DÍA DE LOS FIELES DIFUNTOS
Evangelio Jn 14,1-6
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “No perdáis la calma:
creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas
estancias, y me voy a prepararos sitio. Cuando vaya y os prepare sitio, volveré
y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y a
donde yo voy, ya sabéis el amino”. Tomás le dice: “Señor, no sabemos a dónde
vas, ¿cómo podemos saber el camino?”
Jesús le responde: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre
sino por mí”.
Reflexión
En el mes de noviembre, recordamos a nuestros difuntos de
manera especial. Os invito a vivir este recuerdo a los difuntos según el
auténtico espíritu cristiano, es decir, en la luz que proviene del Misterio
pascual. Cristo murió y resucitó, y nos abrió el camino hacia la casa del
Padre, el Reino de la vida y de la paz. Quien sigue a Jesús en esta vida es
acogido donde él nos ha precedido. Así pues, cuando visitemos los cementerios,
recordemos que allí, en las tumbas, descansan sólo los restos mortales de
nuestros seres queridos, en espera de la resurrección final. Sus almas —como
dice la Escritura —
ya "están en las manos de Dios" (Sb 3, 1). Por lo tanto, el modo más propio y eficaz de honrarlos
es rezar por ellos, ofreciendo actos de fe, de esperanza y de caridad. En unión
con el Sacrificio eucarístico, podemos interceder por su salvación eterna y
experimentar la más profunda comunión, en espera de reunirnos con ellos, a fin
de gozar para siempre del Amor que nos ha creado y redimido
La oración por los difuntos, anclada en la
más profunda tradición cristiana se funda, queridos hermanos, en dos hechos
fundamentales de nuestra fe:
- En primer lugar, rezamos por nuestros
difuntos porque creemos en la
resurrección. Si no creyéramos en la resurrección sería inútil rezar por
los muertos, dice el libro I de los Macabeos.
- En segundo lugar, rezamos por los
muertos porque creemos en la comunión de
los santos.
Pero en un día
como este, en el que recordamos con memoria agradecida el paso por nuestras
vidas de tantos y tantos seres queridos –pensemos en ellos-, no podemos dejar
de afianzar tres propósitos en nuestro corazón:
- El primero
debe ser nuestro compromiso con la vida, que se funda en el amor que Dios
nos tiene
- Nuestro
segundo propósito debe ser hoy afianzar nuestra fe en la victoria de
Jesucristo sobre la muerte. Y de ahí debe nacer un estilo nuevo en nuestra
vida cristiana, un estilo animado siempre por la alegría de saber que Cristo es
nuestra vida, que en él y por él todos estamos llamados a la vida. Que en él y
por él todos podemos vencer a la muerte y a todos los ámbitos de muerte de
nuestra existencia.
- En tercer
lugar, hoy estamos invitados a vivir desde la esperanza.
Los sufragios
son una expresión de la fe en la comunión de los santos.. Estos sufragios son,
en primer lugar, la aplicación de la celebración de la Santa Misa , y después,
otras expresiones de piedad como oraciones, limosnas, obras de misericordia e indulgencias aplicadas por nuestros difuntos
Secundino Martinez Rubio
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