jueves, 31 de enero de 2019


DOMINGO IV  T.O.(C)

EVANGELIO Lc 4,21-30

En aquel tiempo comenzó Jesús a decir en la sinagoga: Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.
Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios. Y decían: ¿No es éste el hijo de José?
Y Jesús les dijo: Sin duda me recitaréis aquel refrán: «Médico, cúrate a ti mismo»: haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaum.
Y añadió: Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado más que Naamán, el sirio.
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

REFLEXION

El evangelio de este domingo es continuación del que fue proclamado la semana pasada; Jesús ha leído en la sinagoga de Nazaret un texto de Isaías que proclama una buena noticia a los pobres, ciegos, prisioneros, oprimidos y anuncia el año de gracia del Señor. Cuando termina, dice: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír». ¿Cómo reaccionará el auditorio a estas palabras? Es lo que se dice en el evangelio de hoy, que tiene tres momentos: primero: la reacción, positiva de la gente: ”todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios”;  segundo: las dudas planteadas por la gente:” (¿No es éste el hijo de José?) y la respuesta de Jesús; El tercer momento es el rechazo frontal de Jesús por sus paisanos:“todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo”

¿A que se debió este rechazo tan fuerte? Jesús había recortado la lectura del texto de Isaías. Sólo leyó lo que se refería al año de gracia. Omitió lo de: “el día en que nuestro Dios nos vengará de nuestros enemigos”. Decir que Dios nos ama a todos le parece bien a la gente. Pero, cuando ese todos incluye a los no judíos, o a los pecadores, a los que, según ellos, no se lo merecen, la cosa cambia; y comienzan a criticar el mensaje y a desacreditar al mensajero. Por eso, la admiración se cambió en rechazo.

Jesús quiere que sus paisanos caigan en la cuenta de que “ser hijos de Israel”, o ser paisanos o parientes suyos, no supone ningún privilegio. Es más, eso puede ser un arrogante obstáculo para acoger la salvación que Dios regala ¡gratis! La viuda fenicia de Sarepta y Naamán el sirio, dos extranjeros, considerados como “gentuza para algunos “israelitas fieles”,  recibieron una salvación que no se dio a otros del pueblo elegido. Y eso es lo que no podían aceptar: que Dios diese su favor a paganos que no pertenecen al  pueblo elegido. Para sus oyentes, esas  palabras de Jesús les resultan inaceptables. Pero Jesús dice que la oferta de la salvación es universal; caen las fronteras levantadas por el judaísmo. Ellos esperaban un liberador que pusiese las cosas en su sitio: que castigase a los enemigos, que trajese la venganza contra los pecadores; Por eso no aceptan lo que dice Jesús. No aceptan ni  el mensaje, ni el mensajero, que universaliza la salvación.

Pero, el Dios de Jesús tiene el corazón de Padre y quiere a sus hijos por ser hijos, no por sus méritos, y precisamente quiere más a los que más lo necesitan, aunque sean los que menos lo merezcan. Con Él peligran los privilegios por ser pueblo elegido; con Él entran en el “banquete  del Reino” la gente de los caminos, y los de siempre pueden quedarse fuera; ante El los cumplidores orgullosos no tienen más derechos que el publicano humilde. Se desvive por la oveja perdida y  no se limita a las noventa y nueve cumplidoras; con este  Dios los publicanos y  prostitutas tienen derecho al Reino, e incluso pueden llevar la delantera, como decía Jesús. Paga lo mismo a quien ha trabajado una hora, que a los que han trabajado toda la jornada, porque todos tienen que comer; para este Dios no cuenta si eres judío de raza, sacerdote o levita o ¡samaritano!, lo que cuenta es que ayudes al caído en el camino…
 
 ¡Nunca lo entendieron! Ni aceptan que Jesús esté ungido por el Espíritu, ni aceptan su mensaje. Hoy no consiguen echarle mano, pero, al final, terminó pagando caro su atrevimiento.

Nosotros tenemos que meditar despacio todo esto, y preguntarnos si ese que predicaba Jesús, es el Dios de nuestra fe y nuestra vida: el Dios del amor misericordioso,  incondicional, universal, gratuito.  .
Feliz domingo
SMR


jueves, 24 de enero de 2019

DOMINGO III T.O. (C)

EVANGELIO Lc 1,1-4.4,14-21

Ilustre Teófilo: Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la Palabra. Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto describírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
 En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea, con la fuerza del Espíritu, y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan. Fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, des enrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor».
 Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba, y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: - Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.

REFLEXIÓN
En el Evangelio de hoy vemos a Jesús en Nazaret, su pueblo, donde se había criado. Fue a la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y salió a  hacer la lectura. Jesús mismo  eligió  y leyó un pasaje del profeta Isaías para hacer su propia presentación y  el programa de su misión.

