domingo, 26 de abril de 2015


DOMINGO 

DEL BUEN PASTOR

Pastor, que con tus silbos amorosos
me despertaste del profundo sueño;
tú, que hiciste cayado de ese leño
en que tiendes los brazos poderosos:

vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño,
y la palabra de seguir empeño
tus dulces silbos y tus pies hermosos.

Oye, Pastor, que por amores mueres,
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendidos eres;

espera, pues, y escucha mis cuidados.
Pero, ¿cómo te digo que me esperes,
si estás para esperar los pies clavados?


Lope de Vega 

jueves, 23 de abril de 2015

DOMINGO IV
DE PASCUA (B)

Evangelio Jn 10,11-18 

En aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos: Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo además otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por eso me ama el Padre: porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla. Este mandato he recibido del Padre.

Reflexión

El Buen Pastor
En un contexto de polémica, con los representantes religiosos de Israel, Jesús, se aplica la imagen bíblica de Dios, pastor de su pueblo (Ez 34, 11-31) y se presenta como el Buen Pastor.
La palabra clave de evangelio de hoy es "VIDA". Jesús puede DAR VIDA (=salvar) porque está dispuesto a DAR LA VIDA (=morir). Jesús es el Buen Pastor que da Vida porque entrega la Vida. Los responsables religiosos de Israel no pueden dar vida porque no arriesgan la suya. Para ellos la religión no es cuestión de vida, sino de leyes.
Dar vida, para Jesús,  es el cumplimiento de la misión recibida del Padre: "Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan abundante"(Jn 10,10) Toda la misión de Jesús tiene esta finalidad: dar vida. Por eso, la entrega de  su vida no es un mero accidente, sino consecuencia de asumir voluntariamente esa misión: "Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente" (v. 18).

Hay pastores y asalariados.
Muchos pretenden guiarnos en la vida, señalar el camino, pero hay mucho asalariado que sólo le interesa el salario, no las ovejas. Gente que no da vida porque no quiere arriesgar la suya.
Jesús ofrece una regla de discernimiento elemental: los falsos pastores se dan a conocer en el momento en que toca arriesgar la vida por las ovejas. Y… sin llegar a tanto: cuando se pone en cuestión el futuro profesional, la cartera, la imagen, la fama, los votos y… por ahí, los falsos pastores prefieren ponerse a salvo antes que salvar. Cuando ven las orejas al lobo, huyen sin arriesgar nada. No les importan las ovejas, les importan solamente sus propios intereses, “y el lobo hace estrago y las dispersa”. Jesús da vida, porque arriesga y entrega la vida,  porque le importan las personas, porque ama,  y no solo le interesan los problemas de la gente, sino la gente que tiene problemas. ¡Y no es lo mismo!
A Jesús, Buen Pastor, “le importan las ovejas”, y por eso cuida y vela por su rebaño. “Conoce personalmente a cada una de sus ovejas por su nombre y ellas le conocen. Tengo además otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer,...”, Jesús no está hablando sólo de las ovejas que hay en el redil (=el pueblo judío), sino que su preocupación por dar vida alcanza a toda la humanidad. Su proyecto es universal y su corazón abarca a todos los hombres.

Nuestra tarea: Dar vida dando la vida

Nuestra tarea, como seguidores del buen Pastor, es dar vida entregando nuestra vida y es tarea de todos, no sólo de los sacerdotes. Todos deberíamos sentir la preocupación del Buen Pastor por las ovejas que andan en un sin-vivir y acercarlas a Jesús para que puedan tener vida abundante: Vida humana digna en primer lugar: atender las necesidades básicas de todos: comida, enseñanza, trabajo, sanidad… todo lo que permite una vida digna. Y , además de vida humana digna, y "porque no solo de pan vive el hombre" , hemos de ofrecer la vida eterna: que es la vida del Eterno «Esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, oh Padre, y al que enviaste, Jesucristo» (Jn 17,3).
Todos somos responsables de que a todas las vidas llegue la VIDA y en abundancia. Vivir partiéndonos y repartiéndonos para que la Vida, con mayúsculas, llegue a todas las personas que experimentan cada día la privación: sin techo, sin familia, sin cariño, sin sentido, sin derechos sociales, sin justicia, sin paz, sin tener la vida eterna que la vida del Eterno en nosotros.
¡Feliz día del Señor!

Secundino Martinez Rubio

lunes, 20 de abril de 2015


26 de abril de 2015 En el día del Buen Pastor, IV Domingo de Pascua, la Iglesia celebra dos Jornadas con referencia explícita a la vocación de especial consagración.

¡Qué bueno caminar contigo! Un lema que expresa el gozo y la alegría de ponerse en camino al encuentro con Dios y con los demás.

OBJETIVOS

Orar al Dueño de la mies para que siga enviando muchos obreros a su Iglesia, y para darle gracias por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada que actualmente se forman en seminarios y noviciados en todo el mundo.

Suscitar en los jóvenes disposiciones adecuadas para escuchar la llamada de Dios y disponibilidad para cumplir su voluntad.

Promover entre los fieles una eficaz colaboración con la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol, que atiende las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada en los territorios de misión.

