viernes, 3 de febrero de 2017

DOMINGO V  T.O. (A)


EVANGELIO: Mt 5,13-16


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo


REFLEXION

Jesús utiliza hoy dos imágenes elocuentes, la luz y la sal, para definir la identidad y misión de sus discípulos: Vosotros sois la sal de la tierra, vosotros sois la luz del mundo, dice el Señor.

La primera contiene: una afirmación (vosotros sois la sal) y una advertencia sobre el peligro de perder el sabor.
La segunda contiene: una afirmación (vosotros sois la luz) una advertencia sobre el peligro de esconder la luz,  una nueva imagen sobre la ciudad en lo alto del monte, y termina con una exhortación a hacer brillar nuestra luz.

Las dos parábolas pretenden recordar a los creyentes que Dios nos ha concedido capacidad de dar sabor, y energía para iluminar a todos los hombres, para gloria de Dios.Pero hay dos peligros: el primero, perder la energía (parábola de la sal); el segundo, ocultarla (parábola de la luz del mundo).
No se trata de una orden, una norma, o un  nuevo mandato. Se trata de una afirmación de la identidad y misión del discipulado. Jesús no dice “debéis ser sal”, ni “tenéis que convertiros en luz”. Jesús dice: SOIS SAL Y SOIS LUZ.  La misión de dar sabor, como la sal, y alumbrar, como la luz, forma parte sustancial de la identidad y misión del discípulo de Jesús.

La advertencia sobre la sal que pierde su sabor y la luz que se esconde, avisa a los discípulos que, si falta en ellos el compromiso de su misión, su identidad queda radicalmente pervertida, como la sal sosa o la luz escondida.

 Hoy no faltan personas y grupos, en el ámbito social, que quieren relegar la fe a la esfera de lo privado, que quiere que guardemos la “sal” en el salero y que  escondamos la “luz” debajo del celemín sin que alumbre en la vida pública. Pero eso sería pervertir nuestra identidad

A veces también los mismos creyentes hemos alimentado esta actitud, que relega la fe a la esfera de lo privado, oponiéndose a su expresión pública. Es la actitud de los espiritualismos desencarnados que, pretendida o inconscientemente, dejan el mundo y su organización al margen de sus compromisos religiosos y creyentes. Piensan que la religión no se debe “meter“en las cosas de este mundo. Lo importante sería salvarse en el “más allá”,  que nada  tiene que ver con este mundo. De este modo se “privatiza la fe”, se la reduce al ámbito de la conciencia individual, al margen de la historia. Son creyentes de la ausencia: esconden la luz bajo el celemín, han vuelto sosa la sal del Evangelio y no dan con ella “sabor” a nuestro vivir y “convivir”

Jesús quería a sus seguidores inmersos en el mundo, No te pido que los saques del mundo - decía el Señor-, sino que los preserves del mal” (Jn 17, 15) Por eso el Papa Francisco habla tanto de la salida misionera a las periferias.
“Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrase a las propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termina clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos”

La llamada de Francisco está dirigida a todos los cristianos .Dejamos de ser cristianos cuando no alumbramos y no damos sabor al mundo. No, no podemos recluirnos en el templo. La fe tiene una dimensión pública que nos exige ser en el mundo luz y sal.  Recluirnos en la vida privada sería esconder la luz, dejar sin sabor la sal del Evangelio. Sería negar nuestra identidad y la de la Iglesia, que es sacramento de salvación para el mundo

Secundino Martínez Rubio





”.










No hay comentarios:

Publicar un comentario