DOMINGO DE
PENTECOSTÉS
EVANGELIO Jn 20,19-23
A
|
l anochecer de aquel día, el día
primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas
cerradas por miedo a los judíos. En esto entro Jesús, se puso en medio y les dijo:
-Paz a vosotros.
Y diciendo esto, les enseñó las
manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.
Jesús repitió: -Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os
envío yo.
Y dicho esto, exhaló su aliento
sobre ellos y les dijo: -Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los
pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”.
REFLEXIÓN
Pentecostés
era una fiesta judía que se celebraba cincuenta días después de Pascua; en el
Antiguo Testamento también recibe el nombre de la fiesta de las semanas (Nm 28, 26 y Dt 16,9ss). El libro de los
Hechos de los Apóstoles dice que fue en una fiesta de Pentecostés, cuando el
Espíritu Santo desciende sobre la primitiva Iglesia, que estaba encerrada en el
Cenáculo
Al anochecer, encerrados y como miedo, así estaban los discípulos. A veces estamos en idéntica situación:
“Al anochecer” de las ilusiones y esperanzas, jaspeados de
tristeza, agazapados en la añoranza del pasado, en un crepuscular y negro
pesimismo, en la nube del desaliento, con aguaceros de lamentos. “Con las puertas
cerradas”, aislados, recluidos,
sin nada que decir, ni que esperar, sin “cartas de navegación”, huyendo de los
aires que corren en la calle, dimitiendo de vivir.
”Con miedo”, acobardados, sin
aliento.
“Entró Jesús y se puso en medio”. Es la experiencia de la resurrección. La noche se hizo
día. Las puertas se abrieron. El miedo salió temblando. Entró y les sonrió la
alegría. Los acobardados se llenan de audacia, los tristes de gozo, los
desencantados se entusiasman, los desunidos logran una profunda comunión.
Resucitan.
“Paz a vosotros”. El regalo del
Resucitado.
“Les enseñó las manos y el costado”. No es un fantasma, es el Señor, el mismo del Calvario.
Las heridas son su tarjeta de identidad. “Se llenaron de alegría” sentimiento
fundamental de la fe pascual.
"Como el Padre me ha enviado, así también os envío
yo". Enviados a llevar al
corazón del mundo la
Buena Noticia del amor de Dios. Iglesia misionera, testigos
de ese amor.
"Sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el
Espíritu Santo". A los muertos de miedo y tristeza, que han dimitido de vivir,
el Viviente les comunica el Espíritu,
Señor y dador de vida. Él es el RUIDO que despierta de tranquilidades, el IMPULSO
misionero, el VIENTO recio que empuja del Cenáculo a la calle, la LLAMA que
calienta la comunión e ilumina la misión, la FUERZA que nos capacita para
afrontar la cruz, compañera imprescindible de camino.
En este día de Pentecostés, y siempre, pedimos al Señor que venga
su Espíritu Santo, para que fortalezca
nuestra fe, para que nos haga testigos valientes de su amor en el mundo.
Secundino Martínez Rubio
No hay comentarios:
Publicar un comentario