DOMINGO XX T.O. (B)
EVANGELIO Jn 6,51-59
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aquel tiempo dijo Jesús a los judíos: -Yo soy el pan vivo que ha bajado del
cielo: el que coma de este pan, vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi
carne para la vida del mundo. Disputaban entonces los judíos entre sí: -¿Cómo
puede éste darnos a comer su carne? Entonces Jesús les dijo: -Os aseguro que,
si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida
en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo
resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es
verdadera bebida. El que come mi come y bebe mi sangre, habita en mí y yo en
él. El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el
que me come vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el
de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá
para siempre.
REFLEXIÓN
El discurso del Pan de
vida
Continuamos leyendo el capitulo 6 de San Juan: el discurso del Pan de vida
El texto de hoy viene a explicar las sorprendentes afirmaciones del final del
domingo pasado; por eso comienza repitiéndolas:
"Jesús dijo a los
judíos: Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan,
vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo. Al oír estas afirmaciones los judíos
disputaban entre sí: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?".
Jesús no responde
directamente a la pregunta de los judíos. Lo que hace es precisar el efecto de tal comida: la
vida en plenitud y la comunión con él y con el Padre:
"Os aseguro que si
no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida
en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo
resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es
verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en
él".
La Vida eterna vinculada
a la Eucaristía.
Si en la primera parte
del discurso (domingo anterior) Jesús vinculaba la vida eterna a la fe en él,
en el texto de hoy también vincula la vida eterna a la Eucaristía, a la
comunión de su cuerpo y de su sangre, que son verdadera comida y bebida. Jesús
advierte que sus seguidores no solo han de creer en él, sino que han de
alimentarse de su Carne y sangre para tener vida eterna.
Carne y sangre es una
típica expresión semita que indica a toda la persona en cuanto tiene vida. El
cuerpo y la sangre de Cristo, es decir, su persona, son fuente de vida eterna,
ya desde ahora,para el que recibe la Eucaristía, si la recibe con fe.
Frente a la devaluación y
relativización que se hace de la Eucaristía, incluso por personas creyentes,
Jesús dice que es central
para sus seguidores.
Profunda comunión que se
establece, entre Jesús y el creyente por la Eucaristía.
"El que come mi
carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él". Estas palabras nos muestran la profunda comunión que se establece,
por la eucaristía, entre Jesús y el creyente. La adhesión a Jesús no queda en
lo externo, como si fuera un modelo exterior que imitar, sino que nos lleva a
una comunión íntima. Al ser una adhesión de amor, establece una comunión de
vida de actitudes y criterios…
Quien no come el PAN de
VIDA tiene los días contados
Para tener vida dentro de
nosotros necesitamos alimentarnos de Jesús, nutrirnos de su aliento vital, de
su vida misma, interiorizar sus actitudes y sus criterios de vida. Hasta poder
decir como san Pablo: “ No soy
yo, es Cristo quien vive en mi.
La vida que Jesús
transmite a sus discípulos en la eucaristía es su vida divina. Una vida que no se acaba con
la muerte biológica. Por eso se atreve Jesús a hacer esta promesa a los
suyos: "El que come este
pan vivirá para siempre". Así
que…El que no lo come tiene los días contados.
Secundino Martínez Rubio
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