viernes, 24 de noviembre de 2017

DOMINGO XXXIV T.O.(A)
EVANGELIO  (Mt 25,31-46)
  
E
n aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Cuando venga en su gloria el Hijo del Hombre y todos los ángeles con él, se sentarán en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones. El separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme. Entonces los justos le contestarán: Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte? Y el rey les dirá: Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis. Y entonces dirá a los de su izquierda: -Apartaos de mí, malditos; id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis. Entonces también éstos contestarán: Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel y no te asistimos? Y él replicará: -Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo. Y éstos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna.

COMENTARIO
Celebramos la Solemnidad de Cristo Rey. Es el último de los domingos del Tiempo Ordinario que concluye con una imagen impactante: la de Jesús Rey del Universo. Un Rey distinto, eso sí, a los reyes de este mundo.
        
La primera lectura,  es del profeta Ezequiel, que acompañó a su pueblo en los años en los que este fue esclavo, lejos de la patria, en Babilonia. En el texto de hoy el profeta pone en boca de Dios sentimientos de ternura hacia su pueblo. Presenta a Dios como buen pastor que cuida y se preocupa de esas ovejas que son los desterrados: “apacentaré a mis ovejas, vendaré a las heridas, curaré a las enfermas”. Siglos más tarde, el propio Jesús se presentará a sí mismo como un Buen Pastor que cuida de sus ovejas, que deja las noventa y nueve en el redil y va en busca de la perdida. Cuando hablamos de Jesús como Rey, debemos pensar más bien, en esa imagen entrañable de un Buen Pastor a quien le importa, y mucho, todas y cada una de sus ovejas.
        
La segunda lectura, tomada de la primera carta de San Pablo a la comunidad cristiana de Corinto. Nos ha hablado de la resurrección de Jesús y de nuestra propia resurrección. También del poder de ese Jesús que aniquilará todo principado, poder y fuerza (propios del mal) y pondrá en las manos del Padre Dios su reino de justicia, de amor y de paz. Son Palabras de esperanza para nosotros a quienes nos aguarda un futuro de felicidad, más allá de las fronteras de una muerte que habrá dejado de existir para siempre.
        
El relato del evangelio, nos ha contado la parábola del Juicio Final que tantas veces  hemos escuchado. Una parábola en la que aparece el propio Jesús como Rey del Universo, como Juez de vivos y muertos. A nadie se le preguntará por el puesto que ocupó en la vida o por las riquezas y honores que logró acumular. Lo decisivo no será la condición social, ni el talento personal o el éxito conseguido, El amor mutuo y, en particular, la atención a los necesitados será el criterio  que verificará la autenticidad de nuestra vida cristiana. Lo decisivo ante Dios no serán las acciones religiosas, sino estos gestos humanos de

amor y ayuda a los necesitados, que verifican la autenticidad de nuestras acciones religiosas. Un amor práctico que se traduce en hechos concretos: «dar de comer», «dar de beber», «acoger al inmigrante», «vestir al desnudo», «visitar al enfermo o encarcelado».
 Todos tendremos que responder sobre lo que hicimos con los que pasaban hambre, con los que estaban enfermos, con los transeúntes y mendigos, con los necesitados. Lo hecho con ellos es como si se lo hubiéramos hecho al propio Jesús y, lo dejado de hacer, es como si se lo hubiéramos dejado de hacer a él.

"A la tarde- como decía San Juan de la Cruz- te examinarán en el amor; ".Vivamos de tal manera que un día podamos escuchar: “Heredad el reino preparado para vosotros”


 Secundino Martinez Rubio



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