FIESTAS EN HONOR DE
NTRA. SRA. DE ALTAGRACIA
MARÍA, MODELO DE UNA IGLESIA
NTRA. SRA. DE ALTAGRACIA
MARÍA, MODELO DE UNA IGLESIA
PREOCUPADA POR LOS QUE SUFREN
Para celebrar la fiesta de nuestra patrona, Nuestra
Señora de Altagracia, este año hemos querido contemplarla como “Consuelo de los
que sufren”.
Son muchas las personas sufrientes. Lo primero es
percibirlas. Os invito a acercaros a ellas.
Mirad sus rostros, escuchad sus palabras, percibid sus silencios, adentraos en
sus vidas. Acoged las llamadas de los que están solos y se ven abandonados por
los suyos, los cansados de la vida, los perseguidos y calumniados, los
desdichados y desgraciados, los excluidos y marginados, los que no encuentran sentido a sus vidas, los
que no tienen paz en el corazón, los maltratados… Contemplad los enfermos
incurables, los ancianos faltos de cariño, los que han perdido a un ser
querido, los padres desconcertados por el comportamiento de sus hijos, las
parejas rotas, los que viven la experiencia de rechazo, de incomprensión o
fracaso, los creyentes que andan sumidos en la noche oscura,… Pensad también en
las familias y en los pueblos que sufren los horrores de la guerra, la miseria
y el hambre, las catástrofes naturales, etc.
Queremos que María sea modelo de la Iglesia que se
preocupa por todos los que sufren, los afligidos. Ella "resplandece como un signo de esperanza firme
y de consolación para el pueblo de Dios en marcha." (LG 68). En las
bodas de Caná, se sitúa a la orilla del problema para llevar el remedio, que
sólo su Hijo puede proporcionar. También Ella vivió el desconsuelo. “Una espada
te atravesará” le anunciaron. (Lc 2,35). En el dolor del Hijo clavado en la
cruz y puesto después en sus brazos, María conservó la llama de la fe. Y
mereció la consolación. Ella se convierte en Madre de misericordia y de
consuelo. Participó de una manera singular en la gran consolación: la
resurrección de Cristo, que la hace capaz de consolar a sus hijos en cualquier
tribulación en que se encuentren. María ha consolado y sigue consolando hoy a
sus hijos que acuden a ella y le ruegan “vuelve a nosotros tus ojos
misericordiosos”.
En el corazón de la
Iglesia, que “avanza entre las persecuciones del mundo y los consuelos de
Dios” (LG 53), María es "abogada nuestra" que ejerce su función intercesora,
y por ello la invocamos: ¡Nuestra Señora de Altagracia, Consoladora de los
afligidos: Ruega por nosotros, para que seamos una Iglesia preocupada por los
que sufren.
Felices Fiestas.
Secundino Martínez
Rubio