lunes, 27 de abril de 2015
domingo, 26 de abril de 2015
DOMINGO
DEL BUEN PASTOR
Pastor, que con tus
silbos amorosos
me despertaste del profundo sueño;
tú, que hiciste cayado de ese leño
en que tiendes los brazos poderosos:
vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño,
y la palabra de seguir empeño
tus dulces silbos y tus pies hermosos.
Oye, Pastor, que por amores mueres,
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendidos eres;
espera, pues, y escucha mis cuidados.
Pero, ¿cómo te digo que me esperes,
si estás para esperar los pies clavados?
me despertaste del profundo sueño;
tú, que hiciste cayado de ese leño
en que tiendes los brazos poderosos:
vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño,
y la palabra de seguir empeño
tus dulces silbos y tus pies hermosos.
Oye, Pastor, que por amores mueres,
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendidos eres;
espera, pues, y escucha mis cuidados.
Pero, ¿cómo te digo que me esperes,
si estás para esperar los pies clavados?
Lope de Vega
jueves, 23 de abril de 2015
DOMINGO IV
DE PASCUA (B)
Evangelio Jn 10,11-18
En aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos: Yo soy el buen
Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es
pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y
el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan
las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me
conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por
las ovejas.
Tengo además otras ovejas que no son de este redil; también
a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo
Pastor. Por eso me ama el Padre: porque yo entrego mi vida para poder
recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder
para entregarla y tengo poder para recuperarla. Este mandato he recibido del
Padre.
Reflexión
El Buen Pastor
En un contexto de
polémica, con los representantes religiosos de Israel, Jesús, se aplica la
imagen bíblica de Dios, pastor de su pueblo (Ez 34, 11-31) y se presenta como
el Buen Pastor.
La palabra clave de
evangelio de hoy es "VIDA".
Jesús puede DAR VIDA (=salvar)
porque está dispuesto a DAR LA VIDA (=morir).
Jesús es el Buen Pastor que da Vida
porque entrega la Vida. Los responsables religiosos de Israel no
pueden dar vida porque no arriesgan la suya. Para ellos la religión no es
cuestión de vida, sino de leyes.
Dar vida, para Jesús, es el cumplimiento de la misión recibida del Padre: "Yo he venido para que tengan vida y para que la
tengan abundante"(Jn 10,10) Toda la misión de Jesús tiene esta
finalidad: dar vida. Por eso, la entrega de su vida no es un mero accidente, sino consecuencia de
asumir voluntariamente esa misión: "Nadie
me la quita, sino que yo la entrego libremente" (v. 18).
Hay pastores y asalariados.
Muchos pretenden
guiarnos en la vida, señalar el camino, pero hay mucho asalariado que sólo le interesa el salario, no las
ovejas. Gente que no da vida porque
no quiere arriesgar la suya.
Jesús ofrece una regla
de discernimiento elemental: los falsos pastores se dan a conocer en el momento
en que toca arriesgar la vida por
las ovejas. Y… sin llegar a tanto: cuando se pone en cuestión el futuro
profesional, la cartera, la imagen, la fama, los votos y… por ahí, los falsos
pastores prefieren ponerse a salvo antes
que salvar. Cuando ven las orejas al
lobo, huyen sin arriesgar nada. No les importan las ovejas, les importan
solamente sus propios intereses, “y el
lobo hace estrago y las dispersa”. Jesús da vida, porque arriesga y entrega
la vida, porque le importan las personas,
porque ama, y no solo le interesan los
problemas de la gente, sino la gente que tiene problemas. ¡Y no es lo mismo!
A Jesús, Buen Pastor,
“le importan las ovejas”, y
por eso cuida y vela por su rebaño. “Conoce”
personalmente a cada una de sus ovejas por su nombre y ellas le conocen. Tengo además otras ovejas que no son de este redil; también a
ésas las tengo que traer,...”, Jesús no está hablando sólo de las ovejas que hay en el
redil (=el pueblo judío), sino que su preocupación por dar vida alcanza a toda la humanidad. Su proyecto es universal y su
corazón abarca a todos los hombres.
