jueves, 28 de septiembre de 2017


Domingo XXVI T.O. (A)

EVANGELIO Mt 21,28-32
En aquel tiempo dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: -¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: «Hijo, ve hoy a trabajar en la viña». El le contestó: «No quiero». Pero después se arrepintió y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. El le contestó: «Voy, señor». Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre? Contestaron: El primero. Jesús les dijo: Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y aun después de ver esto vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis.

COMENTARIO

Los dirigentes religiosos de Israel le han pedido a Jesús que les explique con qué autoridad expone su mensaje y realiza sus acciones. Jesús les responde con tres parábolas. Una de ellas es la leemos este domingo.

Un padre envía a sus hijos a trabajar en su viña. El primero le responde: «No quiero», pero después se arrepiente y va. El segundo le dice: «Ya voy», pero luego no va a trabajar. Jesús implica a sus oyentes y  les pregunta: “¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?”. Sin darse cuenta llegaron a la conclusión a la que Jesús les quería llevar: “Contestaron: El primero”. 

Siguiendo la lógica de su respuesta Jesús concluyó la gran paradoja provocadora: “Los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino de Dios”. Una conclusión tan dura debió causar un desasosiego irritante en el auditorio. Era algo inaudito: atreverse a comparar a los observantes piadosos de la ley con los publicanos y prostitutas. Y encima dar la precedencia en el Reino de Dios a los segundos.
 
La razón última de la conclusión tan dura y paradójica la da Jesús: “Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron”.

Jesús estaba echando en cara la actitud de muchos que, oficialmente, decían que sí a la ley, al templo, a las Escrituras y al mismo Dios, pero que, con sus vidas y sus obras, estaban manifestando lo contrario. Y alababa la actitud de los que eran considerados públicamente como pecadores, pero que habían respondido a la llamada a la conversión.Porque lo importante lo que hacemos, no lo que decimos que vamos a hace

Ese es el quid de la cuestión: la conversión. Se trata de descubrir que todos somos pecadores de una forma o de otra. Y que, como los publicanos y prostitutas, necesitamos estar dispuestos a recapacitar y convertirnos. Pero esto no es fácil.

La pregunta de Jesús: “¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre? nos interpela hoy a nosotros. La parábola pone en cuestión el modo de hacer la voluntad del padre: no se trata de decir que sí o de muchas devociones, se trata de obedecer en la práctica al padre. ¿Nuestra fe nos lleva a “decir” o también a “hacer”?

Nos puede pasar lo que al hijo que dijo que si, pero no fue. Lo que les pasaba a los interlocutores de Jesús. Los “cumplidores” de Israel, los que creían tener la exclusiva de Dios. Gente de buenas palabras y modales, pero de pocos hechos que garantizasen la veracidad de las palabras. Los que recitan la ley sin desviaciones. Fieles guardianes de la verdad y celosos defensores de tradiciones; especialistas del “Si padre”, pero ausentes de la cita comprometida con la historia. Y, por ello, no podían entender que Jesús se juntase con los considerados pecadores.

 Nos puede pasar... Nos podemos sentir seguros con nuestros cumplimientos y pensar que nosotros no necesitamos conversión ni cambio. Podemos sustituir conversión y fidelidad al Evangelio por mera práctica piadosa. Pero, eso no basta. Porque como decía Jesús: “No todo el que dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos,  sino el que hace la voluntad  de mi Padre  que está  en los cielos” (Mt 7,21). O como dice el refrán castellano “obras son amores y no buenas razones”.Porque lo importante es lo que hacemos, no lo que decimos que vamos a hacer.

Secundino Martínez Rubio

  

miércoles, 20 de septiembre de 2017

DOMINGO XXV
 T.O.(A)

EVANGELIO Mt 20, 1-16

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: El Reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido. Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: ¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar? Le respondieron: Nadie nos ha contratado. El les dijo: Id también vosotros a mi viña. Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz: Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros. Vinieron los del atardecer, y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: Estos últimos han trabajado sólo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno. El replicó a uno de ellos: Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno? Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.