Después de leer el texto de Isaías, Jesús lo comenta con una sola frase: "Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír". Dice el Evangelio que la gente "tenía los ojos fijos en él". ¿Qué podemos nosotros descubrir hoy si fijamos nuestra atención en él? Pues nos daríamos cuenta de lo que Jesús dijo en la sinagoga de su pueblo y nos repite hoy:

* Jesús se siente ungido por el Espíritu de Dios“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido.”. Por eso, le llamamos Cristo, es decir, Ungido, y, por eso sus seguidores nos llamamos cristianos = ungidos. La unción remite a la relación con Dios. La vida entera de Jesús está impulsada, conducida y orientada por el aliento, la fuerza y el amor de Dios, su Espíritu. ¿Es esa fuerza la que impulsa conduce y orienta nuestra vida de cristianos?

* Además de Ungido Jesús se siente enviado: “Me ha enviado para dar la Buena Noticia a lospobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos”. La misión remite a la relación con el mundo. Si fijamos la atención en Jesús nos daremos cuenta que a Jesús le preocupa el sufrimiento de la gente, y destaca cuatro grupos de personas: los pobres, los cautivos, los ciegos, los oprimidos. En un mundo de injusticias, Dios no puede ser neutral, estará siempre al lado de los pobres para hacerles justicia. Por eso la llegada de Jesús es Buena Nueva para ellos. Jesús vive dedicado a liberar a las personas de toda clase de esclavitudes. Los cautivos lo sienten como liberador de sufrimientos, opresiones y abusos; losciegos lo ven como luz que libera del sinsentido y la desesperanza; los oprimidos lo reciben como gracia y perdón.

Esa es la gran tarea gran tarea de Jesús ¡y la nuestra! Tendríamos que preguntarnos ¿Lo que hacemos y decimos los cristianos es captado como «Buena Noticia» por los pobres y sufrientes?

* Añade Jesús que ha sido enviado“…Para anunciar el año de gracia del Señor”. Jesús omitió del texto de Isaías la alusión al “día del desquite, –o de la venganza - de nuestro Dios” Con Jesús no viene el Dios Justiciero. Con Él llega  el Dios del amor y la misericordia. ¿Vivimos y anunciamos al Dios de Jesús de gracia y  misericordia, o seguimos en el Dios del desquite?

Así resumió Jesús su programa. En la Iglesia no tenemos otro. ¡Asumirlo no es consecuencia  de una opción ideológica! sino exigencia del Espíritu que, igual que a Jesús, nos sigue ungiendo para anunciar la Buena Noticia a los pobres.
¡Feliz domingo!
SMR

jueves, 17 de enero de 2019


DOMINGO II T.O.(C)
EVANGELIO Jn 2,1-11 
En aquel tiempo había una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados  a la boda. Faltó en vino y la madre de Jesús le dijo: «No les queda vino» Jesús le contestó: “Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.». Su madre dijo a los sirvientes: -Haced lo que él    diga.  
 Había allí seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de cien litros cada una. Jesús les dijo: «Llenad las tinajas de agua.» Y las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó: «Sacad ahora llevádselo al mayordomo.» Ellos lo llevaron.  El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían  pues habían sacado el agua) y entonces llamó al novio y le dijo: «Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú en cambio has guardado el vino bueno hasta ahora.» Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y  creció la fe des sus discípulos en él. Después bajó a Cafarnaún con su madre y sus hermanos y sus discípulos, pero no se quedaron allí muchos días.

REFLEXIÓN
Jesús comenzó sus SIGNOS convirtiendo el agua en vino en una boda. El Evangelio de Juan no habla de "milagros", les llama siempre "signos. No quiere que nos quedemos en lo prodigioso, sino en el significado profundo. Los signos ofrecen la clave para comprender la misión salvadora de Jesús. 

No es una casualidad que la primera aparición pública de Jesús sea en una fiesta de bodas. Este Cristo no se vincula a la revuelta social que defienden los celotas, ni se vincula al culto del templo  que esperaban los saduceos, no se centra en la ley como suponían los fariseos. Este Cristo empieza en una boda, en la alegría de la fiesta de la vida con el vino mejor. El vino era un símbolo de la alegría y del amor. Si en la vida falta la alegría y falta el amor, ¿Qué queda?

El signo nos dice que con Cristo ha llegado el tiempo de las bodas, de la fiesta, de la alegría. Se acabó el tiempo de andar a “pan y agua”. Con Jesús llega el vino nuevo del Reino.

