sábado, 1 de noviembre de 2014

DÍA DE LOS FIELES DIFUNTOS
Evangelio Jn 14,1-6

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “No perdáis la calma: creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias, y me voy a prepararos sitio. Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y a donde yo voy, ya sabéis el amino”. Tomás le dice: “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo  podemos saber el camino?” Jesús le responde: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre sino por mí”.

Reflexión
En el mes de noviembre, recordamos a nuestros difuntos de manera especial. Os invito a vivir este recuerdo a los difuntos según el auténtico espíritu cristiano, es decir, en la luz que proviene del Misterio pascual. Cristo murió y resucitó, y nos abrió el camino hacia la casa del Padre, el Reino de la vida y de la paz. Quien sigue a Jesús en esta vida es acogido donde él nos ha precedido. Así pues, cuando visitemos los cementerios, recordemos que allí, en las tumbas, descansan sólo los restos mortales de nuestros seres queridos, en espera de la resurrección final. Sus almas —como dice la Escritura— ya "están en las manos de Dios" (Sb 3, 1). Por lo tanto, el modo más propio y eficaz de honrarlos es rezar por ellos, ofreciendo actos de fe, de esperanza y de caridad. En unión con el Sacrificio eucarístico, podemos interceder por su salvación eterna y experimentar la más profunda comunión, en espera de reunirnos con ellos, a fin de gozar para siempre del Amor que nos ha creado y redimido

La oración por los difuntos, anclada en la más profunda tradición cristiana se funda, queridos hermanos, en dos hechos fundamentales de nuestra fe:

- En primer lugar, rezamos por nuestros difuntos porque creemos en la resurrección. Si no creyéramos en la resurrección sería inútil rezar por los muertos, dice el libro I de los Macabeos.

- En segundo lugar, rezamos por los muertos porque creemos en la comunión de los santos.
Pero en un día como este, en el que recordamos con memoria agradecida el paso por nuestras vidas de tantos y tantos seres queridos –pensemos en ellos-, no podemos dejar de afianzar tres propósitos en nuestro corazón:
- El primero debe ser nuestro compromiso con la vida, que se funda en el amor que Dios nos tiene
- Nuestro segundo propósito debe ser hoy afianzar nuestra fe en la victoria de Jesucristo sobre la muerte. Y de ahí debe nacer un estilo nuevo en nuestra vida cristiana, un estilo animado siempre por la alegría de saber que Cristo es nuestra vida, que en él y por él todos estamos llamados a la vida. Que en él y por él todos podemos vencer a la muerte y a todos los ámbitos de muerte de nuestra existencia.
- En tercer lugar, hoy estamos invitados a vivir desde la esperanza.
Los sufragios son una expresión de la fe en la comunión de los santos.. Estos sufragios son, en primer lugar, la aplicación de la celebración de la Santa Misa, y después, otras expresiones de piedad como oraciones, limosnas, obras de misericordia e indulgencias aplicadas por nuestros difuntos



Secundino Martinez Rubio







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