viernes, 5 de enero de 2018


EPIFANÍA DEL SEÑOR

EVANGELIO
Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: -¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo. Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: -En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: «Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel». Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo. Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

REFLEXIÓN

Cuando se escribe el relato del Evangelio de hoy se esta viviendo un hecho llamativo: aunque Jesús fue judío, la mayoría de los judíos no lo aceptan como Mesías, mientras que cada vez es mayor el número de paganos que se incorporan a la comunidad cristiana. Mateo interpreta este hecho como una revelación de Dios a los paganos. El Hijo de Dios vino no sólo para el pueblo de Israel, representado por los pastores de Belén, sino también para toda la humanidad, representada por los Magos de Oriente. Esta es la enseñanza del Evangelio de hoy

 La Iglesia llama a esta fiesta La Epifanía del Señor. Epifanía quiere decir manifestación. Y el sentido teológico de la fiesta es que Dios quiere manifestarse a todas las personas, que la Encarnación y el Nacimiento de su Hijo es un acontecimiento que afecta a todo el mundo. La salvación y la paz traídas por este Niño a la tierra son para todos. Los Magos de Oriente nos representan a todas las razas de la humanidad, para la que vino Jesucristo. No sólo para el pueblo de Israel.

Aquellos Magos de Oriente son figura de todos los hombres y mujeres de la historia que buscan respuestas los interrogantes que la vida nos suscita.
Creo que no deberíamos reducir los Magos de Oriente a los simples Reyes de los regalos y de la ilusión de los niños. Quizás deberíamos imitar sus actitudes. Veamos algunas de ellas:

Ven la estrella Los Magos están abiertos a la llamada de Dios, descubren los rastros de su presencia, vigilan, escuchan, buscan. No son hombres superficiales, distraí­dos. Por eso vieron la estrella. Si no vivimos como ellos,  podemos ir quedando sin estrella que nos guíe, sin metas, sin puntos de referencia.

Siguen la estrella: Los Magos no están instalados. No reducen su horizonte a vivir lo mejor posible, a disfrutar de la vida.  Son capaces de dejar su tierra, y ponerse en camino, en búsqueda de lo desconocido. No están apegados o atados a cosas, lugares, personas... Son  libres y rebosantes de esperanza, capaces de dejarlo todo por seguir la llamada. La estrella a veces los dejó a oscuras y descon­certados. A veces pasa eso, que no se ve nada ni se siente nada, nada; es la noche oscura. Los magos siguieron firmes en la búsqueda a pesar de todo, y pusieron to­dos los medios a su alcance para superar la prueba.

Ofrecieron regalos: Fueron generosos en la ofrenda. Comprenden la necesidad de compartir. Lo que  el Señor espera de nosotros no son regalos y ofrendas, sino que nos regalemos.

«Vieron al Niño». Dios siempre es sorpresa. Buscaban a un rey y se encuentran con un niño pobre. Sólo desde la humildad se puede reconocer al Mesías en un niño de pueblo. La humildad nos dispone siempre para descu­brir todas las humildes manifestaciones de Dios.

Y tiraron por otro camino ». Tienen capacidad de renovación y cambio. Dios cambia siempre nuestros planes. La salvación es cosa suya, no es cosa nuestra, y él lo hace a su modo, no al nuestro. Creer es saber aceptar el «otro camino». Estar siempre disponibles,  humildes y confiados.

Ver la estrella y seguirla, abandonarlo todo y compartir, superar las dudas y buscar, capacidad de cambio y renovación, descubrir a Dios en todo y confiar siempre en él. Estas son las actitudes que hemos de aprender de los Magos de Oriente. Vamos a pedirle al Señor que los Magos de Oriente nos dejen de regalo sus actitudes, para encontrarnos con Dios, que desde que nació en Belén camina por nuestros caminos.

Secundino Martinez Rubio


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