 Por cierto, siempre decimos Bodas de Caná, cuando en realidad era una boda sola, ¿o será que el texto habla de más bodas? En el Antiguo Testamento, la alianza de Dios con su Pueblo se ha presentado muchas veces con la imagen de una boda. Nos lo ha recordado la primera lectura de Isaías que presenta la alianza como un verdadero desposorio: “Ya no te llamarán ‘Abandonada’…a ti te llamarán ‘Mi favorita’, y a tu tierra desposada… Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyo”. El signo de Caná también nos habla de ese pacto de amor, de esa boda, de Dios en Alianza antigua,  en la que como en la Boda de Caná, faltaba el vino.
La Madre de Jesús fue la primera en darse cuenta de la falta de vino. Allí están las tinajas para las purificaciones que manda la ley. Pero vino no hay.
Pero aparece un nuevo pacto, una nueva alianza, una nueva boda de Dios con su pueblo. Y Jesús es el verdadero novio que ha venido a desposarse con la humanidad. Es el Hijo de Dios que ha venido a restablecer la Alianza de amor con nosotros. El convertirá el agua de la Antigua Alianza en vino bueno de Alegría.

No estamos abandonados. Dios ha restablecido la alianza de amor con la humanidad. Y, a esta boda de Dios con la humanidad en su Hijo, todos estamos invitados ¿No te la estarás perdiendo? Dios ama a la Humanidad y a cada uno como un enamorado. Pero mucha gente, y a nosotros también nos pasa, no nos damos cuenta que estamos de boda. Es decir, de fiesta, de alegría ¿Te lo crees? Porque mucha gente cree que esto de ser cristiano es andar a “pan y agua”. Y lo de Jesús es fiesta y con vino

Muchas veces nos falta el “vino” de la ilusión y la alegría y nos vemos ante la dificultad, como los novios de Caná. Y aunque tengamos de todo, si falta el vino de la salvación que trae Jesús, se nos acaba la fiesta, se acaba la salvación.

Hoy el Evangelio nos muestra:
Que ni la humanidad, ni cada uno de nosotros, estamos abandonados.
Que Dios nos ama y nos invita a la fiesta de su amor. 
Que Jesús, el Hijo de Dios, es la presencia del Dios que nos ama con locura.
Que a veces se nos acaba el vino. Pero, si hacemos lo que Jesús nos diga, como aconsejó la Virgen a los sirvientes, si ponemos a su disposición el agua pobre y sencilla de nuestra vida, el Señor la convertirá en el vino nuevo de la alegría salvadora.
Por cierto ¿Cómo andas de vino?
Feliz domingo!!!
SMR


sábado, 12 de enero de 2019

FIESTA DEL BAUTISMO 
DEL SEÑOR-
EVANGELIOLc 3,15-16.21-22 

En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías él tomó la palabra y dijo a todos: -Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará con Espíritu Santo y fuego.
En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: -Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto.

REFLEXIÓN

La fiesta del Bautismo del Señor, cierra el ciclo litúrgico de Navidad. Es otra epifanía. Otra manifestación de lo que significa Jesús.

Antes de comenzar su vida pública, Jesús acude al río Jordán a ser bautizado por Juan y allí es proclamado ante el pueblo judío como el “Hijo amado de Dios”, el “predilecto” y cuyo estilo será el de siervo. Su vida mostrará, paso a paso, el caminar de Dios entre nosotros, para ser lo que anunciaba el profeta Isaías en la primera lectura: "alianza de un pueblo, luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión y de la mazmorra a los que habitan en las tinieblas".

En primer lugar, en el Bautismo de Jesús se manifiesta su identidad: Jesús es el Hijo amado de Dios, el Ungido por el Espíritu Santo; el Mesías, esperado por el Pueblo de Israel ya ha llegado, quiere cambiar las cosas y se une al movimiento de renovación, de conversión  y cambio, que anuncia el Bautista.

En segundo lugar, en el Bautismo de Jesús se manifiesta el modo de ser Mesías. Su estilo no será el de la fuerza y el poderío, sino el estilo del siervo de Yahvé que había anunciado Isaías: está en la fila de los hombres y no gritará, no clamará, no voceará por las calles, traerá una nueva justicia al mundo. Estará cerca de los que se sienten rotos como cañas cascadas, apoyara a los que andan vacilantes, como velas temblorosas. Su estilo será el de Siervo: servir.

A este Hijo es al que hemos de seguir. A este Cristo es al que nosotros nos hemos unido por el Bautismo y eso significa dos cosas:

Primera: Que ese Hijo, el Amado del Padre, es el que trae la salvación. Que Él es el único Salvador de nuestras vidas rotas como cañas, vacilantes como velas, machacadas por la dureza de la vida y de la muerte. No hay otro nombre del que podamos esperar la salvación. A Él estamos unidos por el Bautismo y a Él hemos mirar, escuchar y seguir.

