viernes, 20 de septiembre de 2019


Domingo XXV T.O.(C)

(Lc 16, 1-13)

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Un hombre rico tenía un administrador y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: ¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido. El administrador se puso a echar sus cálculos: ¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa. Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo, y dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo? Este respondió: Cien barriles de aceite. El le dijo: Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe «cincuenta».Luego dijo a otro: Y tú, ¿cuánto debes? El contestó: Cien fanegas de trigo. Le dijo: Aquí está tu recibo; escribe «ochenta». Y el amo felicitó al administrador injusto por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz. Y yo os digo: Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo, tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el vil dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, lo vuestro, ¿quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos: porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.

REFLEXIÓN

Hemos escuchado la Palabra de Dios. Vamos a reflexionar sobre ella para ver qué es lo que  Dios nos dice a todos y a cada uno de nosotros, para que penetre en nuestro corazón y transforme nuestra vida.
        
La primera lectura es del profeta Amós. Un hombre sencillo, que era pastor y cultivador de higos. Amos veía la riqueza de unos y la pobreza de otros y le dolía la actitud que los ricos y poderosos adoptaban con los más necesitados. Un día, dejó su trabajo y se echó a los caminos denunciando las injusticias, atacando con dureza la actitud de los opresores y defendiendo a los débiles y oprimidos. Decía que la conducta de los opresores ofendía también a Dios; que el Señor quería el bienestar para todos, que nadie pasara hambre, que todos tuvieran lo necesario para vivir, que el compartir era un mandato irrenunciable. Tendríamos que meditar despacio las palabras del profeta y obrar en consecuencia.
        
La segunda lectura, de San Pablo a su amigo y discípulo Timoteo, ha hecho referencia a la oración que, como creyentes, estamos llamados a hacer por todos: también por aquellos que están constituidos en autoridad. Recemos por todos, pues Dios quiere que todos los hombres se salven y la oración hará posible que eso sea una realidad.        

En el Evangelio Jesús enseña cuáles han de ser las actitudes, del que quiera ser su discípulo, ante el dinero y el uso de los bienes materiales.

La parábola del administrador corrupto y astuto resulta sorprendente, pues parece presentar como modelo a una persona que obra injustamente. El protagonista es un administrador que, por su mal comportamiento, va a ser despedido del trabajo.
Ante el futuro incierto que se le presenta piensa en cómo hacerse amigos que le ayuden el día de mañana, cuando quede sin empleo. Para ello modifica los estados financieros y falsifica las facturas y recibos de los deudores de su amo disminuyéndoles la deuda. Era de esperar que el amo, al enterarse, condenará su actuación, y sorprendentemente El amo tuvo que reconocer que su mal administrador había procedido con astucia. Pues los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz”

La parábola no alaba ni el derroche, ni la estafa del administrador. Jesús no hace un juicio moral sobre su conducta, que evidentemente no es correcta. Lo que Jesús alaba es su astucia y capacidad de previsión. El administrador no es un modelo. Pero, hay una actitud en la que puede considerarse modelo. Este hombre utiliza el dinero para conseguir amigos que le ayuden en el futuro difícil que le espera. Y esa es la lección que saca Jesús: También los "hijos de la luz" deben ser previsores de su futuro, y emplear los bienes para ganarse amigos: los pobres, que un día les reciban en las moradas eternas. Jesús nos pide que imitemos la astucia de este hombre, no para asegurarnos un futuro material, sino para entrar  en el Reino de Dios.
A la parábola siguen  tres dichos cortos sobre la actitud del discípulo ante los bienes materiales y cómo usarlos correctamente. Los tres pueden resumirse en la conclusión: “Nadie puede servir a Dios y al dinero”.

La lección de hoy es: Jesús nos dice que el dinero y los bienes materiales -aunque sean necesarios para vivir- siempre incluyen el peligro de esclavizarnos, obsesionarnos y hacernos unos egoístas que olvidan a Dios y a los hombres. El seguidor de Jesús está llamado a utilizar los bienes para compartir, especialmente con los más necesitados, ellos han de ser los que nos reciban en las moradas del Reino eterno. Esa es la única rentabilidad que nos puede dar el dinero de cara a nuestro futuro eterno. ¡Invierte!

 Secundino Martínez Rubio.


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