UN DIOS QUE NOS QUIERE
NO POR SER BUENOS SINO POR SER SUS HIJOS

Con ese Dios que anuncia Jesús peligran los privilegios, los meritos por ser pueblo elegido. A este Dios que quiere a todos, no por ser buenos, sino por ser sus hijos, no se le puede exigir que nos dispense un trato de favor frente a los hijos pródigos; con este Dios entran en el banquete de las bodas del Reino la “gente de los caminos”; y “los de siempre”, que se creen con derecho al banquete, se  pueden quedar fuera; con este Dios, los fariseos y cumplidores que ayunan, que pagan el diezmo, y que son grandes cumplidores, no tienen más derechos que el publicano. Este Dios se desvive por la oveja pérdida y  no se limita a las noventa y nueve cumplidoras. Con este Dios los publícanos y prostitutas tienen derecho al Reino, e incluso nos pueden llevar la delantera… Con Él pueden venir de oriente y occidente y sentarse a la mesa del reino, y los que se nos creemos elegidos quedarnos fuera. Este Dios tiene el corazón de Padre que quiere a los hijos por ser hijos, no por sus méritos, y precisamente quiere más a los que más lo necesitan: los pobres, los pecadores... los tirados en la cuneta de la vida. Este Dios paga lo mismo a los que han trabajado una hora en la viña que a los que llevan toda la vida en el tajo.
Y eso, para el personal, era escandaloso, era cambiar la religión; “ que nos van a quitar la fe ¡oiga!. Y  eso si que no, porque, como decía aquella señora: “mire Ud. habrá cambiado mucho la religión, pero al cielo, lo que se dice al cielo, iremos los de siempre”.  No estaría yo tan seguro señora, porque este Dios paga lo mismo a los que han trabajado una hora en la viña que a los que llevan toda la vida en el tajo.
Nos cuesta aceptar a  ese Dios. A mi también me pasa. Un Dios desconcertante, ya te digo. Pero maravilloso. Y…por cierto, ser bueno es parecerse a Él y querer a todos, también a los que no se lo merecen, que seguramente son los que más lo necesitan. Ya, ya comprendo que haya quien no lo entienda… Mucha gente no entendió a Jesús, o lo entendió pero no quiso aceptar el Dios que predicaba.

“Quiéreme porque te quiero”
no es lo que dice el querer
cuando es querer verdadero.
Las palabras verdaderas
del querer son las que dicen:
“Te quiero aunque no me quieras
J. Bergamín


lunes, 4 de septiembre de 2017





EUCARISTÍA 75 ANIVERSARIO

TEXTO DE LA HOMILÍA
Secundino Martínez Rubio



Queridos hermanos sacerdotes,
Miembros  la Junta de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Perdón y María Santísima de la Esperanza y Juntas de otras hermandades y Cofradías, que nos acompañáis
Respetables Autoridades, hermanos y hermanas todos.

Dicen que hace muchos años, 75 para la buena cuenta, llegó a nuestra ciudad la imagen de nuestro Padre Jesús del Perdón. Y aquí estamos hoy para celebrarlo, agradecidos al PASADO, comprometidos en el PRESENTE y esperanzados en EL FUTURO

1. GRATITUD AL PASADO RECIBIDO
Hoy miramos con gratitud al pasado recibido.  Un pasado que nos dice que, el 14 de enero de 1940, el Cabildo General de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Perdón, presidido por el párroco don Dimas Lopez y el hermano Mayor don Carlos Serrano González, reunido, aquí, en el Gran Teatro, por estar destruida la Ermita de la Vera Cruz, acordó adquirir una nueva imagen de nuestro Padre Jesús del Perdón, para sustituir a la antigua que, junto con su ermita, había sido destruida en la triste madrugada del 21 de julio de 1936. La Nueva Imagen, que hoy nos preside, fue encargada a D. Quintín de Torre y Berástegui, e hizo su entrada en Manzanares, por la estación de ferrocarril, el 29 de agosto de 1942, hace 75 años.[1] 

