EVANGELIO: Jn 10,11-18
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n aquel tiempo dijo
Jesús a los fariseos: Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las
ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al
lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es
que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que
conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo
conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo además otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por eso me ama el Padre: porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla. Este mandato he recibido del Padre.
REFLEXIÓN
En un contexto de polémica con los
representantes religiosos de Israel, Jesús, se aplica la imagen bíblica de
Dios, pastor de su pueblo (Ez 34, 11-31) y se presenta como el Buen Pastor. En este pasaje
el Señor nos dice tres cosas sobre el verdadero pastor: que da su vida por las ovejas; que las conoce y ellas lo conocen a él; y que está al servicio de la unidad.
El
pastor da su vida por las ovejas. La cruz está en el centro del servicio de
Jesús como pastor: es el gran servicio que él nos presta. Se entrega a sí
mismo, y no sólo en el pasado. En cada Eucaristía se entrega. La Eucaristía no
debe ser una mera devoción más, sino la escuela en la que aprendamos a entregar
nuestra vida como el Señor, para hacerla eucarística. La vida no se da sólo en
el momento de la muerte, ni solamente en el modo del martirio. Debemos darla
día a día. Entregándola y derramándola
en servicio a Dios y a los hermanos como Jesús. Sólo quien da su vida la
encuentra.
En
segundo lugar el Señor dice: “Conozco
mis ovejas y las mías me conocen a mí, igual que el Padre me conoce y yo
conozco al Padre" Jesús entrelaza la relación entre Él y el Padre, y la
relación entre Él y los hombres encomendados a él. Las palabras de Jesús se
refieren también a toda la tarea pastoral práctica de acompañar a los hombres,
de salir a su encuentro, de estar abiertos a sus necesidades y a sus
interrogantes. Desde luego, es fundamental el conocimiento práctico, concreto,
de las personas que nos han sido encomendadas, y es importante entender este
"conocer" a los demás en el sentido bíblico: no existe un verdadero
conocimiento sin amor, sin una relación interior, sin una profunda aceptación
del otro. Pero a esto sólo llegaremos si el Señor ha abierto nuestro corazón.
Debe ser un conocimiento que no vincula la persona a mí, sino que la guía hacia
Jesús. Pidamos siempre al Señor que nos conceda este modo de conocer con el
corazón de Jesús, de no buscar la vinculación de la gente a nosotros sino al
Señor, y crear así una verdadera comunidad.
Por
último, el Señor nos habla del servicio a la unidad encomendado al pastor: "Tengo, además, otras ovejas que no son de
este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz y habrá un
solo rebaño, un solo pastor" (Jn 10, 16). Es lo mismo que repite san
Juan después de la decisión del sanedrín de matar a Jesús, cuando Caifás dijo
que era preferible que muriera uno solo por el pueblo a que pereciera toda la
nación. San Juan reconoce que se trata de palabras proféticas, y añade: “Jesús iba a morir por la nación, y no sólo
por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban
dispersos" (Jn 11, 52).
Se revela la relación entre cruz y unidad; la
unidad se paga con la cruz. Pero sobre todo aparece el horizonte universal del
actuar de Jesús: se trata de la unificación de todos los hijos de Dios, de la
humanidad, de la Iglesia. La misión de Jesús concierne a toda la humanidad, y
por eso la Iglesia tiene una responsabilidad con respecto a toda la humanidad,
para que reconozca a Dios, al Dios que por todos nosotros en Jesucristo se
encarnó, sufrió, murió y resucitó.
Nuestra tarea, como seguidores del buen
Pastor, es dar vida entregando
nuestra vida y es tarea de todos, no sólo de los sacerdotes. Todos deberíamos sentir la
preocupación del Buen Pastor por las ovejas. Todos somos responsables de que a
todas las vidas llegue la VIDA y en abundancia. Vivir partiéndonos y
repartiéndonos para que la Vida, con mayúsculas, llegue a todas las personas
que experimentan cada día la privación: sin techo, sin familia, sin cariño, sin
sentido, sin derechos sociales, sin justicia, sin paz, sin tener la vida eterna
que la vida del Eterno en nosotros.
La imagen de Jesús “Buen
Pastor” nos habla también, en este día, de la oración que estamos llamados a
hacer en favor de todas las vocaciones pero especialmente por las vocaciones al
ministerio sacerdotal y a la vida consagrada .
S.M.R.
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