DOMINGO IV T.O.(B)
EVANGELIO Mc
1,21-28
Llegó Jesús a
Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se
quedaron asombrados de su enseñanza, porque no enseñaba como los letrados, sino
con autoridad. Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un
espíritu inmundo, y se puso a gritar: -¿Qué quieres de nosotros, Jesús
Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: El Santo de Dios. Jesús
lo increpó: -Cállate y sal de él. El espíritu inmundo lo retorció y, dando un
grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: -¿Qué es esto? Este
enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y lo
obedecen. Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca
entera de Galilea.
REFLEXIÓN
Hemos escuchado las
lecturas del cuarto domingo del tiempo ordinario sobre las
que vamos a reflexionar.
La primera lectura es del libro del Deuteronomio. Nos ha dicho
que al pueblo de Israel le asustaba la manifestación Dios cuando se ponía en
contacto con ellos. Por eso, le piden a Moisés que interceda ante Dios para que
su Palabra les llegue a través de profetas y no directamente. El Señor accederá
a la petición del pueblo y suscitará personas que anunciaran en nombre de Dios
lo que Él quiera comunicar al pueblo y en su nombre denunciaran los pecados. Esas
personas son los profetas.
Por el Bautismo el cristiano participa del profetismo de
Cristo. Nuestra tarea es anunciar el
Reino de Dios y denunciar lo que se
le opone. ¿Lo hacemos?
La
segunda lectura es de la primera carta de San Pablo a los cristianos de
Corinto. Les habla de los diversos estados de la vida: de la soltería, del
matrimonio. Todo es bueno pero, si alguien quiere dedicarse en profundidad al
Señor y a la causa del evangelio, será mejor que no busque formar una familia y
que dedique todas sus energías y todo su tiempo a la misión para la que se
siente llamado. Pablo no trata de imponer nada a nadie pero sugiere que el
servicio total al Señor requiere una disponibilidad completa. Esto es lo que
hoy hacen las personas consagradas, los misioneros, los monjes. Recemos hoy, de
una forma especial, por ellos.
San Marcos,
en el Evangelio, nos sitúa en Cafarnaúm,
un sábado; Jesús entra en la sinagoga y enseña. Marcos no concreta su
enseñanza. Lo que dice es la reacción del auditorio:” se quedaron asombrados de su enseñanza, porque
no enseñaba como los letrados, sino con autoridad.” Sin embargo, no todos están de
acuerdo. Hay uno que reacciona en contra: un endemoniado. Jesús, ordena que el
mal salga de esa persona y que el bien, la paz y el amor ocupen su lugar. No opone resistencia.
Sólo puede protestar,
reconocer que los suyos están derrotados y abandona, retorciéndose y huyendo.
Las palabras que Marcos pone
en su boca son esenciales: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús
Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.»
En esas palabras se condensa el misterio de Jesús y de su actividad.
El misterio de Jesús:
es en realidad “el Santo de Dios”.La actividad la pregunta del
endemoniado la deja claro: ha venido a acabar con los demonios y el poder de
Satanás.
Jesús
sana y transforma desde el interior de las personas, desde lo más “oscuro” que
nos habita y nos turba, en aquellos
espacios cerrados a la presencia salvadora de Dios. Nuestra experiencia de
Jesús puede ser, debe serlo, así de sanadora. ¿Lo es?
Pidamos
al Señor que nos ayude a vencer el mal que pueda haber en cada uno de nosotros
y que como Jesús ayudemos a liberarse a
todos los oprimidos por el mal, de todos sus demonios, de las fuerzas del mal,
los “malos espíritus” que nos deshumanizan.
Infancia misionera
Este domingo la
Iglesia nos propone, a través de la Jornada de Infancia Misionera, que
recordemos a los misioneros y su labor evangelizadora.
Con el Lema: “ATRÉVETE A SER MISIONERO La
Infancia Misionera pretende
ayudar a que los niños vayan descubriendo la universalidad de la fe y, en consecuencia, su dimensión
misionera.
Secundino Martínez Rubio