Eso, y no otra cosa, es lo que celebramos. La Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Perdón y María Santísima de la Esperanza nos ha convocado para celebrarlo y aquí estamos, con memoria agradecida al Señor, celebrando esta Eucaristía de acción de gracias;  aquí estamos en la Plaza del Gran Teatro, donde se tomó la decisión, desde el recuerdo agradecido a nuestros antepasados, que nos legaron esta tradición, esta fe, esta bendita imagen  de Nuestro Padre Jesús del Perdón; aquí estamos con nuestro sincero homenaje: elevando nuestra oración por ellos, la acción de gracias por tantos, que creyeron en nuestro Padre Jesús, que han rezado a sus plantas, que nos enseñaron acreer en él, a encenderle una vela para que acompañe a un familiar enfermo, a tirarle un besito cuando éramos niños, a rezarle un padrenuestro musitado entre lagrimas cuando nos ronda una pena, a dirigirle una sonrisa para agradecerle una alegría.
Aquí estamos con nuestra oración por nuestros antepasados y el recuerdo agradecido por la fe que nos dejaron.

2. COMPROMISO CON EL PRESENTE QUE VIVIMOS
Junto a la memoria agradecida, por el pasado, la conmemoración de este 75 aniversario,  es una llamada a continuar EN EL PRESENTE CON RENOVADO COMPROMISO LA FE QUE HEMOS RECIBIDO. No podemos vivir solo de recuerdos. Hundimos nuestras raíces en el pasado pero  no vivimos solo del pasado, nuestra fe no se reduce a recordar lo que nuestros antepasados hicieron. Tenemos que hacer nuestro camino hoy. con la antorcha de la fe encendida, e ir dejando al relevo un fuego mayor una llama más viva y si por mil razones nos hemos ido alejando: ¡regresa a la casa de esa fe!

¿Qué nos dice hoy la Palabra de Dios para vivir nuestro presente comprometidos?

 El relato del Evangelio que hemos escuchado es la continuación del episodio que leímos el domingo pasado en el que veíamos a San Pedro confesar que Jesús era el Mesías, el Hijo de Dios vivo y recibir de sus manos el mandato de presidir en el amor a la Iglesia. Pero cuando ésta escena concluye y Jesús comienza a hablar de su próxima Pasión y muerte, Pedro se desconcierta. No le cuadra la cruz, ni un Mesías sufriente. Nos puede pasar también a nosotros cuando intentamos seguir a Jesús pero sin complicarnos la vida.

 Nuestra tentación es imitar a Pedro: confesar solemnemente a Jesús como "Hijo del Dios vivo" y luego pretender seguirle sin cargar con la cruz. Vivir el Evangelio sin renuncia, ni coste alguno. No es posible.
Tenemos que preguntarnos:
¿Cómo afrontamos la vida, con la lógica de Dios y de Jesús o con la de Pedro? ¿Nosotros también somos de los que, como decía el poeta, no pueden cantar ni quieren al Jesús del madero, sino al que anduvo en la mar? ¿Nos hemos dado cuenta que la imagen de nuestro Patrón es la de un caído bajo el peso de la cruz en el camino del suplicio?

En la segunda parte del evangelio Jesús expone una serie de advertencias para los que quieran seguirle: "El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga".
Estas son las condiciones:

·        "Que se niegue a sí mismo". No es anularse ni autodestruirse. Significa no encerrarse en el propio egoísmo. No vivir pendiente solo del propio interés, de las propias ventajas, construir la existencia desde Jesucristo y para los demás.
·        "Que cargue con su cruz". Es asumir la inseguridad, la conflictividad, el rechazo y, a veces, la persecución. El que quiera seguir a Jesús ha de asumir ese sufrimiento, esa cruz.
 Esto que pide Jesús es duro, por eso, a continuación prueba con argumentos que sus condiciones, aparentemente tan duras, son las únicas sensatas:

Primer argumento: Dice el Señor "Si uno quiere salvar la vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará". Son dos caminos a elegir.