Nuestra tarea: Dar vida dando la vida
Nuestra
tarea, como seguidores del buen Pastor, es dar vida entregando nuestra vida y
es tarea de todos, no sólo de los sacerdotes. Todos deberíamos sentir la
preocupación del Buen Pastor por las ovejas que andan en un sin-vivir y
acercarlas a Jesús para que puedan tener vida abundante: Vida humana digna en
primer lugar: atender las necesidades básicas de todos: comida,
enseñanza, trabajo, sanidad… todo lo que permite una vida digna. Y , además de vida humana digna, y "porque no solo de pan vive el hombre" , hemos de ofrecer la vida eterna: que es
la vida del Eterno «Esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, oh Padre, y
al que enviaste, Jesucristo» (Jn 17,3).
Todos somos responsables de que a todas las vidas
llegue la VIDA y
en abundancia. Vivir partiéndonos y repartiéndonos para que la Vida, con
mayúsculas, llegue a todas las personas que experimentan cada día la privación:
sin techo, sin familia, sin cariño, sin sentido, sin derechos sociales, sin
justicia, sin paz, sin tener la vida eterna que la vida del Eterno en nosotros.
¡Feliz día del Señor!
Secundino Martinez Rubio
lunes, 20 de abril de 2015
26 de abril de 2015 En el día del Buen Pastor, IV Domingo de Pascua, la Iglesia celebra dos Jornadas con referencia explícita a la vocación de especial consagración.
¡Qué bueno caminar contigo! Un
lema que expresa el gozo y la alegría de ponerse en camino al encuentro con
Dios y con los demás.
OBJETIVOS
Orar al Dueño de la mies para
que siga enviando muchos obreros a su Iglesia, y para darle gracias por las
vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada que actualmente se forman en
seminarios y noviciados en todo el mundo.
Suscitar en los jóvenes disposiciones adecuadas para
escuchar la llamada de Dios y disponibilidad para cumplir su voluntad.
Promover entre los fieles una
eficaz colaboración con la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol, que atiende
las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada en los territorios de
misión.
Obtener fondos y ayudas económicas para el sostenimiento
y la formación de estas vocaciones, a través de la financiación de “Becas de
estudio”.Para ello haremos la colecta
viernes, 17 de abril de 2015
DOMINGO III
DE PASCUA (B)
Evangelio Lc 24,35-48
En aquel tiempo contaban
los discípulos lo que les había acontecido en el camino y cómo reconocieron a
Jesús en el partir el pan. Mientras hablaban, se presentó Jesús en medio de sus
discípulos y les dijo: -Paz a vosotros.
Llenos de miedo por la
sorpresa, creían ver un fantasma. El les dijo: -¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué
surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en
persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos,
como veis que yo tengo.
Dicho esto, les mostró
las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían
atónitos, les dijo: -¿Tenéis ahí algo que comer?
Ellos le ofrecieron un
trozo de pez asado. El lo tomó y comió delante de ellos.
Y les dijo: -Esto es lo
que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de
Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí, tenía que cumplirse.
Entonces les abrió el
entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: -Así estaba escrito: el
Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre
se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos,
comenzando por Jerusalén.
Reflexión
Los discípulos estaban
reunidos, escuchando lo que les había acontecido a dos miembros de la comunidad
que se dirigían a Emaús y cómo habían reconocido a Jesús en el partir el pan. Pero,
el grupo no acababa de aceptar el anuncio de la resurrección. Tiene miedo y
sigue encerrado. Y en estas se aparece Jesús que confirma su identidad y
después la misión de los discípulos
La aparición de
Jesús los asusta, los deja desconcertados y atemorizados, creen ver un
fantasma; ¿Por qué os alarmáis? ¿Por qué surgen dudas en vuestro interior?
Pregunta Jesús, y les confirma su
identidad: “Ved mis manos y mis pies: soy
yo mismo. Y se lo demuestra comiendo con ellos
Lo primero que llama la
atención es el saludo: “Paz a vosotros”. El miedo, impide reconocer a Jesús. Pero
Él trae la paz y la alegría a nuestro interior. Su presencia en medio de la
comunidad serena las incertidumbres, pone luz en las oscuridades y señala el
horizonte hacia el cual avanzar.
Hemos de confesarlo,
nosotros tenemos muchas dudas. Dudas sobre el mundo y su bondad; dudas sobre
las personas; dudas sobre uno mismo: sobre el sentido de la propia vida, de la
propia tarea... En fin…, a veces nos surgen dudas sobre Dios y su plan. Y tenemos
muchos miedos: miedo a la enfermedad, a la vejez, al conflicto y la ruptura con
los nuestros, al fracaso profesional, a la soledad… y detrás de todos esos
miedos, agazapado, el miedo a la muerte.
