viernes, 29 de abril de 2016


DOMINGO VI DE PASCUA (C)


EVANGELIO 
Jn 14,13-29

E
n aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: -El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amara, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado ahora que estoy a vuestro lado; pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.
La paz os dejo, mi paz os doy: No os la doy como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: «Me voy y vuelvo a vuestro lado». Si me amarais os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.


REFLEXIÓN

NO DEJES DE  VISITAR A DIOS EN TU CORAZÓN.

         Seguimos  en el contexto de la Última Cena. El domingo pasado recordábamos el mandato nuevo que nos dejó el Señor. Pero, para que nuestro amor no sea ilusorio, Jesús pone un criterio concreto y preciso para saber si le amamos de verdad: Guardar su palabra. Tener su Palabra en el corazón y vivir conforme a ella. Esto quiere decir "guardar su palabra". Cuando esto sucede, se inaugura un modo nuevo de relación del hombre con Dios. Él quiere que lo busquemos en la intimidad de nuestro ser, porque es ahí, donde Él quiere estar presente y donde quiere habitar. Ahí, en nuestro interior, es donde secretamente solo mora. Ahí hemos de encontrarnos con Él.
La pena es que el corazón puede que sea el lugar que menos visitamos. Tenemos la manía de buscar siempre lejos de nosotros, en vez de buscar dentro de nosotros mismos. A veces nos sucede como decía San Agustín: buscamos a Dios fuera de nosotros, sin descubrir que Él habita en lo mas intimo de nuestro ser.
         La vida del cristiano es una maravilla, si es capaz de amar a Jesús y guardar fielmente la Palabra, porque esa vida, a pesar de sus oscuridades y dificultades será, ni más ni menos, que la morada de Dios, y por ello, morada de alegría, de serenidad, de paz…. Nos la asegura el Señor: Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde, sino, por el contrario, recibid la paz.
Guiados y alentados por el Espíritu, que nos hace comprender y “guardar” las palabras de Jesús, hemos de recogernos y entrar dentro de nosotros, no para ensimismarnos, sino para encontrarnos con Dios, que habita en nuestro interior. Y, desde ese encuentro de amor, recomponer nuestro ser, nuestro hacer y convivir. No dejes de peregrinar para encontrarte con Dios en el santuario de tu corazón.


Secundino Martínez Rubio

lunes, 25 de abril de 2016

RETIRO
PARROQUIAL
Día 27 de abril,
18:30 h
Salón Parroquial
de Altagracia


ENCUENTRO CON JESÚS EN EL CAMINO 


¿Dónde podemos encontrar HOY a Jesús resucitado? 

A través del relato de los de Emaús, Lucas responde: "en el camino de la vida, en las Escritura, en la Eucaristía y en la comunidad".
Así lo encontraron los de Emaús. Así lo hemos de encontrar nosotros.

jueves, 21 de abril de 2016


DOMINGO V DE PASCUA(C)



EVANGELIO
 (Jn 13,31-33a.34-35.)

C
uando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: -Ahora es glorificado el Hijo del hombre y Dios es glorificado en él (si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará).

Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado. La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros.


REFLEXIÓN

         El evangelio de hoy se sitúa en la Última Cena, en un contexto de despedida; cuando se dejan los encargos de mayor valor. Las últimas voluntades. El Testamento. Pues en ese contexto nos deja el Señor: un mandato nuevo.

         El Señor está hablando a los suyos, a la comunidad, a nosotros. Nos pide que nos amemos como Él nos ha amado. En eso está lo nuevo, en el modo de ese amor. Un amor, gratuito, generoso, universal, incondicional; un amor que no nace de la pura simpatía, un amor sin límites. Nosotros ponemos muchos límites: limitamos el número de personas a amar, la duración de nuestro amor, la intensidad… El que Jesús pide es ¡Sin límites! Amar a todos, especialmente a los que menos lo merecen, que son, seguramente, los que más lo necesitan. Sin límites, sin condiciones, hasta despojarnos de todo, hasta gastarnos del todo, hasta darnos del todo, hasta la muerte. O sea, amar a todos, del todo y en todo. Amar como Jesús, que es encarnación del amor de Dios. ¡Claro está, un amor así, sólo con la fuerza del Espíritu podremos vivirlo!

         Ese amor mutuo, dice Jesús, será el signo, la señal, el distintivo por el que la gente ha de reconocernos a sus seguidores. ¿Nos conoce la gente por eso? ¿Cuál es el estilo de vida de nuestra comunidad? ¿Cómo son nuestras relaciones? ¿Nos conoce la gente por el amor mutuo, o nos conoce porque andamos divididos en líneas, tendencias, simpatías o antipatías, progresismos o integrismos…? ¿Se vive entre nuestros Grupos, Hermandades, Asociaciones, Movimientos, Congregaciones, Parroquias, etc., el calor del amor mutuo, o hace, en nuestra Iglesia, un frío que hiela el alma?


         Es para pensarlo. Es para preguntarnos si, con nuestra actitud, no estaremos contribuyendo que la gente no reconozca a la Iglesia como Sacramento de salvación. Porque, mucha gente, que nunca va acudir a nuestras reuniones, encuentros, convivencias, charlas, a nuestras misas etc., el único “evangelio” que va a leer es nuestra vida: “La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros”  nos dijo el Señor. Es para pensarlo. 

jueves, 14 de abril de 2016


DOMINGO IV DE PASCUA (C)


EVANGELIO  (Jn 10,27-30.)

E
n aquel tiempo dijo Jesús: -Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano.

Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno

REFLEXIÓN
Evangelio de este domingo esta situado en el CONTEXTO de la Fiesta de la Dedicación del Templo, Jesús está en Jerusalén, es invierno y se pasea por el pórtico de Salomón. Los judíos le rodean en un ambiente tenso y conflictivo y Él les dice abiertamente: “No sois ovejas mías”;  después continúa el texto del evangelio de hoy, en el que Jesús se presenta como Pastor y habla de sus ovejas.

Jesús utiliza la alegoría del PASTOR para explicar su relación con los que le siguen. No se presenta como la “barita mágica” que nos libra DE los problemas, sino como el pastor que nos acompaña EN los problemas. No elimina, sino que ilumina nuestras oscuridades. Y tenemos la seguridad de que no pereceremos para siempre y nadie nos arrebatará de su mano, aunque caminemos por cañadas oscuras.

Tener a Jesús como Buen Pastor no se reduce a aceptar intelectualmente unas creencias, es aceptar a Jesús, Hijo de Dios, como la verdad última de la vida, el criterio supremo de actuación y la única esperanza de salvación ,que nos conoce y nos da la vida eterna. Ese encuentro personal con Cristo es decisivo en la fe cristiana. Hoy se ve mucha gente en un “sin-vivir”, sin rumbo, desnortados; otros decepcionados del rumbo que llevan; mucha gente que anda “como ovejas sin pastor”. ¿A dónde voy? ¿A quien sigo? ¿Quién me pastorea?

Dice el Señor que sus ovejas ESCUCHAN SU VOZ. Hoy no es fácil escuchar. Estamos saturados de palabras, de mensajes, de voces, de anuncios… Y cuesta hacer silencio, estar atentos, permanecer abiertos, escuchar La Palabra. Necesitamos con urgencia recuperar el silencio y la capacidad de escucha, si no queremos caer en una vida sin sentido, ¡in-sensata! Lo primordial de la fe no es creer cosas sobre el Pastor, sino escuchar su  llamada y fiarnos de Él, creerle a Él.

Además de escuchar, dice Jesús que sus ovejas LE SIGUENSeguirlo no se reduce a aceptar unas creencias, a llevar a cabo unas prácticas y a obedecer unas normas. Seguir a Jesús es vivir como el vivía, creer lo que Él creía,  defender lo que defendía, juntarse con los que el se juntaba, vivir y morir con la esperanza que él lo hizo.

LA BUENA NOTICIA DE HOY:El Señor nos conoce, nos da la vida eterna, no pereceremos para siempre y nadie nos arrebatará de su mano.
Secundino Martínez Rubio

viernes, 8 de abril de 2016

DOMINGO III DE PASCUA (C)

EVANGELIO
(Jn 21, 1-19)
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: Me voy a pescar. Ellos contestan: Vamos también nosotros contigo. Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: Muchachos, ¿tenéis pescado? Ellos contestaron: No. El les dice: Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis. La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: Es el Señor. Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: Traed de los peces que acabáis de coger. Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: Vamos, almorzad. Ninguno de los discípulos se abrevia a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da; y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.[Después de comer dice Jesús a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? El le contestó: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dice: Apacienta mis corderos. Por segunda vez le pregunta: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? El le contesta: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. El le dice: Pastorea mis ovejas. Por tercera vez le pregunta: Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó:-Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero. Jesús le dice: Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras. Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: Sígueme.]


REFLEXIÓN
Después de la Resurrección los discípulos vuelven  a la vida diaria, a la pesca, que era su oficio, y sus trabajos no han tenido mucho éxito, pues “Aquella noche no cogieron nada”.  

De noche, y… sin Jesús,  la lucha es en vano, el esfuerzo sin fruto. También nosotros, personal y comunitariamente, hemos tenido, a veces, la misma experiencia: mucho esfuerzo y pocos o ningún fruto. Y… ¡mira que, en ocasiones, hemos bregado!

 “Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla […] El les dice: Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis. La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces.  Sólo la presencia de Jesús resucitado puede dar eficacia al trabajo evangelizador de sus discípulos.

Personal y comunitariamente habremos de ir aprendiendo que el seguimiento de Jesús y la misión evangelizadora, no son cosas que dependan de nuestras bellas ideas y generosas decisiones, de nuestros programas y proyectos, de nuestros esforzados compromisos, -¡aunque todo ello sea necesario!- sino del don del Resucitado, que está en nuestra vida abriendo posibilidades de plenitud. No es lo que nuestros esfuerzos consiguen, sino lo que se nos regala en su nombre; porque en Él acontece lo inesperado, el éxito y el sentido, la vida nueva, que no va a quedar frustrada por la CRUZ del vacío,  del fracaso, de la nada.

 Ya vamos viendo, como los discípulos, que no se trata sólo de entregar cosas, sino de entregar la propia persona. Ni se trata de echar la red solamente, sino de echarla en nombre del Señor. Porque sólo en su nombre podremos atravesar la experiencia de la cruz sin desfallecer. Fiados en nosotros no llegaremos muy lejos. ¡Ya lo decía Teresa de Jesús!: “Todo aprovecha poco si, quitada de todo punto la confianza en nosotros, no la ponemos en Dios”  (Vida 8,12)


Secundino Martinez Rubio
¡¡¡ NUEVO OBISPO DE CIUDAD REAL !!!


La Santa Sede ha hecho público, a las 12.00 h. de hoy, viernes 8 de abril, que el Papa Francisco ha nombrado a Mons. Gerardo Melgar Viciosa, hasta el momento Obispo de Osma-Soria, obispo de nuestra diócesis de Ciudad Real.


¡BIENVENIDO A ESTA IGLESIA, D. GERARDO! CUENTE CON NUESTRA ORACIÓN Y COLABORACIÓN PARA LLEVAR ADELANTE LA MISIÓN ENCOMENDADA.