gracias a su insistencia.
·  Hay que “pedir”, “buscar”, “llamar” con la seguridad de que “se recibe lo que se pide”, “se encuentra lo que se busca”, “se abren las puertas cuando se llama”.
      Esta insistencia se alimenta de una confianza sin límites.

Que el evangelio de hoy  nos ayude a descubrir toda la riqueza del Padrenuestro y nos ayude a establecer una relación con Dios nuestro Padre basada en la confianza.
Secundino Martínez Rubio

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