Obtener fondos y ayudas económicas para el sostenimiento y la formación de estas vocaciones, a través de la financiación de “Becas de estudio”.Para ello haremos la colecta



viernes, 17 de abril de 2015

DOMINGO III 
DE PASCUA (B)

Evangelio Lc 24,35-48

En aquel tiempo contaban los discípulos lo que les había acontecido en el camino y cómo reconocieron a Jesús en el partir el pan. Mientras hablaban, se presentó Jesús en medio de sus discípulos y les dijo: -Paz a vosotros.
Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. El les dijo: -¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: -¿Tenéis ahí algo que comer?
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. El lo tomó y comió delante de ellos.
Y les dijo: -Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí, tenía que cumplirse.
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: -Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.

Reflexión
Los discípulos estaban reunidos, escuchando lo que les había acontecido a dos miembros de la comunidad que se dirigían a Emaús y cómo habían reconocido a Jesús en el partir el pan. Pero, el grupo no acababa de aceptar el anuncio de la resurrección. Tiene miedo y sigue encerrado. Y en estas se aparece Jesús que confirma su identidad y después la misión de los discípulos

La aparición de Jesús los asusta, los deja desconcertados y atemorizados, creen ver un fantasma; ¿Por qué os alarmáis? ¿Por qué surgen dudas en vuestro interior?  Pregunta Jesús, y les confirma su identidad: “Ved mis manos y mis pies: soy yo mismo. Y se lo demuestra comiendo con ellos

Lo primero que llama la atención es el saludo: “Paz a vosotros”. El miedo, impide reconocer a Jesús. Pero Él trae la paz y la alegría a nuestro interior. Su presencia en medio de la comunidad serena las incertidumbres, pone luz en las oscuridades y señala el horizonte hacia el cual avanzar.

Hemos de confesarlo, nosotros tenemos muchas dudas. Dudas sobre el mundo y su bondad; dudas sobre las personas; dudas sobre uno mismo: sobre el sentido de la propia vida, de la propia tarea... En fin…, a veces nos surgen dudas sobre Dios y su plan. Y tenemos muchos miedos: miedo a la enfermedad, a la vejez, al conflicto y la ruptura con los nuestros, al fracaso profesional, a la soledad… y detrás de todos esos miedos, agazapado, el miedo a la muerte.

El proceso para dejar atrás las dudas y los miedos y experimentar el gozo, pasa por Jesús. Nuestra vida cristiana tiene que estar profundamente centrada y radicada en Él. Pero, no hay que confundir la paz del Resucitado como con una barita mágica que haga desaparecer los problemas y dolores de la existencia. No; las dificultades subsisten, pero la presencia del Resucitado nos da  fuerza para asumirlas, sabiendo que el Señor está junto a nosotros. Las “cañadas oscuras” de la vida hemos de atravesarlas, pero no solos ¡Tú vas conmigo! Pues bien, Cristo resucitado, nos repite como a aquellos apóstoles atemorizados: ¡Paz a vosotros! ¿Por qué os alarmáis? ¿Por qué surgen dudas en vuestro interior? ¡¡Soy yo!! Es preciso tener experiencia del encuentro con Cristo resucitado para caminar sin dudas cuando seguimos su camino de crucificado. Y es preciso mirar las marcas del crucificado que garantizan que el Resucitado no es un fantasma.

¿Qué efecto tuvo esta experiencia sobre los Apóstoles? Nos dice el evangelista Lucas: “Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras”. Abrir el entendimiento significa comprender que toda la historia de Israel encuentra su sentido en la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, donde Dios ha cumplido todo su plan de salvación y lo ha cumplido de un modo misterioso que supera todos nuestros cálculos humanos. La Palabra de Dios es importante, pero insuficiente si no conduce al acontecimiento, al sacramento. Los discípulos reconocen a Jesús al partir el pan.

Hoy nos sentimos cerca de los Apóstoles, pues también nosotros navegamos en un mar de dudas y miedos. Pidamos al Señor Resucitado que su presencia instale en nuestro corazón la paz pascual, que el Señor resucitado nos abra el entendimiento para comprender las Escrituras y lo reconozcamos al partir el pan en la Eucaristía.

Secundino Martínez Rubio


miércoles, 8 de abril de 2015

DOMINGO
II DE PASCUA (B)

Evangelio Lc 20, 19-31
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos. Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: Hemos visto al Señor. Pero él les contestó: Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo. A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Contestó Tomás: ¡Señor mío y Dios mío! Jesús le dijo: ¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto. Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su Nombre.

