viernes, 18 de noviembre de 2016

FIESTA DE CRISTO REY DEL UNIVERSO


Evangelio : (Lc 23,35-43)



E
n aquel tiempo, las autoridades y el pueblo hacían muecas a Jesús, diciendo: - A otros ha salvado; que se salve a sí mismo si él es el Mesías de Dios, el Elegido.

Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: - Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo. Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: ¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros. Pero el otro lo increpaba: -¿Ni siquiera temes tú a Dios estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada. Y decía: -Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino. Jesús le respondió: -Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso. 

Reflexión

Concluye el año litúrgico con la FIESTA DE CRISTO REY. Reconocemos a Cristo como Señor de nuestras vidas. Pero lo que sorprende es que la Iglesia elija el evangelio la crucifixión para celebrar la Fiesta de Cristo Rey.  

De entrada comenzamos a percibir que el nuestro es un rey distinto a los reyes de este mundo. Es un Rey que tiene por trono la cruz de un condenado a muerte, por corona una de espinas, por cetro los clavos que le sujetan a la cruz. El letrero que encima de la cruz da razón de su condena: El Rey de los Judíos. Suena a burla. En el Calvario muchos miran al Rey de los Judíos pero la reacción es de burla: Las autoridades  y el pueblo se burlan diciendo: “a otros ha salvado, que se salve a sí mismo si es el Mesías de Dios”. Los soldados se burlan dándole a beber vinagre y diciendo " si  tú eres el rey de los judíos, sálvate  tú mismo”. Uno de los ladrones, crucificado con Él, también se mofa de su pretensión de ser el Mesías: “¿No eres el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros”. A la vista de este panorama la realeza de Jesús parece un engaño, la pretensión de un loco, que ha terminado ajusticiado.

Pero hay otro personaje en la escena del Evangelio: el llamado EL BUEN LADRÓN, QUE SUPO MIRAR DE OTRO MODO y fue capaz de reconocer al Envidado de Dios, al Rey del Universo, en aquel compañero de condena que muere a su lado. En ese Jesús, sentenciado, ajusticiado, objeto de burlas y humillaciones, ahí es donde el buen ladrón descubre al Rey del Universo. Reconoce que  en Jesús, que muere por amor, que se humilla hasta morir, está la verdadera realeza. Y le solicita que se acuerde de él en su Reino. Ese hombre ha visto lo que otros no ven. Se abrió al misterio. Reconoce la realeza de Jesús. Es el milagro de la FE que detrás del rostro sufriente de Cristo intuye el rostro amoroso de Dios, que se solidariza con el dolor de los hombres y ofrece su salvación
Necesitamos mirar a Cristo crucificado con la mirada de ese malhechor, para descubrir en Jesús la presencia de un Dios que nos ofrece su salvación, no por caminos de poder y fuerza, sino de servicio y entrega. 

Pero sólo con la fuerza de su Espíritu, nuestra fe podrá reconocer a Cristo Rey en el despojado, condenado y crucificado del Calvario.

Secundino Martinez Rubio












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