sábado, 25 de noviembre de 2017

viernes, 24 de noviembre de 2017

DOMINGO XXXIV T.O.(A)
EVANGELIO  (Mt 25,31-46)
  
E
n aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Cuando venga en su gloria el Hijo del Hombre y todos los ángeles con él, se sentarán en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones. El separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme. Entonces los justos le contestarán: Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte? Y el rey les dirá: Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis. Y entonces dirá a los de su izquierda: -Apartaos de mí, malditos; id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis. Entonces también éstos contestarán: Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel y no te asistimos? Y él replicará: -Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo. Y éstos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna.

COMENTARIO
Celebramos la Solemnidad de Cristo Rey. Es el último de los domingos del Tiempo Ordinario que concluye con una imagen impactante: la de Jesús Rey del Universo. Un Rey distinto, eso sí, a los reyes de este mundo.
        
La primera lectura,  es del profeta Ezequiel, que acompañó a su pueblo en los años en los que este fue esclavo, lejos de la patria, en Babilonia. En el texto de hoy el profeta pone en boca de Dios sentimientos de ternura hacia su pueblo. Presenta a Dios como buen pastor que cuida y se preocupa de esas ovejas que son los desterrados: “apacentaré a mis ovejas, vendaré a las heridas, curaré a las enfermas”. Siglos más tarde, el propio Jesús se presentará a sí mismo como un Buen Pastor que cuida de sus ovejas, que deja las noventa y nueve en el redil y va en busca de la perdida. Cuando hablamos de Jesús como Rey, debemos pensar más bien, en esa imagen entrañable de un Buen Pastor a quien le importa, y mucho, todas y cada una de sus ovejas.
        
La segunda lectura, tomada de la primera carta de San Pablo a la comunidad cristiana de Corinto. Nos ha hablado de la resurrección de Jesús y de nuestra propia resurrección. También del poder de ese Jesús que aniquilará todo principado, poder y fuerza (propios del mal) y pondrá en las manos del Padre Dios su reino de justicia, de amor y de paz. Son Palabras de esperanza para nosotros a quienes nos aguarda un futuro de felicidad, más allá de las fronteras de una muerte que habrá dejado de existir para siempre.
        
El relato del evangelio, nos ha contado la parábola del Juicio Final que tantas veces  hemos escuchado. Una parábola en la que aparece el propio Jesús como Rey del Universo, como Juez de vivos y muertos. A nadie se le preguntará por el puesto que ocupó en la vida o por las riquezas y honores que logró acumular. Lo decisivo no será la condición social, ni el talento personal o el éxito conseguido, El amor mutuo y, en particular, la atención a los necesitados será el criterio  que verificará la autenticidad de nuestra vida cristiana. Lo decisivo ante Dios no serán las acciones religiosas, sino estos gestos humanos de

amor y ayuda a los necesitados, que verifican la autenticidad de nuestras acciones religiosas. Un amor práctico que se traduce en hechos concretos: «dar de comer», «dar de beber», «acoger al inmigrante», «vestir al desnudo», «visitar al enfermo o encarcelado».
 Todos tendremos que responder sobre lo que hicimos con los que pasaban hambre, con los que estaban enfermos, con los transeúntes y mendigos, con los necesitados. Lo hecho con ellos es como si se lo hubiéramos hecho al propio Jesús y, lo dejado de hacer, es como si se lo hubiéramos dejado de hacer a él.

"A la tarde- como decía San Juan de la Cruz- te examinarán en el amor; ".Vivamos de tal manera que un día podamos escuchar: “Heredad el reino preparado para vosotros”


 Secundino Martinez Rubio



viernes, 17 de noviembre de 2017

DOMINGO XXXIII T.O.(A)

EVANGELIO MT 25,14-30
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro, dos, a otro, uno; a cada cual según su capacidad. Luego se marchó. Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco. Su señor le dijo: Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor. Se acercó luego el que había recibido dos talentos, y dijo: Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos. Su señor le dijo: Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor. Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo. El señor le respondió: Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco para que al volver yo pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes.

REFLEXIÓN
En este domingo el mensaje de las lecturas nos sigue hablando de la última venida del Señor, que llegará como un ladrón en la noche, en el momento más inesperado y que debemos estar preparados, en actitud vigilante, haciendo fructificar los dones y talentos que nos fueron dados. A cada uno se nos pedirá cuenta de lo que hemos recibido y del esfuerzo que hemos hecho para hacerlo fructificar lo más posible.

La parábola de los talentos tiene tres partes: 1ª) El dueño confía sus bienes a tres empleados antes de marcharse; 2ª) Distinto comportamiento de los tres empleados durante la ausencia del dueño, 3ª) Retorno del dueño y "ajuste de cuentas con ellos", con la recompensa o castigo de los empleados en relación con su rendimiento.