El proceso para dejar
atrás las dudas y los miedos y experimentar el gozo, pasa por Jesús. Nuestra
vida cristiana tiene que estar profundamente centrada y radicada en Él. Pero, no
hay que confundir la paz del Resucitado como con una barita mágica que haga
desaparecer los problemas y dolores de la existencia. No; las dificultades
subsisten, pero la presencia del Resucitado nos da fuerza para asumirlas, sabiendo que el Señor
está junto a nosotros. Las “cañadas oscuras” de la
vida hemos de atravesarlas, pero no solos ¡Tú vas conmigo! Pues bien, Cristo
resucitado, nos repite como a aquellos apóstoles atemorizados: ¡Paz a vosotros! ¿Por qué os alarmáis? ¿Por
qué surgen dudas en vuestro interior? ¡¡Soy yo!! Es preciso tener
experiencia del encuentro con Cristo resucitado para caminar sin dudas cuando seguimos
su camino de crucificado. Y es preciso mirar las marcas del crucificado que
garantizan que el Resucitado no es un fantasma.
¿Qué efecto tuvo esta experiencia sobre los Apóstoles? Nos
dice el evangelista Lucas: “Entonces les
abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras”. Abrir el entendimiento significa
comprender que toda la historia de Israel encuentra su sentido en la pasión,
muerte y resurrección de Jesucristo, donde Dios ha cumplido todo su plan de
salvación y lo ha cumplido de un modo misterioso que supera todos nuestros
cálculos humanos. La Palabra de Dios es importante, pero insuficiente si no
conduce al acontecimiento, al sacramento.
Los discípulos reconocen a Jesús
al partir el pan.
Hoy nos sentimos cerca de los Apóstoles, pues también
nosotros navegamos en un mar de dudas y miedos. Pidamos al Señor Resucitado que
su presencia instale en nuestro
corazón la paz pascual, que el Señor resucitado nos abra el entendimiento para comprender las Escrituras y lo
reconozcamos al partir el pan en la
Eucaristía.
Secundino Martínez Rubio
miércoles, 8 de abril de 2015
DOMINGO
II DE PASCUA (B)
Evangelio Lc 20, 19-31
Al anochecer de aquel día, el día primero
de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por
miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: Paz a
vosotros. Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos
se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: Paz a vosotros. Como el
Padre me ha enviado, así también os envío yo. Y dicho esto, exhaló su aliento
sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los
pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan
retenidos. Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos
cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: Hemos visto al Señor. Pero
él les contestó: Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el
dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo. A
los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó
Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: Paz a vosotros.
Luego dijo a Tomás: Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela
en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Contestó Tomás: ¡Señor mío y
Dios mío! Jesús le dijo: ¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que
crean sin haber visto. Muchos otros signos, que no están escritos en este
libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que
creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis
vida en su Nombre.
Reflexión
El Evangelio de hoy
insiste en que Jesús, a pesar de la incredulidad de los apóstoles, mantiene una
presencia real en la comunidad reunida, particularmente en la celebración
eucarística del domingo, el primer día de la semana.
“Al anochecer… estaban…
con las puertas cerradas, por miedo a los judíos”. El miedo los tiene
paralizados. Se han reunido para encerrarse. Rumiando el fracaso. Quieren pasar
desapercibidos, no llamar la atención. El miedo es fruto de su inseguridad, de
su falta de fe en Jesús resucitado. A veces nosotros tenemos esa misma actitud.
Vivimos «al anochecer», «con las puertas cerradas», llenos de «miedo»,
replegados, ocultos, sin dar testimonio. Encerrados. Sólo la presencia del
Resucitado nos dará la firmeza y la alegría necesaria en medio de la hostilidad
del mundo.
“Y en esto entró Jesús,
se puso en medio”. Es la experiencia de la resurrección. Entró Jesús y la noche
se hizo día. Las puertas se abrieron. El miedo salió temblando. Se renovaron.
Es el milagro de la Pascua. Los acobardados se llenan de audacia, los tristes
se encienden de gozo, los desencantados se entusiasman, los desunidos logran
una profunda comunión. Resucitan.
Les dijo: Paz a vosotros.
La
paz es el don del Resucitado, es una realización del Crucificado; Es la paz que
brota del sacrificio de Jesús que nos reconcilia con Dios con los demás y con
nosotros mismos.
