DOMINGO 2º
T.O. (C)
Evangelio Jn 2,1-12
Reflexión
Juan
no habla de "milagros", a los gestos sorprendentes que realiza Jesús
los llama siempre "signos". Desde ellos hemos de comprender la misión salvadora de
Jesús. En el texto de hoy
el signo es la conversión del agua en vino durante una boda. Ese es el primer signo
El signo tiene diversos niveles de
significación:
·
La Boda y la alegría: No es casualidad la primera aparición pública de Jesús sea
en una fiesta de bodas. Ha llegado
el tiempo de las bodas, de la fiesta, de la alegría. Con Jesús llega la fiesta
con vino nuevo, el gozo del Reino. Este Cristo no se vincula a la revuelta social que defienden los
celotas, ni se vincula al culto del
templo que esperaban los saduceos,
no se queda en la ley como suponían
los fariseos. Ni se retira al desierto como los esenios. Este Cristo
empieza en una boda, en la alegría de la fiesta con el vino mejor. Del que todavía seguimos bebiendo.
·
Siempre
decimos Las Bodas de Caná, y el texto habla de una sola boda ¿o será que
habla de más bodas? En el Antiguo Testamento, la alianza de Dios con su Pueblo
se ha presentado muchas veces con la imagen de una boda. Nos lo ha recordado la
primera lectura de Isaías que presenta la alianza como un verdadero desposorio:
“Ya no te llamarán ‘Abandonada’…a ti te
llamarán ‘Mi favorita’ (Hefzi-ba ), y a tu tierra desposada (Beula )… Como un joven se casa con su
novia, así te desposa el que te construyo”.
Quizás es que hay dos bodas, la de los
novios de Caná y la de Dios con su pueblo. En ese pacto de amor, en esa Alianza
antigua de Dios con su pueblo, en esa boda, faltaba el vino. Están las tinajas
para las purificaciones que manda la ley. Pero vino no hay. Y aparece un nuevo
pacto, una nueva alianza, una nueva boda de Dios con su pueblo. Y Jesús es el
verdadero novio que ha venido a desposarse con la humanidad. Es el Hijo de Dios
que ha venido a restablecer la
Alianza de amor con nosotros. El convertirá el agua de la
Antigua Alianza en vino bueno de Alegría.
Estamos de boda
No, no estamos Abandonados. En Jesús,
Dios ha restablecido la alianza de amor con la humanidad. Y, a esta boda de Dios con la humanidad en su
Hijo, todos estamos invitados. Dios ama a la Humanidad y a cada uno
como un enamorado. Con un amor capaz de llegar hasta la Cruz , donde se manifestó el
amor más grande. Pero mucha gente, y a nosotros también nos pasa, no nos damos
cuenta que estamos de boda. Es decir, de fiesta, de alegría ¿Te lo crees?
Porque mucha gente cree que esto de ser cristiano es andar a “pan y agua”. Y lo
de Jesús es fiesta y con vino
En
la boda de Caná se dio cuenta la Madre de que faltaba el vino. Yo creo que este
mundo cambiará cuando haya madres que se den cuenta que sus hijos tienen muchas
cosas, pero “les falta el vino”. Porque en ocasiones nos falta el “vino” de la
ilusión y la alegría y nos vemos ante la dificultad, como los novios de Caná. Y
aunque tengamos de todo, si falta el vino de la salvación que trae Jesús, se
nos acaba la fiesta, se acaba la salvación.
Hoy el Evangelio nos muestra que ni la
humanidad, ni cada uno de nosotros, estamos abandonados. Que Dios nos ama y nos
invita a la fiesta de su amor. Que
Jesús, el Hijo de Dios, es la presencia del Dios que nos ama con locura. Que a
veces se nos acaba el vino. Pero, si
hacemos lo que Jesús nos diga, si ponemos a su disposición el agua pobre y
sencilla de nuestra vida, el Señor la convertirá en el vino nuevo de la alegría
salvadora.
¿Cómo andas de vino?
Secundino Martínez Rubio
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