jueves, 3 de septiembre de 2015


DOMINGO XXIII

  T.O. (B)

Evangelio Mc 7,31-37
En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. El, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: Effetá (esto es, «ábrete»). Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. El les mandó que no lo dijeran a nadie; pero cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos.

Comentario

Un milagro en tierra pagana. El Evangelio de hoy narra  un milagro realizado por Jesús, mientras atravesaba la Decápolis, tierra pagana. Esto quiere decir que el mensaje de Jesús no está circunscrito a un espacio o grupo cultural, sino que está dirigido a toda la humanidad sin exclusiones. Jesús no pone límites a su labor de expandir el Reino de Dios.

Curación de un sordomudo: Jesús cura a una persona con limitaciones para comunicarse, pues era sordomudo. El sordomudo es la imagen de la impotencia, de la incomunicación, del aislamiento. Jesús se conmueve ante el drama que vive este hombre, y lo saca del aislamiento en que había estado durante muchos años.

El encuentro con el Señor se produce a través de otras personas que le presentan, pero, Jesús lo aparta de la gente y se queda a solas con él. Busca el silencio y el alejamiento de la gente. Sus milagros nunca pretenden ser gestos espectaculares destinados a impresionar; no busca un mesianismo triunfalista. No pretende la admiración, sino la fe.
Necesitamos apartarnos del bullicio,  crear espacios y momentos de silencio interior para que el Señor realice en nosotros el milagro, para que seamos trasformados por Él, para curar nuestra sordera y mudez.

Jesús "Le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua"…Dijo: Effetá  (que en arameo significa “ábrete”). La escena se les quedó gravada. La comunidad cristiana entendió que esta palabra “Effetá –ábrete” no solo se refería a la incomunicación física, sino también a la  espiritual.
La fuerza de los milagros no está en que sean acciones sorprendentes, sino en que son signos. El milagro de hoy contiene un significado que va más allá de la curación de una enfermedad Pero, signo ¿de qué?: de la posibilidad que tiene el hombre de poder llegar a una plena realización personal, en la que no haya enfermedad, ni limitación de ningún tipo. Los milagros como signos que muestran cuál es el verdadero camino del hombre y cuáles sus posibilidades.

ACTUALIZACIÓN
Llama la atención la sensibilidad de Jesús, que se compadece ante el drama personal de un sordomudo. Pero, más allá del milagro histórico, ¿qué nos dice hoy a nosotros? La incomunicación no es solamente el resultado de problemas fisiológicos. Hay otros factores que igualmente condenan al aislamiento y a la incomunicación, a la sordera y el mutismo.
·      Familias sordas y mudas: sin comunicación entre la pareja, entre padres e hijos, entre hermanos…En mundos completamente diferentes. ¡aislados!
·    Inmigrantes que se sienten extraños, que no conocen la lengua o, conociéndola, extrañan la cultura, las costumbres, los  valores… ¡aislados!
·    Gente que se siente sola e incomunicada, aunque navegue por Internet, y esté pegada a la tele y colgada de las redes sociales, ¡aislados!
·   Gente incapacitada, por los ruidos y distracciones, para escuchar la voz de Dios que habla a través de los acontecimientos. Gente que no percibe los gritos de las necesidades de sus hermanos. ¡aislados!
·  Gente con la lengua bloqueada, incapaz de pronunciar una palabra de acercamiento, de perdón, de optimismo… ¡aislados!

Cuando rompemos la relación con Dios y con los demás, taponamos las fuentes de la vida. Dejamos de ser semejanza de Dios que es relación, Trinidad. «Ábrete» es el mandato del Señor. Vivir no es durar porque respiras, vivir es otra cosa. ¡Ábrete!

Secundino Martínez Rubio 

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