viernes, 7 de octubre de 2016


DOMINGO XXVIII T.O. (C)



EVANGELIO
(Lc 17,11 19.)


Y

endo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea.
Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros. Al verlos, les dijo: Id a presentaros a los sacerdotes. Y mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos, y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Este era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo:-¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios? Y le dijo: -Levántate, vete; tu fe te ha salvado.

REFLEXIÓN

El pasaje del Evangelio de hoy nos presenta un milagro del Señor: la curación de diez leprosos; el relato consta de cuatro momentos:

Primer momento: Súplica a Jesús. "Vinieron a su encuentro diez leprosos". Diez excluidos de la  sociedad que gritan a Jesús suplicando ayuda: Maestro, ten compasión de nosotros”.
Es el grito de todos los hombres que descubren sus límites y llaman a la puerta del misterio en busca ayuda. La situación de los leprosos era de exclusión total, tanto religiosa como social. Viven lejos de la sociedad, tienen que mantenerse a distancia, hablan a gritos. Jesús los envía a los sacerdotes  para que testifiquen oficialmente la curación y puedan volver integrarse en pueblo como mandaba la ley.

Segundo momento: Curación. Y mientras iban de camino, quedaron limpios;  
Se produce el milagro externo: todos quedan curados. Los nueve leprosos judíos siguieron su camino; aceptan el prodigio con naturalidad. Se acercaron a Jesús solamente para que los curara de la lepra y lo han conseguido. Su encuentro con Jesús no ha sido más que un episodio superficial y pasajero. Los nueve judíos, se atienen a la aplicación de la Ley y, con ello, se consideran libres de deudas. Ellos han cumplido lo mandado, se han curado y no creen tener nada que agradecer. Están encadenados a sus prescripciones legales. No saben reconocer la propia pobreza ante el don de Dios, ni tener la mínima actitud de agradecimiento.

Tercer momento: agradecimiento del samaritano. Viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos, y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias"
El décimo leproso – que es samaritano, extranjero, herético-, sabe descubrir el fondo de lo sucedido. Los otros han quedado prisioneros de las normas establecidas. Sólo él acierta a sentir que hay algo más importante que las normas y los ritos: dar gracias. Ha encontrado en Jesús algo decisivo, verdaderamente salvador, y ha vuelto para darle las gracias y ponerse a su servicio. Sólo él intuyó en su curación el amor del Padre que le llamaba a una plenitud de vida, a no quedarse en el signo externo. Sólo él tuvo la capacidad de sorpresa necesaria para encaminarse hacia Jesús.

Cuarto momento: La salvación total. "Levántate, vete; tu fe te ha salvado".
Al encontrarse curado, fue capaz de interpretarlo como un gesto de Dios. Se convirtió en creyente: el don recibido de Dios le transformó su existencia. Lo que había comenzado siendo una curación física se convirtió en "salvación" definitiva. La fe lo ha salvado.

La enseñanza  de hoy: Diez leprosos se curaron, sólo uno se salvó.

La fe no significa cumplir unas normas religiosas, sino vivir abiertos y agradecidos a la acción de Dios en nuestra vida Esta es la enseñanza principal de este Evangelio: la salvación viene por la fe  en Jesucristo, sin distinción de origen, se sea judío o no. El hombre religioso sabe que nada de cuanto posee es merecido. Sabe que su vida no es suya por méritos propios. Por ello vive en actitud permanente de agradecimiento.

Que la Eucaristía (que significa Acción de Gracias) sea la expresión de toda nuestra gratitud a Dios que tanto nos ama.

SECUNDINO MARTÍNEZ RUBIO



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