Les enseñó las manos y el
costado. El resucitado es el mismo que murió en la cruz. Por eso les muestra
las manos y el costado. Las heridas de Jesús se convierten en su tarjeta de
identidad.
"Y los discípulos se
llenaron de alegría al ver al Señor". La tristeza se convierte
en alegría. La alegría es el sentimiento fundamental de la fe pascual.
Y les dijo:"Como el Padre me ha enviado, así
también os envío yo". Nace una comunidad de enviados, de
misioneros, que debe anunciar a todos la buena noticia del amor de Dios. Un
amor que no puede fracasar, como lo ha demostrado resucitando a Jesús de entre
los muertos. El Señor nos invita a ser testigos de ese amor.
"Sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el
Espíritu Santo". El Espíritu Santo, es descrito de la misma forma que el don
de la vida que Dios comunicó al hombre en sus orígenes (Gn 2,7: "Sopló en sus narices aliento de vida y
resultó el hombre un ser viviente") La Pascua es una nueva
creación. El Espíritu nos comunica la vida.
A quienes les perdonéis los pecados, les
quedan perdonados; El fruto de la obra redentora de Jesús es, en primer
lugar, el perdón.
Tomás… no estaba con ellos. Y los otros le
decían: Hemos visto al Señor. Pero él les contestó: Si no veo… no lo creo. Jesús no puede ser visto
ni reconocido fuera de la comunidad reunida en su nombre (Mt 18,20).
“A los ocho días estaban otra vez dentro los
discípulos, y Tomás con ellos". Es la reunión de comunitaria del
domingo,"día del Señor”, en el que experimentamos de una manera más
intensa la presencia del Resucitado. Cada domingo podemos decir que se nos
"aparece" Jesús, también a nosotros, en nuestra reunión eucarística.
No sólo recordamos que resucitó en este día, sino celebramos su presencia,
aunque no le veamos.
Trae tu dedo, aquí tienes
mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino
creyente…¡Señor mío y Dios mío! es un espléndido acto de fe de Tomás que unido a
la comunidad reconoce al Señor.
Dichosos los que crean sin haber visto. Porque lo definitivo, no es ver, sino amar. Sólo el amor puede
hacer que veamos y creamos. Necesitamos que el Señor se haga
presente y debemos reconocerlo por tres signos: la donación de la paz (hay que desterrar los conflictos), el soplo creador (hay que infundir
aliento de vida) y los estigmas de Jesús
(el sufrimiento por los otros es huella redentora).
Secundino Martínez Rubio
miércoles, 1 de abril de 2015
El viernes lo mataron, el jueves se entregó
JUEVES SANTO: VIDA ENTREGADA
Jueves Santo es el pórtico y sustrato del triduo Pascual. En la última Cena Jesús,
anticipa y perpetúa sacramen-talmente el sacrificio de su inmediata Pasión y
Muerte. El viernes lo mataron, el jueves se entregó. La Santa Cena, introducida
por el lavatorio de los pies y prolongada en Getsemaní, es la pasión
anticipada. La libertad de Jesús se anticipa a asumir la muerte impuesta el
viernes. Antes de que le sea arrebatada en la cruz, la vida del Señor es
libremente entregada por amor.
Es el día
del amor, el día en que Jesús nos amó
hasta extremo. Para salvar al mundo no escogió el camino del poder o la fuerza,
escogió el camino del amor entregado hasta el martirio. En el mandato nuevo: ¡que
os améis como yo os he amado! nace nuestra caridad y se fundamenta en esta
caridad suprema
La institución de la Eucaristía perpetúa el memorial de su sacrificio bajo los signos
de pan y vino, es decir, el sacramento de su Cuerpo entregado y su Sangre derramada por nosotros. “Haced esto en conmemoración mía” y, por
ello, nosotros anunciamos la muerte de Cristo y proclamamos su Resurrección
hasta que vuelva.
Institución
el Sacerdocio mediante el cual Jesús “eligió con amor de hermano, a
hombres del pueblo de Dios para que participen de su sagrada misión. Esos son los
sacerdotes: presencia sacramental de Cristo Cabeza y Pastor. Que nadie se
equivoque ¡despojados de ropajes, de rodillas, con toalla y palangana y … a
lavar los pies. ¡Como el Maestro!
En la Santa Cena Jesús
pregunta a los suyos ¿Comprendéis lo que he hecho
con vosotros? ¿Lo
comprendemos nosotros? Es luminoso el Jueves Santo.
S.M.R.
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