Segunda: mirar, escuchar y seguir a ese Hijo Amado, significa también que, unidos a Él por el Bautismo, estamos llamados a vivir su estilo: el del siervo. Siendo pacientes con los que vacilan, dando ánimos y apoyando a los que se encuentran rotos. Luchando por una justicia nueva en nuestro mundo. Bajando de nuestros rangos, despojándonos de nuestras alcurnias y troníos, haciéndonos como Él humildes, pequeños, servidores, uno de tantos, acercándonos y poniéndonos en la fila de los hombres y mujeres y a su servicio. Para ello también nosotros recibimos la fuerza del Espíritu Santo, que descendió sobre nosotros en nuestro Bautismo
Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto” nos dice la voz del cielo. Pidamos hoy a Dios que nos ayude  a reconocer a Jesús como el Mesías, Hijo de Dios, el único Salvador.  Que lo reconozcamos así: como Siervo. Y que lo sigamos siendo como Él, viviendo como Él.
Feliz Domingo
SMR

viernes, 4 de enero de 2019


EPIFANÍA DEL SEÑOR
EVANGELIO Mt 2,1-12

Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: -¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo. Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: -En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: «Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel». Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo. Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

REFLEXIÓN

Celebramos la fiesta de la Epifanía, o lo que es lo mismo, la Manifestación de Jesús a los Magos de Oriente, que representan a todos los que no somos judíos, porque para todos  vino el Señor, no sólo para el pueblo de Israel. 
Ante Jesús, que vino para todos, se pueden adoptar distintas actitudes. El evangelio de hoy nos habla de tres grupos de personas con actitudes diferentes.

Los “sumos pontífices y  los letrados”, son las autoridades religiosas, los guardianes de la religión y el Templo. Ante el sobresalto por la llegada de los Magos, Herodes les consultó donde nacería el Mesías; su respuesta fue inmediata: “En Belén, porque así lo anunció el profeta Miqueas”. Saben dónde nacerá, pero no les preocupa, no lo buscan. Representan a Dios pero viven sordos a su llamada. Ellos están dedicados a observar el culto y a explicar y guardar la Ley, pero no admiten al Dios de lo imprevisto que rompe nuestros esquemas. Nunca reconocerán a Jesús.

Otra actitud es la del rey Herodes: solo ve en Jesús un peligro, una amenaza para su poder y su crueldad. Hará todo lo posible por eliminarlo. Aunque tenga que sacrificar a miles de inocentes. Desde esas actitudes es difícil reconocer y aceptar a Jesús.

Otra actitud ante el Señor es la de los verdaderos protagonistas del relato: Los Magos. Son paganos. No pertenecen al pueblo elegido. En algún momento creen ver una pequeña luz que apunta hacia un Salvador. Necesitan saber quién es y dónde está pero están abiertos a la llamada de Dios, saben distinguir los signos de los tiempos, vigilan. Viven atentos al misterio que se encierra en el cosmos. Su corazón busca la verdad. 

Rápidamente se ponen en camino, no están apegados o atados a cosas, lugares, personas... son capaces de dejar su tierra y familia, y buscar lo desconocido. Son  libres y capaces de dejarlo todo por seguir la llamada. Donde ellos ven una esperanza, Herodes ve un peligro.

Los Magos siguen la estrella a pesar de las dudas y de las pruebas del camino. La estrella a veces los dejó a oscuras y desconcertados. A veces a la fe le ocurre lo mismo, que no se ve nada, ni se siente nada; como si Dios se esfumara y nos abandonara por completo. Los Magos siguieron firmes en la búsqueda a pesar de todo, y pusieron todos los medios a su alcance para superar la prueba. Al llegar a Belén, lo único que ven es al «niño con María, su madre». Nada más. Un niño sin esplendor ni poder alguno. Una vida frágil que necesita el cuidado de una madre.Ese es el Salvador. No se decepcionaron sino que lo adoraron.

Hoy nos damos cuenta que este Dios nuestro no es propiedad exclusiva de nadie. Ha venido para todos y lo encuentra el que lo busca. Pero se le encuentra, como los Magos, escondido en la debilidad humana, no se le encuentra cuando nos instalamos en el poder o nos encerramos en la seguridad religiosa. Se revela a quienes, guiados por pequeñas luces, buscan incansablemente una esperanza para el ser humano en la ternura y la pobreza de la vida.

No deberíamos reducir a los Magos de Oriente a los simples Reyes de los regalos y de la ilusión de los niños. Deberíamos imitar sus actitudes y preguntarnos hasta qué punto nos parecemos a ellos. No se trata de hacer un largo viaje de miles de kilómetros, ni de llevar regalos costosos. A Jesús lo tenemos muy cerca: en la iglesia, en el prójimo, en nosotros mismos. ¿Tenemos el mismo interés de los Magos en presentarnos ante él y adorarlo? 

Vamos a pedirle al Señor que los Magos de Oriente nos dejen de regalo sus actitudes, para encontrarnos con Dios.
Feliz domingo
SMR