Sorprendentemente, « el siervo que escondió su talento» es condenado sin haber cometido ninguna acción mala. Su pecado consiste precisamente en «no hacer nada», no arriesgar su talento, conservarlo del modo más seguro posible, porque tuvo miedo. Según Jesús, es una grave equivocación pensar que basta no hacer nada malo para agradar a Dios. Al contrario, el que no se arriesga, de manera positiva y creadora, a realizar el bien, aunque no viole ninguna ley, está ya defraudando las exigencias de Dios.

Hemos recibido de Dios, los talentos, los valores, las posibilidades. Lo que importa es que, pocos o muchos, los hagamos fructificar. El pensamiento de Jesús es claro. Nuestro gran pecado puede ser la omisión, el no arriesgarnos en el camino de hacer el bien, el contentarnos con conservar el talento, el tener miedo al riesgo, a las exigencias, a las complicaciones.

También como comunidad hemos recibido una misión, no podemos renunciar a ella, no podemos enterrar el talento, esconderlo por miedo, limitarnos a conservar lo recibido, muy integro e incontaminado, pero sin hacerlo fructificar.
Por tanto,  hoy se nos  hace una llamada a la vigilancia compro-metida, a la responsabilidad, a la iniciativa, a la creatividad .Nada nos puede excusar. No vale decir “Yo no sé, no valgo, no puedo, a mi me da miedo” No nos excusa el decir ¿y si fracaso? ¿Y si no lo hago bien? ¿Y si me meto en líos?...

Renunciar a la creatividad limitándonos a conservar lo recibido, es enterrar nuestra vida, es negar nuestra identidad, no crecer como personas, y es traicionar los designios de Dios.

“Porque al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene” es decir, al que produzca se le dará, y al que no produzca se le quitará lo que tiene.

 En la medida en que hacemos fructificar los valores que el Señor nos ha dado, en esa medida nuestra capacidad de entrega, de donación, de servicio a los demás, se multiplica; mientras que, el que egoístamente se los guarda para sí, aún aquello que tiene lo va perdiendo. Lo dijo el Señor en otra ocasión: “Quien quiera guardar su vida, la pierde; quien pierda su vida por mí, la encontrará” (Mt 16,25). Se gana lo que se da, se pierde lo que se guarda.

Secundino Martinez Rubio


sábado, 11 de noviembre de 2017


Domingo XXXII T.O. (A)

EVANGELIO (Mt 25,1-13)


E
n aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: El Reino de los cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró el sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: «¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!» Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: «Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas». Pero las sensatas contestaron: «Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis». Mientras iban a comprarlo llegó el esposo y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: «Señor, señor, ábrenos». Pero él respondió: «Os lo aseguro: no os conozco». Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.

REFLEXIÓN

Otra vez compara Jesús el Reino de Dios con un banquete de bodas. En la época de Jesús, cuando se celebraba una boda, un grupo de muchachas acompa­ñaba al novio a recoger a la novia para acompañarlo a la ceremonia. A partir de este hecho crea Jesús la parábola, cuyo punto central es la entrada en ese banquete. Hay que estar vigilantes para poder entrar en el Reino de Dios. “Velad – dice Jesús- porque no sabéis el día ni la hora”. Este es el centro de la enseñanza de Jesús hoy.

Las jóvenes sensatas fueron previsoras y tomaron aceite de repuesto para sus lámparas y cuando llegó el novio entraron al banquete. Las jóvenes necias fueron descuidadas  y se olvidan de tomar aceite  de repuesto para sus lámparas y cuando menos lo esperaban llegó el esposo y no pudieron entrar al banquete. La conclusión de la parábola es desconcertante: “Por tanto, estad en vela, porque no sabéis el día ni la hora”. Es desconcer­tante, porque ninguna de la diez ha velado, todas se quedaron dormidas. Lo cual significa que la vigilancia, en este caso, equivale a la sensatez de llevarse la provisión de aceite. ¿Qué significa esto en la práctica? que hay que prepararse con antelación, porque entonces será demasiado tarde

El novio llega inesperadamente. Las jóvenes necias no tienen bastante aceite. Las prudentes se niegan a dárselo. No por egoísmo, sino porque es imposible.  Como no se pueden prestar al estudiante que no ha estudiado los conocimientos del que si lo ha hecho a la hora del examen. La preparación requerida es  personal, intransferible e inaplazable. A la hora menos pensada llega el novio (Cristo). Solamente aquellos en cuyas lámparas existe aceite suficiente, solamente aquellos que se hallen preparados en el momento crítico de su venida podrán entrar en la sala del banquete. La preparación al banquete es un asunto personal

Hay que ser sensatos, previsores, mantener la esperanza cierta en que el Señor vendrá, y estar vigilantes. La parábola orienta hacia la esperanza, que es un factor esencial de la vida humana que determina nuestra vida, que está llena de esperanzas pasajeras, pero hay una a esperanza esencial, de fondo.
La esperanza cristiana tiene como último punto de referencia la fe en la venida de Dios, y llena la lámpara de la vida presente con el aceite del compromiso de la caridad.

