DOMINGO XXX
T.O. (B)
Evangelio Mc 10,46-52
En aquel tiempo, al salir
Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo (el hijo
de Timeo) estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era
Jesús Nazareno, empezó a gritar: Hijo de David, ten compasión de mí. Muchos le
regañaban para que se callara. Pero el gritaba más: Hijo de David, ten
compasión de mí. Jesús se detuvo y dijo: Llamadlo. Llamaron al ciego
diciéndole: Animo, levántate, que te llama. Soltó el manto, dio un salto y se
acercó a Jesús. Jesús le dijo: ¿Qué quieres que haga por ti? El ciego le
contestó: Maestro, que pueda ver. Jesús le dijo: Anda, tu fe te ha curado. Y al
momento recobró la vista y lo seguía por el camino
Reflexión
1.
El Evangelio de hoy
· El ciego Bartimeo es prototipo de la
ceguera de los discípulos, aferrados a sus seguridades (simbolizadas en el
manto del ciego) y protagonistas de una vida paralizada sin dinamismo. Bartimeo
era, al principio, un mendigo ( que vive de los demás), ciego (
que no ve), sentado (que no tiene actividad ni iniciativa, aparcado), junto
al camino (al margen,fuera de un proyecto personal y compartido).
Personal y comunitariamente ¿es esta nuestra situación?
· Al oír que pasa Jesús,
Bartimeo se puso a gritar. Su insistencia expresan la
intensidad de su búsqueda, el deseo de encontrarse con el Señor, la confianza
(= FE) que deposita en Jesús y su poder para cambiar su situación.
¿Refleja esta actitud de
Bartimeo nuestra actitud creyente?
· La muchedumbre, que primero regañaba al ciego
por llamar a Jesús y le mandaba callar, luego le da ánimos y le manda levantarse.
Pasa de ser obstáculo para el encuentro a facilitarlo, porque han
escuchado a Jesús. Una escucha atenta a Jesús nos transforma y nos permite
ser puentes entre él y los que sufren, dándoles ilusión y esperanza y
ayudando a llevar a Jesús a quien tiene necesidad de él.
¿Experimentamos esa transformación en nuestros encuentros con Jesús? ¿En qué se nota, qué cambiamos?
· Bartimeo acude confiadamente, con fe, a la compasión misericordiosa de Jesús
y obtiene respuesta: «Al instante, recobró la vista y lo seguía por el camino».
Deja atrás su antigua vida de ciego, representada por su manto, que es
arrojado. Ahora es un hombre nuevo que ve, que se hace discípulo (no vive de los
demás sino para los demás), que sigue a Jesús por el camino (tiene
actividad, iniciativa y proyecto)
2.
Es una historia que se repite.
Al borde del camino, por el
que vamos los seguidores de Jesús,
hay cantidad de ciegos que no puede ver la fiesta de la vida; marginados
y pobres de todas las calañas; jóvenes que no ven el sentido alegre de la
vida; ancianos huérfanos de hijos; gente que anda dando tumbos; otros aparcados
en la cuneta de la vida porque les dieron todos los medios para vivir, pero no
le dieron lo más importante: razones para hacerlo; pobres de dinero, o de
cariño, o de esperanza... Tú y yo que a veces vamos a tientas por la vida.
► ¿En qué sentido puedo o debo decir yo también, como el ciego
Bartimeo: "Maestro, que pueda
ver"…? ