viernes, 19 de octubre de 2018


DOMINGO XXIX T.O. (B)
EVANGELIO Mc 10,35-45

En aquel tiempo [se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo,  Santiago y Juan, y le dijeron: Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir. Les preguntó: ¿Qué queréis que haga por vosotros? Contestaron: Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda. Jesús replicó: No sabéis lo que pedís; ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar? Contestaron: Lo somos. Jesús les dijo: -El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado. Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.] Jesús, reuniéndolos, les dijo: Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso; el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.

REFLEXIÓN
El domingo pasado el Señor nos advertía  del peligro que encierra el afán de poseer, hoy dice que el afán de dominar, tampoco nos humaniza, nos impide entrar en el Reino y, en definitiva, no nos deja ser felices. 

Los Zebedeos - Santiago y Juan- se acercan a Jesús llamándole Maestro, pero en vez de aprender lo que les está enseñando , van a enseñarle ellos lo que tiene que hacer: sentarlos en su gloria uno a tu derecha y otro a su izquierda. Es el afán de superioridad, la actitud egoísta es la misma que la del domingo pasado con las riquezas. Estamos ante la tentación del dominio, que nos alcanza a todos. Todos tenemos una tendencia fuerte, a dominar, a sobresalir, a estar por encima de los demás, en la familia, en el trabajo, en la sociedad, en el grupo…

Jesús, reuniéndolos les dice a quien no tienen que imitar: “los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso; el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos”. Y quien  deben imitar es al mismo Jesús, que  “no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos”. La respuesta de Jesús es, en suma, una invitación imitar su ejemplo

¿Y por qué Jesús viene a servir? ¿Por qué un cristiano tiene que hacer de su vida un servicio como Jesús? No por fastidiarse, ni por masoquismo, ni porque nos gusta el sacrificio. Sencillamente, los cristianos tenemos que hacer de nuestra vida un servicio, como la hizo Jesús, porque ESE ES EL CAMINO DEL AMOR, el único camino que nos hace personas de verdad. El dominio, el poderío, el quedar por encima de todos, el autoritarismo dominante, ni humaniza a la persona, ni mejora el mundo. La grandeza del ser humano consiste en esa posibilidad que tiene de AMAR, de darse,
como Dios se da;  pasar por la vida poniendo amor y cariño a su alrededor.  El fin supremo del hombre es entregarse totalmente, definiti­vamente. En ese don total, encuentra el hombre su plena realización.

Mientras no hagamos este descubrimiento, estaremos en la dinámica del joven rico, de los Zebedeos y de los demás apóstoles: buscar más riquezas, el puesto mejor y el dominio de los demás para que estén nuestro servicio… y no seremos felices. 

Tampoco se trata de sufrir, de humillarse, de rebajarse ante Dios o ante los demás, esperando que después Dios me lo pague con creces con la gloria eterna. La clave está en superar esta trampa y descubrir la máxima gloria en el mismo don de sí mismo.
Feliz domingo
SMR  

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