miércoles, 13 de enero de 2016


DOMINGO 2º 

T.O. (C)

Evangelio Jn 2,1-12

Reflexión

“En Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos

Juan no habla de "milagros", a los gestos sorprendentes que realiza Jesús los llama siempre "signos". Desde ellos  hemos de comprender la misión salvadora de Jesús. En el texto de hoy el signo es la conversión del agua en vino durante una boda.  Ese es el primer signo

 El signo tiene diversos niveles de significación:

·        La Boda y la alegría: No es casualidad la primera aparición pública de Jesús sea en una fiesta de bodas. Ha llegado el tiempo de las bodas, de la fiesta, de la alegría. Con Jesús llega la fiesta con vino nuevo, el gozo del Reino. Este Cristo no se vincula a la revuelta social que defienden los celotas, ni se vincula al culto del templo  que esperaban los saduceos, no se queda en la ley como suponían los fariseos. Ni se retira  al desierto como los esenios. Este Cristo empieza en una boda, en la alegría de la fiesta con el  vino mejor. Del que todavía seguimos bebiendo.
·        Siempre decimos Las Bodas de Caná, y  el texto habla de una sola boda ¿o será que habla de más bodas? En el Antiguo Testamento, la alianza de Dios con su Pueblo se ha presentado muchas veces con la imagen de una boda. Nos lo ha recordado la primera lectura de Isaías que presenta la alianza como un verdadero desposorio: “Ya no te llamarán ‘Abandonada’…a ti te llamarán ‘Mi favorita’ (Hefzi-ba ), y a tu tierra desposada  (Beula )… Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyo”.

Quizás es que hay dos bodas, la de los novios de Caná y la de Dios con su pueblo. En ese pacto de amor, en esa Alianza antigua de Dios con su pueblo, en esa boda, faltaba el vino. Están las tinajas para las purificaciones que manda la ley. Pero vino no hay. Y aparece un nuevo pacto, una nueva alianza, una nueva boda de Dios con su pueblo. Y Jesús es el verdadero novio que ha venido a desposarse con la humanidad. Es el Hijo de Dios que ha venido a restablecer la Alianza de amor con nosotros. El convertirá el agua de la Antigua Alianza en vino bueno de Alegría.
Estamos de boda
No, no estamos Abandonados. En Jesús, Dios ha restablecido la alianza de amor con la humanidad. Y, a esta boda de Dios con la humanidad en su Hijo, todos estamos invitados. Dios ama a la Humanidad y a cada uno como un enamorado. Con un amor capaz de llegar hasta la Cruz, donde se manifestó el amor más grande. Pero mucha gente, y a nosotros también nos pasa, no nos damos cuenta que estamos de boda. Es decir, de fiesta, de alegría ¿Te lo crees? Porque mucha gente cree que esto de ser cristiano es andar a “pan y agua”. Y lo de Jesús es fiesta y con vino

 En la boda de Caná se dio cuenta la Madre de que faltaba el vino. Yo creo que este mundo cambiará cuando haya madres que se den cuenta que sus hijos tienen muchas cosas, pero “les falta el vino”. Porque en ocasiones nos falta el “vino” de la ilusión y la alegría y nos vemos ante la dificultad, como los novios de Caná. Y aunque tengamos de todo, si falta el vino de la salvación que trae Jesús, se nos acaba la fiesta, se acaba la salvación.

Hoy el Evangelio nos muestra que ni la humanidad, ni cada uno de nosotros, estamos abandonados. Que Dios nos ama y nos invita a la fiesta de su amor.  Que Jesús, el Hijo de Dios, es la presencia del Dios que nos ama con locura. Que a veces se nos acaba el vino. Pero, si hacemos lo que Jesús nos diga, si ponemos a su disposición el agua pobre y sencilla de nuestra vida, el Señor la convertirá en el vino nuevo de la alegría salvadora.
¿Cómo andas de vino?


Secundino Martínez Rubio

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