martes, 16 de enero de 2018

DOMINGO III T.O. (B)

EVANGELIO  Mc 1,14-20
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea proclamar el Evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: Convertíos y creed la Buena Noticia.»

Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago. Jesús les dijo: «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres”.

Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, hijo del Zebedeo, a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con Él.

Reflexión
La primera lectura la hemos tomado del libro del profeta Jonás. Después de pasar un tiempo en el que no quería comprometerse, en el que trató, incluso, de huir de Dios y de esconderse de Él, Jonás acepta ir a Nínive, y predicar allí un mensaje de conversión. El miedo inicial ante la misión, dio paso a la alegría de saber que los ninivitas hacían caso de sus palabras, que dejaban atrás sus malas conductas y que se volvían de nuevo al Señor.
El mensaje de conversión, que predicó Jonás en Nínive, hoy es propuesto a nuestra comunidad y a cada uno de nosotros. Ojala también nosotros reflexionemos sobre el cambio de vida que el Señor nos está pidiendo.

La segunda lectura  está tomada de la primera carta de san Pablo a los  Corintios,  el ella les urge también a la conversión, a no perder el tiempo; a no dejar para mañana, lo que tenemos que comenzar a vivir ya hoy. El tiempo de nuestra vida, venía a decir el apóstol, es corto y no podemos desperdiciarlo. También deberíamos atender a esta urgencia del cambio de vida. No lo dejemos para otro momento, para un futuro. Ahora es el tiempo de la conversión. Hoy es el día para dar el primer paso.
        
En el relato del evangelio, San Marcos nos ha dicho que cuando Herodes encarceló a Juan el Bautista Jesús  «marchó a Galilea proclamando la Buena Noticia de Dios». Este era su mensaje:

·        «Se ha cumplido el plazo». Jesús pone punto final al tiempo en que Israel, vivió de la esperanza en la promesa. Con Jesús comienza una era nueva.
·        «Está cerca el reino de Dios». Su amor salvador es ya una realidad presente y actuante en el mundo. Dios ya está entre nosotros. Hay esperanza. Es posible un mundo más justo y fraterno.
·        «Convertíos». Dios pide nuestra colaboración. Hay que  cambiar de manera de de pensar, de juzgar y de actuar. La novedad del reino exige personas nuevas.  
·        «Creed en esta Buena Noticia». Tomadla en serio. Despertad de la indiferencia. Movilizad vuestras energías. Confiad en que es posible cambiar el mundo. Creed en la fuerza liberadora del Evangelio. Creed que es posible la transformación. Introducid en el mundo la confianza.
 Este es el anuncio de Jesús y es importante el orden  de tal anuncio: no se pide la conversión para poder experimentar la bondad del Reino, sino que primero hay que experimentar esa bondad para llegar al cambio de mentalidad.

En la segunda parte del evangelio de hoy,  Jesús llama al seguimiento a los primeros seguidores, los colaboradores en la misión de anunciar esa cercanía del Reino.

La llamada de Jesús es categórica: “Venid conmigo y os haré pescadores de hombres”.

La respuesta a la llamada se traduce en una renuncia. Pero, el acento no se pone tanto en el dejar las redes cuanto en el seguir. Discípulo no es alguien que ha abandonado algo. Es quien ha encontrado alguien. La "pérdida" es compensada con creces por la ganancia. El discípulo, es alguien, que sigue a Cristo, establece una comunión de vida con Él y  es su apóstol, su enviado, su testigo  en el mundo.

Vivir como cristiano es responder, confiadamente, a una previa iniciativa de amor de Dios, que nos llama a compartir su vida y, en Cristo, nos ha hecho hijos suyos. El SI del creyente no es algo abstracto, sino algo que se verifica en el seguimiento de Jesús, en el tramo concreto de cada día y  en un proyecto de vida que es diferente para cada uno. Vender todo pero porque se ha encontrado el tesoro.


Secundino Martínez Rubio

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