MIÉRCOLES
DE CENIZA
Iniciamos
la CUARESMA. Cuarenta días de conversión y renovación. Camino hacia la Pascua. La Cuaresma tiene varios RITOS, cuyo significado profundo
hemos de conocer y vivir para no quedarnos en la repetición de actos meramente
externos, meras costumbres repetidas, y que el Señor nos pudiera decir, como dijo a
los fariseos, con palabras del profeta Isaías:” Este pueblo de me honra
con los labios; Mas su corazón lejos está de mí. (Mateo 15:8-9)
Veamos
pues algunos de los signos cuaresmales y su significado:
LA CENIZA: El rito de la imposición
de la ceniza no es un mero ritualismo externo, quiere ser el reconocimiento de nuestra condición humana,
limitada y frágil. Quiere ser un toque de atención a nuestro orgullo y
autosuficiencia. Es, sobre todo, una llamada a poner el fundamento de nuestra
existencia, no en nosotros mismos, sino en Cristo Salvador, el que puede
librarnos de la corrupción y la
muerte. Por eso, al imponer la ceniza, se dice: "Creed
el Evangelio", creed la buena noticia de Jesucristo.
La
ceniza que Dios quiere:
Que no nos gloriemos
de lo que somos y tenemos; los talentos los recibimos para servir.
Que no te consideres
dueño de nada, sólo humilde administrador.
Que aprecies el valor
de las cosas sencillas.
Que vivas el presente
Que no temas la
muerte.
PENITENCIA: Otro
Signo cuaresmal es el esfuerzo, el
combate contra el mal. Cada día, pero especialmente en Cuaresma, el
cristiano debe librar un combate, como el que Cristo libró en el desierto de
Judá, donde durante cuarenta días fue tentado por el diablo, y luego en
Getsemaní, cuando rechazó la última tentación, aceptando hasta el fondo la
voluntad del Padre. Se trata de un combate espiritual, que se libra
contra el pecado. La
Cuaresma nos recuerda que la vida cristiana es un combate, en
el que se deben usar las "armas" de la oración, el ayuno y la penitencia. Combatir contra el mal, contra
cualquier forma de egoísmo y de odio, y morir a nosotros mismos para vivir en
Dios es el itinerario ascético que todos los discípulos de Jesús estánllamados a recorrer
con humildad y paciencia, con generosidad y perseverancia.
EL AYUNO Y ABSTINENCIA: Son signos de austeridad. Algún rigor en la
comida y abstenerse de carne en ciertos días. Pero no importa tanto la
materialidad, como el espíritu. La austeridad nos hace más libres y más solidarios.
No importaría comer un poco más o un poco menos, importa el superar los vicios
y apegos y el ofrecer el fruto de tu ayuno a los hambrientos del mundo.
El ayuno y la
abstinencia que Dios quiere:
Que no seas esclavo del consumo, ni de nada.
Que no pierdas el tiempo y sepas discernir y
controlar.
Que seas solidario y generoso.
Que prefieras pasar tú
necesidad antes de que la pase el hermano
LA LIMOSNA: es fruto de la misericordia. Todo
caminar hacia Cristo implica un caminar hacia el hermano, especialmente el más
necesitado.
La limosna que Dios
quiere:
Que sea
fruto del amor. Compartir, no sólo dar lo que te sobra.
Que seas
humilde, que pidas perdón al pobre por el pan que le das
Que
luches para que nadie tenga que pedir limosna.
Que veas en el pobre a
Jesucristo.
LA ORACIÓN: es vida del alma.
Una necesidad permanente. En el tiempo cuaresmal se intensifica la escucha de
la palabra y la relación dialogal con Dios.
La
oración que Dios quiere:
Que sea íntima y auténtica, "en espíritu
y verdad".
Que dejes al Espíritu que ore en ti siempre.
Que no dejes de repetir: Abba (Padre)
Que te unas a la Iglesia orante
Que aprendas a escuchar.
CUARESMA: Cuarenta días para dejarnos encontrar por Ti Señor, para darnos cuenta de que nos
esperas a la puerta de casa. Cuarenta días para pedirte
perdón y ayunar de tantas cosas que nos sobran y otros necesitan.
Cuarenta días para escuchar más atento
tu Palabra, y dejar que sea tu Pan quien me sacie y tu perdón quien me restaure.
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