sábado, 27 de enero de 2018


DOMINGO IV T.O.(B)


EVANGELIO Mc 1,21-28

Llegó Jesús a Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su enseñanza, porque no enseñaba como los letrados, sino con autoridad. Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: -¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: El Santo de Dios. Jesús lo increpó: -Cállate y sal de él. El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: -¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y lo obedecen. Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

REFLEXIÓN

Hemos escuchado las lecturas del cuarto domingo del tiempo ordinario sobre las que vamos a reflexionar.

La primera lectura es del libro del Deuteronomio. Nos ha dicho que al pueblo de Israel le asustaba la manifestación Dios cuando se ponía en contacto con ellos. Por eso, le piden a Moisés que interceda ante Dios para que su Palabra les llegue a través de profetas y no directamente. El Señor accederá a la petición del pueblo y suscitará personas que anunciaran en nombre de Dios lo que Él quiera comunicar al pueblo y en su nombre denunciaran los pecados. Esas personas  son los profetas.
Por el Bautismo el cristiano participa del profetismo de Cristo. Nuestra tarea es anunciar el Reino de Dios y denunciar lo que se le opone. ¿Lo hacemos?
        
 La segunda lectura es de la primera carta de San Pablo a los cristianos de Corinto. Les habla de los diversos estados de la vida: de la soltería, del matrimonio. Todo es bueno pero, si alguien quiere dedicarse en profundidad al Señor y a la causa del evangelio, será mejor que no busque formar una familia y que dedique todas sus energías y todo su tiempo a la misión para la que se siente llamado. Pablo no trata de imponer nada a nadie pero sugiere que el servicio total al Señor requiere una disponibilidad completa. Esto es lo que hoy hacen las personas consagradas, los misioneros, los monjes. Recemos hoy, de una forma especial, por ellos.

San Marcos, en el Evangelio,  nos sitúa en Cafarnaúm, un sábado; Jesús entra en la sinagoga y enseña. Marcos no concreta su enseñanza. Lo que dice es la reacción del auditorio:” se quedaron asombrados de su enseñanza, porque no enseñaba como los letrados, sino con autoridad.” Sin embargo, no todos están de acuerdo. Hay uno que reacciona en contra: un endemoniado. Jesús, ordena que el mal salga de esa persona y que el bien, la paz y el amor ocupen su lugar. No opone resistencia.
Sólo puede protestar, reconocer que los suyos están derrotados y abandona, retorciéndose y  huyendo.

Las palabras que Marcos pone en su boca son esenciales: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.» En esas palabras  se condensa el misterio de Jesús y de su actividad.

El misterio de Jesús: es en realidad “el Santo de Dios”.La actividad la pregunta del endemoniado la deja claro: ha venido a acabar con los demonios y el poder de Satanás.

Jesús sana y transforma desde el interior de las personas, desde lo más “oscuro” que nos habita y nos turba,  en aquellos espacios cerrados a la presencia salvadora de Dios. Nuestra experiencia de Jesús puede ser, debe serlo, así de sanadora. ¿Lo es?

Pidamos al Señor que nos ayude a vencer el mal que pueda haber en cada uno de nosotros y que como Jesús  ayudemos a liberarse a todos los oprimidos por el mal, de todos sus demonios, de las fuerzas del mal, los “malos espíritus” que nos deshumanizan.

Infancia misionera
Este domingo la Iglesia nos propone, a través de la Jornada de Infancia Misionera, que recordemos a los misioneros y su labor evangelizadora.
Con el Lema: “ATRÉVETE A SER MISIONERO La   Infancia Misionera pretende  ayudar a que los niños vayan descubriendo la universalidad de la fe y, en consecuencia, su dimensión misionera.

Secundino Martínez Rubio

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