Reflexión
El Evangelio de hoy insiste en que Jesús, a pesar de la incredulidad de los apóstoles, mantiene una presencia real en la comunidad reunida, particularmente en la celebración eucarística del domingo, el primer día de la semana.
“Al anochecer… estaban… con las puertas cerradas, por miedo a los judíos”. El miedo los tiene paralizados. Se han reunido para encerrarse. Rumiando el fracaso. Quieren pasar desapercibidos, no llamar la atención. El miedo es fruto de su inseguridad, de su falta de fe en Jesús resucitado. A veces nosotros tenemos esa misma actitud. Vivimos «al anochecer», «con las puertas cerradas», llenos de «miedo», replegados, ocultos, sin dar testimonio. Encerrados. Sólo la presencia del Resucitado nos dará la firmeza y la alegría necesaria en medio de la hostilidad del mundo.
“Y en esto entró Jesús, se puso en medio”. Es la experiencia de la resurrección. Entró Jesús y la noche se hizo día. Las puertas se abrieron. El miedo salió temblando. Se renovaron. Es el milagro de la Pascua. Los acobardados se llenan de audacia, los tristes se encienden de gozo, los desencantados se entusiasman, los desunidos logran una profunda comunión. Resucitan.
Les dijo: Paz a vosotros. La paz es el don del Resucitado, es una realización del Crucificado; Es la paz que brota del sacrificio de Jesús que nos reconcilia con Dios con los demás y con nosotros mismos.
Les enseñó las manos y el costado. El resucitado es el mismo que murió en la cruz. Por eso les muestra las manos y el costado. Las heridas de Jesús se convierten en su tarjeta de identidad.
"Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor". La tristeza se convierte en alegría. La alegría es el sentimiento fundamental de la fe pascual.
Y les dijo:"Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo". Nace una comunidad de enviados, de misioneros, que debe anunciar a todos la buena noticia del amor de Dios. Un amor que no puede fracasar, como lo ha demostrado resucitando a Jesús de entre los muertos. El Señor nos invita a ser testigos de ese amor.
"Sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo". El Espíritu Santo, es descrito de la misma forma que el don de la vida que Dios comunicó al hombre en sus orígenes (Gn 2,7: "Sopló en sus narices aliento de vida y resultó el hombre un ser viviente") La Pascua es una nueva creación. El Espíritu nos comunica la vida.
 A quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; El fruto de la obra redentora de Jesús es, en primer lugar, el perdón.
Tomás… no estaba con ellos. Y los otros le decían: Hemos visto al Señor. Pero él les contestó: Si no veo… no lo creo. Jesús no puede ser visto ni reconocido fuera de la comunidad reunida en su nombre (Mt 18,20).
“A los ocho días estaban otra vez dentro los discípulos, y Tomás con ellos". Es la reunión de comunitaria del domingo,"día del Señor”, en el que experimentamos de una manera más intensa la presencia del Resucitado. Cada domingo podemos decir que se nos "aparece" Jesús, también a nosotros, en nuestra reunión eucarística. No sólo recordamos que resucitó en este día, sino celebramos su presencia, aunque no le veamos.
Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente…¡Señor mío y Dios mío! es un espléndido acto de fe de Tomás que unido a la comunidad  reconoce al Señor.
Dichosos los que crean sin haber visto. Porque lo definitivo, no es ver, sino amar. Sólo el amor puede hacer que  veamos y creamos.  Necesitamos que el Señor se haga presente y debemos reconocerlo por tres signos: la donación de la paz (hay que desterrar los conflictos), el soplo creador (hay que infundir aliento de vida) y los estigmas de Jesús (el sufrimiento por los otros es huella redentora).
Secundino Martínez Rubio

miércoles, 1 de abril de 2015



 El viernes lo mataron, el jueves se entregó



JUEVES SANTO: VIDA ENTREGADA


Jueves Santo es el pórtico y sustrato del triduo Pascual. En la última Cena Jesús, anticipa y perpetúa sacramen-talmente el sacrificio de su inmediata Pasión y Muerte. El viernes lo mataron, el jueves se entregó. La Santa Cena, introducida por el lavatorio de los pies y prolongada en Getsemaní, es la pasión anticipada. La libertad de Jesús se anticipa a asumir la muerte impuesta el viernes. Antes de que le sea arrebatada en la cruz, la vida del Señor es libremente entregada por amor.

Es el día del amor, el día en que Jesús nos amó hasta extremo. Para salvar al mundo no escogió el camino del poder o la fuerza, escogió el camino del amor entregado hasta el martirio. En el mandato nuevo: ¡que os améis como yo os he amado! nace nuestra caridad  y se fundamenta en esta caridad suprema

La institución de la Eucaristía perpetúa el memorial de su sacrificio bajo los signos de pan y vino, es decir, el sacramento de su Cuerpo entregado y  su Sangre derramada por nosotros. “Haced esto en conmemoración mía” y, por ello, nosotros anunciamos la muerte de Cristo y proclamamos su Resurrección hasta que  vuelva.

Institución el Sacerdocio mediante el cual  Jesús “eligió con amor de hermano, a hombres del pueblo de Dios para que participen de su sagrada misión. Esos son los sacerdotes: presencia sacramental de Cristo Cabeza y Pastor. Que nadie se equivoque ¡despojados de ropajes, de rodillas, con toalla y palangana y … a lavar los pies. ¡Como el Maestro!

En la Santa Cena Jesús pregunta a los suyos ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? ¿Lo comprendemos nosotros? Es luminoso el Jueves Santo.

S.M.R.
 


























Rectángulo redondeado: Mañana nos volveremos a reunir para celebrar la Pasión y Muerte del Señor  A LAS 18:00 H