viernes, 16 de febrero de 2018


DOMINGO 

I DE CUARESMA (B)


Evangelio Mc 1,12-15

E
n aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían.
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía: Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed la Buena Noticia

Reflexión

El miércoles pasado, con el rito de la ceniza, inaugurábamos la Cuaresma y hoy es el primero de los cinco domingos de Cuaresma que preceden a la celebración de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.

Dice el Evangelio que, cuando Jesús se dispone a comenzar su vida pública “El Espíritu lo empujó al desierto. Se quedo en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás”.

El desierto puede ser un lugar de gracia y purificación, de encuentro con Dios y con uno mismo. Lugar de silencio y soledad, de alejamiento de las ocupaciones  diarias, del ruido y la superficialidad. El desierto nos sitúa ante las cuestiones fundamentales de la vida. Libres de  preocupaciones, nos podemos encontrarnos con el Creador.
Pero el desierto puede ser también lugar de muerte,  peligroso y amenazante. Lugar de soledad, y la  soledad forma parte de la muerte: Las personas vivimos de amor, vivimos de relación,  y precisamente en este sentido somos imagen del Dios Trinitario. El desierto, por tanto, es también el lugar de tentación. A esa soledad y a esa tentación descendió Jesús en la infinitud del su amor divino.

La Cuaresma debe ser un momento de desierto, un alto en el camino para tomar conciencia del rumbo que lleva nuestra vida y encontrarnos con Dios.  Pidamos al Espíritu que nos lleve al desierto, que nos permita descubrir aquel silencio profundo donde podamos oír la voz de Dios y no nos deje caer en la tentación.

[Jesús] Se quedo en el desierto cuarenta días
Cuarenta es un número simbólico que en la tradición bíblica significa tiempo de prueba, de tentación, de toma conciencia y preparación. Así aparece en los cuarenta días del diluvio, en los cuarenta años de caminata de Israel por el desierto,  en los cuarenta días y noches de Moisés en el Sinaí,  en los cuarenta días que Elías caminó por el desierto

(1Re 19,8), los cuarenta años que duró la dominación de los Filisteos sobre Israel (Jue 13,1)  Cuarenta serán los días de nuestra Cuaresma tiempo de prueba,  de toma conciencia y preparación a la Pascua.

Dejándose tentar por Satanás: el relato de las tentaciones nos acerca a una realidad profunda que Jesús experimentó muchas veces en su vida (Cfr. Mt 12,38; 16,1; Mt 16,21-22). El desierto de Jesús no acaba con  estos cuarenta días. Su último desierto, su desierto extremo, será: « ¡Dios  mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?» Pero de este desierto brotan las aguas de la  vida del mundo. A lo largo de toda su vida Jesús vence la tentación y opta por mantenerse obediente al proyecto del Padre, mostrando así su condición de Hijo de Dios, de Mesías servidor. La conducta de Jesús, superando las tentaciones, es para nosotros todo un ejemplo al inicio de esta cuaresma.Tenemos que pedir muchas veces: No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.

En la segunda parte del texto de hoy comienza Jesús su vida pública predicando el Reino de Dios. Así resume el evangelista el anuncio: Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed la Buena Noticia.

Vivamos esta Cuaresma como una experiencia de desierto, es decir, de silencio interior, de búsqueda de la voluntad de Dios. Y oremos  para que el Señor no nos deje caer en las tentaciones del camino cuaresmal, que pasará por la Cruz, pero que terminará en la Pascua.

 S. Martínez Rubio

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