EVANGELIO Lucas 1,39-45
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la
montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías, y saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, salto la criatura en
su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo, y dijo a voz en grito:
-¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me
visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura
saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú que has creído!, porque lo que te
ha dicho el Señor se cumplirá.
COMENTARIO
Hemos
escuchado las lecturas del cuarto domingo de Adviento, a las puertas mismas de
la Navidad.
En la primera lectura, el profeta Miqueas,
ante la situación difícil que está viviendo su pueblo, se plantea una pregunta:
¿De dónde vendrá la salvación? Y responde diciendo: No vendrá de Jerusalén
orgullosa y altiva, sino de la pequeña y
humilde aldea de Belén. Y esto, porque Dios, no elige para su acción salvadora a los ricos, a los
poderosos, a los importantes.... sino a los sencillos, a los humildes, a los
pequeños. Belén, una aldea humilde frente a la importante Jerusalén, será la
elegida para que en ella nazca el salvador de los hombres. María, humilde,
sencilla, pequeña a los ojos de los hombres, será también la elegida. Porque
como ella mismo dijo: “El Señor dispersa
a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los
humildes”.
La segunda lectura, de la carta a los
Hebreos, pone en boca de Cristo esta frase: “Tú no quieres sacrificios ni ofrendas... Aquí estoy, oh Dios, para
hacer tu voluntad.” Esta disponibilidad de Cristo, para que el Padre obre a
través de Él la salvación, es una actitud que se repite en María: “He aquí la esclava del Señor. Hágase en mi
según tu palabra.” Y es una actitud que debería asumir cada cristiano, cada
comunidad. Estar disponibles para servir, para ayudar, para amar. Para que Dios
ame a través nuestro, para que consuele con nuestras palabras, para que
acompañe con nuestra presencia. Estar
disponibles para Dios es vivir en actitud de servicio y de entrega.
El relato del evangelio nos ha
recordado el encuentro gozoso de María y de Isabel. Esta, llena de Espíritu
Santo, expresa los sentimientos que debe tener cualquier cristiano ante la
presencia de Jesús y María.
Alabanza:“¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!”. María
ha aceptado el plan de Dios: “he aquí la
esclava del Señor”, y eso la ha convertido en madre de Jesús o, como dirá
Isabel, en “la madre de mi Señor”. Ese
es el motivo de alabanza.
Asombro: “¿Quién soy yo para
que me visite la madre de mi Señor?”. La
Navidad, celebrada año tras año, corre el peligro de convertirse en algo
normal. No nos asombramos de esta venida de Jesús a mí, como si fuera la
cosa más lógica del mundo. Buen momento para detenernos y asombrarnos.
Alegría: “la criatura saltó de
gozo en mi vientre”. el salto de Juan en su madre lo provocó la alegría de escuchar el saludo. La alegría la provoca la
presencia de María y de Jesús.
Estos tres
sentimientos: Alabanza, asombro y alegría, los inspira, según Lucas, el
Espíritu Santo; y este es un buen momento para pedirle que los
infunda también en nosotros para vivir la Navidad Cristiana.
Feliz Navidad
SMR
Feliz Navidad
SMR
No hay comentarios:
Publicar un comentario