viernes, 4 de enero de 2019


EPIFANÍA DEL SEÑOR
EVANGELIO Mt 2,1-12

Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: -¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo. Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: -En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: «Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel». Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo. Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

REFLEXIÓN

Celebramos la fiesta de la Epifanía, o lo que es lo mismo, la Manifestación de Jesús a los Magos de Oriente, que representan a todos los que no somos judíos, porque para todos  vino el Señor, no sólo para el pueblo de Israel. 
Ante Jesús, que vino para todos, se pueden adoptar distintas actitudes. El evangelio de hoy nos habla de tres grupos de personas con actitudes diferentes.

Los “sumos pontífices y  los letrados”, son las autoridades religiosas, los guardianes de la religión y el Templo. Ante el sobresalto por la llegada de los Magos, Herodes les consultó donde nacería el Mesías; su respuesta fue inmediata: “En Belén, porque así lo anunció el profeta Miqueas”. Saben dónde nacerá, pero no les preocupa, no lo buscan. Representan a Dios pero viven sordos a su llamada. Ellos están dedicados a observar el culto y a explicar y guardar la Ley, pero no admiten al Dios de lo imprevisto que rompe nuestros esquemas. Nunca reconocerán a Jesús.

Otra actitud es la del rey Herodes: solo ve en Jesús un peligro, una amenaza para su poder y su crueldad. Hará todo lo posible por eliminarlo. Aunque tenga que sacrificar a miles de inocentes. Desde esas actitudes es difícil reconocer y aceptar a Jesús.

Otra actitud ante el Señor es la de los verdaderos protagonistas del relato: Los Magos. Son paganos. No pertenecen al pueblo elegido. En algún momento creen ver una pequeña luz que apunta hacia un Salvador. Necesitan saber quién es y dónde está pero están abiertos a la llamada de Dios, saben distinguir los signos de los tiempos, vigilan. Viven atentos al misterio que se encierra en el cosmos. Su corazón busca la verdad. 

Rápidamente se ponen en camino, no están apegados o atados a cosas, lugares, personas... son capaces de dejar su tierra y familia, y buscar lo desconocido. Son  libres y capaces de dejarlo todo por seguir la llamada. Donde ellos ven una esperanza, Herodes ve un peligro.

Los Magos siguen la estrella a pesar de las dudas y de las pruebas del camino. La estrella a veces los dejó a oscuras y desconcertados. A veces a la fe le ocurre lo mismo, que no se ve nada, ni se siente nada; como si Dios se esfumara y nos abandonara por completo. Los Magos siguieron firmes en la búsqueda a pesar de todo, y pusieron todos los medios a su alcance para superar la prueba. Al llegar a Belén, lo único que ven es al «niño con María, su madre». Nada más. Un niño sin esplendor ni poder alguno. Una vida frágil que necesita el cuidado de una madre.Ese es el Salvador. No se decepcionaron sino que lo adoraron.

Hoy nos damos cuenta que este Dios nuestro no es propiedad exclusiva de nadie. Ha venido para todos y lo encuentra el que lo busca. Pero se le encuentra, como los Magos, escondido en la debilidad humana, no se le encuentra cuando nos instalamos en el poder o nos encerramos en la seguridad religiosa. Se revela a quienes, guiados por pequeñas luces, buscan incansablemente una esperanza para el ser humano en la ternura y la pobreza de la vida.

No deberíamos reducir a los Magos de Oriente a los simples Reyes de los regalos y de la ilusión de los niños. Deberíamos imitar sus actitudes y preguntarnos hasta qué punto nos parecemos a ellos. No se trata de hacer un largo viaje de miles de kilómetros, ni de llevar regalos costosos. A Jesús lo tenemos muy cerca: en la iglesia, en el prójimo, en nosotros mismos. ¿Tenemos el mismo interés de los Magos en presentarnos ante él y adorarlo? 

Vamos a pedirle al Señor que los Magos de Oriente nos dejen de regalo sus actitudes, para encontrarnos con Dios.
Feliz domingo
SMR









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