El primer camino: el que quiere salvar la vida, encerrarse en el egoísmo, vivir exclusivamente para uno mismo: (Cada mochuelo… - cada uno en su casa…- buena gana tienes…- total para lo que sacas…, a mi me importa un bledo…, el venga detrás que arree…- ese es tu problema tío…-) Este modo de vivir, buscando siempre la propia ganancia o ventaja, conduce al ser humano a la perdición. Es decir al desconsuelo, a la insatisfacción y al sinsentido.

El segundo camino: El de el que pierde la vida por el Señor, consiste en  vivir, como Jesús, abiertos al amor del Padre y los hermanos: renunciar a la propia seguridad o ganancia, buscando no solo el propio bien sino también el bien de los demás. Este modo generoso de vivir conduce al ser humano a su salvación. Se gana lo que se da; se pierde lo que se retiene.

Segundo argumento. Dice el Señor: "¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero si malogra su vida? La vida es el valor supremo que condiciona y determina el valor de las cosas. Luchar por esas cosas es mal negocio si peligra la vida misma.

Tercer argumento: El Hijo del hombre vendrá... y pagará a cada uno según su conducta”. Por eso nosotros, que miramos el pasado con gratitud y el presente con compromiso, confiados en nuestro Padre Jesús del Perdón, encaramos el FUTURO CON ESPERANZA

3. Volviendo al acontecimiento que hoy nos convoca, además de agradecer el pasado y comprometernos en el presente, AFRONTAMOS EL FUTURO CON ESPERANZA porque lo ponemos al amparo confiado de Nuestro Padre Jesús del Perdón y de Nuestra Señora de Altagracia: Nuestros Patrones 

A ellos encomendamos NUESTRO FUTURO: la alegría de los niños, la ilusión de los jóvenes, los trabajos y desvelos de los adultos, el dolor de los enfermos y el sereno atardecer de nuestros mayores… A nuestros dos Patrones quiero encomendar  en esta noche  a nuestra ciudad entera: - que les den la esperanza a los que ya nada esperan,  al que pide que lo saquen de las oscuras tormentas, al que suplica dolorido por la enfermedad y al que lleva en las entrañas el dolor de los problemas que se le clavan con fuerza. A los que no pueden más y están, como tu Señor, caídos en tierra. A todo nuestro pueblo confiamos a Nuestros Patrones: nuestro Padre Jesús del Perdón y Nuestra Señora de Altagracia

Y que Manzanares sepa, que  entre todos sus vecinos, no existe mayor grandeza que la que tiene el Señor que habita en la Vera-Cruz y la  que tiene su madre, Nuestra Señora de Altagracia, la que en esta casa vive, y donde, a todos recibe porque siempre está en ella,  aunque excepcionalmente, hoy  se ha salido a la calle, para saludar a su Hijo, pero ella, por tradición (¡tradición que nosotros respetamos!) ella no es callejera.

A nuestros dos mejores vecinos, Nuestro Padre Jesús del Perdón y nuestra Señora de Altagracia les pido la bendición para todos. Y vosotros os pido: Manzanareños decid conmigo:
¡¡Viva nuestro Padre Jesús del Perdón!!
¡¡Viva nuestra Señora de Altagracia!!

-Que ellos nos bendigan. Amén







[1] He tomado estos datos de MANUEL A. SERRANO DEL AMO: “Pregón”. III Centenario de la fundación de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús del Perdón. Manzanares.  SIEMBRA 151 (2009) 12