sábado, 23 de marzo de 2019


DOMINGO III DE CUARESMA ( C)

EVANGELIO: Lc 13,1-9

En aquella ocasión se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: ¿pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos diez y ocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no. Y si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.
Y les dijo esta parábola: uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: Ya ves, tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde? Pero el viñador contestó: Señor, déjala todavía un año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, al año que viene la cortarás.

REFLEXIÓN
El Evangelio de este domingo tiene dos partes. En la primera relata dos hechos trágicos, que ocurrieron en tiempos de Jesús. El primero: el de un grupo de galileos que fueron asesinados por la guardia de Pilato, en el templo de Jerusalén. El segundo un accidente: el hundimiento de una torre que se estaba construyendo y que aplastó a dieciocho personas. Dos tragedias como tantas de las que ocurren cada día en nuestro mundo.

Ante esas situaciones la gente reacciona achacándolas a Dios que las manda. Para los fariseos el bienestar y la desgracia son lo que Dios nos manda según uno se porte bien o mal. Esta es una falsa imagen de Dios. Tal vez sigue siendo el modo de pensar de muchos cristianos. Pero, esa no es la postura de Jesús. Ese no es el Dios que predicó Jesús.

Jesús no intenta dar una respuesta religiosa, ni histórica, a las dos desgracias que le cuentan a Jesús. El se niega a poner en relación las desgracias de la vida con un castigo de Dios: “¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no”. La tragedia de los galileos que mató la guardia de Pilato y la de los que mueren aplastados por la torre, no son un castigo de Dios. Esas tragedias forman parte de la vida por el pecado del hombre y la limitación de la naturaleza.

Para Jesús las desgracias no han de verse como castigo divino, sino como oportunidad de conversión, son ocasiones, no para echarle la culpa a Dios de lo que ocurre, sino para cambiar nuestra vida. 

En la segunda parte del texto Jesús presenta una parábola: la del que tenía una higuera en su viña y, como no encontraba fruto en ella, pensó en cortarla, pero a petición del viñador le da otra oportunidad.

De la parábola se deduce que la respuesta a la conversión está,   en el hecho de dar frutos, pero, a la vez, nos presenta la paciencia de Dios y su empeño por facilitarnos la tarea de fructificar.

Así es nuestro Dios, no se cansa nunca de esperarnos, siempre nos da otra oportunidad. Tendríamos que aprovecharla, no por miedo, sino por amor a quien tanto nos quiere y tanto nos espera. De momento sigue brillando la paciencia divina. Pero no es cuestión de aplazar la conversión indefinidamente y responder: Mañana le abriremos… para lo mismo responder mañana!  Porque: “si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera”.

¿Cuántas veces ha venido Dios a buscar fruto a la higuera de mi vida  sin encontrarlo?  ¿Será necesaria una poda en mi vida para que se renueve y revitalice? Pues… este es el tiempo de la misericordia
Feliz Domingo

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