sábado, 9 de enero de 2016

FIESTA DEL
 BAUTISMO 
DEL SEÑOR

EVANGELIO (Lc 3,15-16.21-22.)


REFLEXIÓN

Celebramos la fiesta del Bautismo del Señor que cierra el ciclo litúrgico de Navidad. Es otra epifanía. Otra manifestación pública de lo que significa Jesús. Antes de comenzar su vida pública, Jesús acude al rio Jordán a ser bautizado por Juan y allí es proclamado ante el pueblo judío como el Hijo amado de Dios”, el “predilecto”,  cuyo estilo será el de siervo. Su vida mostrará, paso a paso, el caminar de Dios entre nosotros,

·       En primer lugar, en el Bautismo de Jesús se nos manifiesta quién es Jesús. El  Hijo amado de Dios, el Ungido por el Espíritu Santo; la Palabra de Dios que habita ya entre nosotros. El Mesías, esperado por el Pueblo de Israel, que ya ha llegado; que está en la fila de los hombres que tiene ganas de cambiar las cosas y se han apuntado al movimiento de renovación que anuncia el Bautista.

·        En segundo lugar, en el Bautismo de Jesús se nos manifiesta el modo de ser Mesías. Su estilo no será el de la fuerza y el poderío, sino el estilo del siervo de Yahvé que había anunciado Isaías: no gritará, no clamará, no voceará por las calles, traerá una nueva justicia al mundo. Estará cerca de los que se sienten rotos como cañas cascadas, apoyara a los que andan vacilantes, como velas temblorosas. Su estilo será el de Siervo: servir.

A este Hijo es al que hemos de seguir. A este Cristo es al que nosotros nos hemos unido por el Bautismo y eso significa dos cosas:

Primera: Que ese Hijo, el Amado del Padre, es el que trae la salvación. Que Él es el único Salvador de nuestras vidas rotas como cañas, vacilantes como velas, machacadas por la dureza de la vida y
 de la muerte. No hay otro nombre del que podamos esperar la salvación. A Él estamos unidos por el Bautismo y a Él hemos mirar, escuchar y seguir.

Segunda: mirar, escuchar y seguir a ese Hijo Amado, significa también que, unidos a Él por el Bautismo, estamos llamados a vivir su estilo: el del siervo. Siendo pacientes con los que vacilan, dando ánimos y apoyando a los que se encuentran rotos.
Luchando por una justicia nueva en nuestro mundo. Bajando de nuestros rangos, despojándonos de nuestras alcurnias y troníos, haciéndonos como Él humildes, pequeños, servidores, uno de tantos, acercándonos y poniéndonos en la fila de los hombres y mujeres y a su servicio. Para ello también nosotros recibimos la fuerza del Espíritu Santo, que descendió sobre nosotros en nuestro Bautismo

Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto” nos dice la voz del cielo. Éste, y de ese modo. Pidamos hoy a Dios que nos ayude:  A reconocer a Jesús como el Mesías, Hijo de Dios como el único Salvador. Que lo reconozcamos así: como Siervo.- Y que lo sigamos siendo como Él, viviendo como Él.

 Secundino Martinez Rubio

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