El Evangelio de hoy es una llamada de Jesús a la vigilancia ¿Estoy viviendo mi fe cristiana en vigilante espera, o en una rutina adormecida? ¿Alimento la lámpara de mi vida con el aceite de la fe cierta, la esperanza segura y el amor comprometido?

Secundino Martínez Rubio










jueves, 2 de noviembre de 2017

DOMINGO 
XXXI T.O. (A)

Evangelio Mt 23,1-12

En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos diciendo: En la cátedra de Moisés se han sentado los letrados y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan, pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros; pero no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame «maestro». Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno sólo es vuestro Maestro y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar jefes, porque uno solo es vuestro Señor, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

Reflexión

El evangelio de hoy tiene dos partes: la primera  es una dura CRÍTICA de Jesús a los dirigentes religiosos de Israel. La segunda parte es LA INSTRUCCIÓN a los discípulos sobre cómo ha de ser  su comportamiento.

1) La CRÍTICA de Jesús se centra en dos cosas: la doble vida y la vanidad y ostentación. 

LA DOBLE VIDA de los dirigentes de Israel:
·       «No hacen lo que dicen». Es la incoherencia. Decir y predicar una cosa y hacer otra. Y ya sabemos el refrán castellano: “obras son amores y no buenas razones”. Su conducta desdice lo que afirman sus palabras.
·       «Cargan fardos pesados sobre los hombros de la gente... pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar». Enseñan, interpretan y aplican la ley minuciosamente; Pero  habían hecho  de ella un  peso “insoportable”.

Para Jesús los dirigentes religiosos de Israel no eran, precisamente, modelos de conducta a seguir. Nos puede estar pasando a nosotros ¿no crees?

LA VANIDAD Y OSTENTACIÓN es el segundo motivo de la crítica de Jesús. 
«Todo lo que hacen es para que los vea la gente». Viven pendientes de la imagen, buscando casi siempre "quedar bien" ante los demás, atentos al prestigio personal. Su religiosidad es de escaparate, de cara a la galería. Mantienen un protagonismo arrogante en su atuendo: Las filacterias eran cajitas en las que llevaban escritos pasajes de la Ley para inculcar la obediencia a la misma y para que no se olvidasen sus preceptos y la misma finalidad tenía los flecos del manto. También su porte estaba lleno de ambición desmedida de prestigio y honores:”les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame «maestro». Rebosan vanidad y ostentación, buscan que la gente les dispense un trato especial.

También nos puede pasar, pero ¿Cómo puede un discípulo de Jesús andar buscando honores y reverencias  por la comunidad cristiana?

2) En la segunda parte del evangelio es la INSTRUCCIÓN a los discípulos sobre cómo han de comportarse

·        «No os dejéis llamar maestros... ni guías... porque uno solo es vuestro Maestro y vuestro Guía: Cristo». Las palabras de Jesús no pueden ser más claras: renunciad a los títulos para no hacer sombra a Cristo; orientad la atención de los creyentes sólo hacia él. “¿Por qué la Iglesia no hace nada por suprimir tantos títulos, prerrogativas, honores y dignidades para mostrar mejor el rostro humilde y cercano de Jesús?”
·        «No llaméis padre vuestro a nadie en la tierra porque uno solo es vuestro Padre del cielo». Para Jesús el título de Padre es tan único, profundo y entrañable que no ha de ser utilizado por nadie en la comunidad cristiana. ¿Por qué no cambiamos esto?

La enseñanza de Jesús no ha perdido actualidad. A la religión vacía, arrogante, gesticulera y formalista, caracterizada por la exterioridad y por el legalismo pesado, dominada por personas deseosas de poder, honores y prestigio, Cristo contrapone el una comunidad en donde los miembros se reconocen hermanos, servidores, humildes; en donde los responsables buscan el único privilegio: servir; en donde la grandeza está medida por la pequeñez; en donde quien ejerce la autoridad no tiene la pretensión de sustituir al único jefe, al único Maestro, Padre y Señor, sino trasparentarlo con su amor y su servicio. El evangelio nos invita a todos a examinar nuestra manera de actuar

Secundino Martínez Rubio