viernes, 6 de enero de 2017

FIESTA DEL BAUTISMO DE JESÚS


EVANGELIO (Mt 3,13-17)

E
n aquel tiempo, fue Jesús desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara.
Pero Juan intentaba disuadirlo, diciéndole: Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?
Jesús le contestó: -Déjalo ahora. Está bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere.
Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz del cielo que decía: -Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto

REFLEXIÓN

Este domingo celebramos la fiesta del Bautismo del Señor, que cierra el ciclo litúrgico de Navidad. Hemos celebrado el gran misterio del Nacimiento de Jesucristo y la fiesta del Bautismo del Señor, es como LA CONCLUSIÓN de la Navidad.

Antes de comenzar su vida pública, Jesús acudió a ser bautizado por Juan, en el río Jordán, y allí es proclamado como el “Hijo amado de Dios” y el enviado de Dios, cuyo estilo será el de siervo.

En primer lugar, el Bautismo de Jesús es la proclamación pública de su identidad. El Padre y el Espíritu se hacen presentes en el Jordán  y nos revelan que:
-        Jesús es el Hijo amado de Dios, el Ungido por el Espíritu Santo
-    Que  es la Palabra de Dios que habita ya entre nosotros.
-        Que es el Mesías esperado que ya ha llegado que está en la fila de los hombres. La esperanza se ha cumplido. Dios nos ha dado todo en su Hijo..

El Bautismo de Jesús en primer lugar es manifestación de esa gran noticia.

En segundo lugar, en el Bautismo de Jesús se nos manifiesta el modo de ser del Mesías. Su estilo no será el de la fuerza y el poderío, sino el estilo del siervo de Yahvé que había anunciado Isaías: no gritará, no clamará, no voceará por las calles, traerá una nueva justicia al mundo.
 Estará cerca de los que se sienten rotos como cañas cascadas, apoyara a los que andan vacilantes, como velas temblorosas. Su estilo será el de Siervo: servir.

ACTUALIZACIÓN
A este Hijo es al que hemos de seguir. A este Cristo es al que nosotros nos hemos unido por el Bautismo y eso significa dos cosas:

En primer lugar, para nosotros Jesús, el  Hijo, el Amado del Padre, es el que trae la salvación. Él es el único Salvador de nuestras vidas. No hay otro nombre del que podamos esperar la salvación. A Él estamos unidos por el Bautismo y somos hijos (adoptivos) de Dios en su Hijo Amado. A ese Hijo hemos  escuchar y seguir, porque en Él, como en ninguna otra parte hemos encontrado salvación, vida eterna (la vida del Eterno)

Segundo: escuchar y seguir a Jesús, el Hijo Amado, significa también que, estamos llamados, a ser anunciadores de la salvación de Dios y hemos de hacerlo con su estilo: el del siervo. Siendo pacientes con los que vacilan, dando ánimos y apoyando a los que se encuentran rotos. Luchando por una justicia nueva en nuestro mundo. Bajando de nuestros rangos, despojándonos de nuestros señoríos, haciéndonos como Él humildes, pequeños, servidores, uno de tantos, acercándonos y poniéndonos en la fila de los hombres y mujeres y a su servicio. Para ello, también nosotros recibimos la fuerza del Espíritu Santo, que descendió sobre nosotros en nuestro Bautismo.
  
 Secundino Martínez Rubio




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