miércoles, 24 de febrero de 2016

DOMINGO III CUARESMA (C)

EVANGELIO Lc 13,1-9
En aquella ocasión se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: ¿pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos diez y ocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no. Y si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.

Y les dijo esta parábola: uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: Ya ves, tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde? Pero el viñador contestó: Señor, déjala todavía un año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, al año que viene la cortarás.

REFLEXIÓN


El evangelio de hoy relata dos hechos trágicos. El primero un crimen sangriento: el de un grupo de galileos asesinados por la guardia de Pilato en el templo de Jerusalén. El segundo un accidente mortal: el hundimiento de una torre que aplastó a dieciocho personas.

Dos hechos que impactaron mucho, y se los cuentan a Jesús. La gente pensaba que las victimas de esos hechos han recibido un castigo divino.

También entre nosotros se oye decir“¿Que le habré hecho a Dios para que me mande esto”? Pero, ese no es el modo de proceder de Dios. El nuestro  sí, nosotros “el que la hace la paga”, y claro… creemos que Dios también actúa así. Y se lo enseñamos a los niños: “No hagas eso que te va a castigar el Señor”. Pero, ese no es el Dios que predicó Jesús.

Jesús se niega a poner en relación las desgracias de la vida con castigo de Dios: “¿pensáis que- las victimas- eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no”. Pero acto seguido dice: “si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera”. Las desgracias propias y ajenas, los acontecimientos de cada día, el sufrimiento de los demás, la injusticia… son ocasiones no para echarle la culpa a Dios de lo que ocurre, sino para cambiar nuestra vida.

Jesús no intenta dar una respuesta religiosa, ni histórica, a las dos desgracias que le cuentan. Esas tragedias forman parte de la vida como consecuencia del pecado del hombre y de la limitación de la naturaleza. Lo que Jesús hace  es sacar una enseñanza práctica para la vida de cada día: la necesidad urgente de convertirse y dar frutos en abundancia. Así lo explica Jesús con la parábola de la higuera. Cuya enseñanza es que Dios no se cansa nunca de esperarnos, siempre nos da otra oportunidad.

Pero… no es cuestión de aplazar la conversión indefinidamente y responder: Mañana le abriremos… para lo mismo responder mañana!  Porque: “si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera”.

Secundino Martínez Rubio

miércoles, 17 de febrero de 2016

DOMINGO 

II DE CUARESMA (C)

EVANGELIO (Lc 9, 28b-36)

En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria hablaban de su muerte, que se iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras estos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: “Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. No sabía lo que decía. Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: Este es mi Hijo, el escogido, escuchadle”. Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que y habían visto

REFLEXIÓN

   Los discípulos están desconcertados. Jesús les anuncia su muerte y se resisten a aceptarlo. No acaban de entender qué tipo de Mesías es Jesús. En ese contexto acontece la Transfiguración, en la que Dios confirma  lo dicho en el Bautismo.

   En un ambiente de oración Jesús se transfiguró. Los discípulos accedieron a una visión más profunda de la identidad de Jesús. Dios acredita a Jesús como su Hijo Amado, cuya misión pasa por la entrega de su propia persona como estaba escrito en la Ley y los Profetas (presencia de Moisés y Elías).

  La transfiguración manifiesta el DESTINO GLORIOSO de Jesús, que fortalece la fe de sus discípulos, pero, confirma lo anunciado por Jesús: que el camino que conduce a ese destino de gloria es el CAMINO DE ENTREGA. 

   Pedro (y los demás) pretenden llegar al destino glorioso sin recorrer el camino de entrega. Y se equivoca; “no sabía lo que decía”. Pedro, los apóstoles, y nosotros, hemos de comprender mejor. Por eso la voz del cielo recomienda escuchar a Jesús. Escucharle en el monte Tabor, donde manifiesta su destino de gloria, y escudarle en el monte de los Olivos, donde asume su camino de entrega, que culmina en el monte Calvario. Pedro, Santiago y Juan que hoy quieren quedarse en el Tabor, monte de la gloria, son los que le dejan solo en el monte de los Olivos y en el Calvario, montes de la entrega.

   TAMBIÉN NOSOTROS pasamos momentos de desaliento, de dudas: ¿por qué tiene que morir el grano de trigo para que haya espiga? ¿Por qué el camino es el servicio y no la fuerza, el poder, el prestigio? ¿Por qué hay que “perder” la vida para ganarla? ¿Por qué la cruz?

   Necesitamos ponernos en contexto de oración, donde se produce la "transfiguración". Necesitamos escuchar al Hijo Amado. Y… estar alerta ante el peligro de quedarnos extasiados y querer disfrutar el destino glorioso ahorrándonos el camino de entrega


Secundino Martinez Rubio

viernes, 12 de febrero de 2016


DOMINGO 

I DE CUARESMA (C)

EVANGELIO Lc 4,1-13

Jesús, lleno de Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo. Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.»  Jesús le respondió: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre». Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: «Te daré todo el poder y la gloria de todo esto, porque  a mí me lo han dado y yo se lo doy a quien quiero. Si  tú te rodillas delante
de mí, Todo será tuyo». Jesús le respondió: «Está escrito: “Al Señor tu Dios adorarás y sólo a él darás culto». Entonces lo llevó después a Jerusalén y lo puso en el alero del Templo y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo; porque está escrito: “Encargará a sus ángeles que cuiden de ti”, y también: “te sostendrán en sus manos para que  tu pie no tropiece con las piedras». Jesús le respondió: «Está mandado: No tentarás al Señor tu Dios.» Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

REFLEXIÓN
Cuaresma es camino hacia la Pascua. El Evangelio del Primer Domingo habla de las dificultades de ese camino. No es una crónica de sucesos, pero relata hechos reales de la vida de Jesús. El Espíritu, que en el Bautismo acreditó a Jesús como Hijo Amado del Padre, lo empuja al desierto y  ahora se pone a prueba el modo, el estilo de ser Hijo de Dios. Se le tienta a apartarse de la opción clave de Dios que es la Encarnación. Jesús rechaza apartarse de Dios y los modos incorrectos, pecaminosos, de ser Hijo Amado y de realizar la misión salvadora  recibida del Padre.

PRIMERA TENTACIÓN: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.» Sería utilizar el ser Hijo de Dios en provecho propio, escapar a la dureza de la vida humana.  Saltarse el estilo de la encarnación. Respuesta de Jesús: « No sólo de pan vive el hombre».

SEGUNDA TENTACIÓN: “Te daré todo el poder y la gloria… Si  tú te rodillas delante de mí. Todo será tuyo»  En este mundo el que no tiene poder, fracasa. Para tener éxito se incita a Jesús a “adorar” el poder: si te postras, si pactas, si te pringas… Pero, eso es reconocer como dueño y señor a alguien distinto del Padre. Respuesta de Jesús: «Al Señor tu Dios adorarás y sólo a él darás culto».

ÚLTIMA TENTACIÓN:”Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo”; es rehuir la entrega dolorosa  por la relevancia y el “postureo” a fin de que la gente vea y se convenza. Sustituir la  cruz por el prestigio. La respuesta de Jesús: «Está mandado: No tentarás al Señor tu Dios» El único signo es la fidelidad al Padre.

La respuesta  de Jesús a las tentaciones marca el estilo del cristiano y de la comunidad que hoy escucha  la misma tentación: “Si quieres tener eficacia y resultados, utiliza el prestigio, los honores, arrímate a los poderosos que son los que te pueden patrocinar y dar medios, y aléjate del fracaso de la entrega, del sufrimiento y la cruz, utiliza la relación con Dios para salvaguardar tus intereses…”  Hay que mirar al Maestro. No todo vale. "No nos dejes caer en la tentación y líbranos el mal".
 Secundino Martínez Rubio


jueves, 11 de febrero de 2016

Entrad en Cuaresma

Entrad en Cuaresma convencidos,
listos para el combate, ligeros de equipaje,
la mente despejada,
entrañas llenas de ternura y misericordia,
calzado apropiado,
y mucha paciencia con vosotros mismos.

Dejaos mecer por la brisa del Espíritu;
poned vuestro corazón en sintonía
con los latidos de Dios y el grito de los afligidos,
bebed en los manantiales de la vida
y no os dejéis engañar por los espejismos del desierto.

Bajad del monte a los caminos de la vida,
bajad sin miedo y llenos de misterio.
No profanéis los templos vivos,
buscad de noche como Nicodemo
y, como aquellos griegos,
preguntad a discípulos y amigos
por Jesús y su Reino
y cómo sembrarse en el campo del mundo
para germinar a su estilo.

Vivid la Cuaresma bien despiertos,
caminando en comunidad,
con fe, esperanza y amor,
fijos los ojos en Jesús.
¡Daos esa oportunidad!


Florentino Ulibarri

viernes, 5 de febrero de 2016

DOMINGO V T.O. (C)

Evangelio Lc 5,1-11
En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret; y vio dos barcas que estaban junto a la orilla: los pescadores habían desembar-cado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: Rema mar adentro y echad las redes para pescar. Simón contestó: Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes. Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande, que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, que soy un pecador. Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: No temas: desde ahora serás pescador de hombres. Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.”
Reflexión
Pedro y sus compañeros, de profesión pescadores, pasaron la noche bregando y no pescaron nada. Cuando echan las redes en nombre de Jesús, que orienta su trabajo, se produce una pesca abundante.

También a nosotros  nos pasa. A veces, horas y horas de esfuerzo, bregando en la vida, con la familia, con los hijos, con los amigos, luchando en los ambientes donde vivimos y trabajamos y los resultados escasos. En la Parroquia buscamos y ofrecemos caminos nuevos, iniciativas, convocatorias, planes, programas… y no pocas veces,  tenemos las redes vacías. ¿Qué hacer?
 Tendríamos que fiarnos del Señor, como Pedro, y decir como él:”por tu palabra, echaré las redes”. Ante nuestras redes, muchas veces, vacías, deberíamos pensar lo que dijo Benedicto XVI y ha recordado Francisco: "No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el ENCUENTRO con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”. El Encuentro con esa Persona es lo fundamental ¿Estamos iniciando a eso? ¿Convocamos a ese ENCUENTRO o a tareas, programas, compromisos… a nuestras ocurrencias? Quizá tendríamos que salir de los caladeros del desanimo, soltar amarras, remar hacia adentro del mundo, y  ser testigos abrasados de ese Encuentro, navegantes confiados en el mar de sus proyectos, y sellados por su amor, y con su aliento, ser sus seguidores confiados,  pescadores de hombres ?

 S.Martínez Rubio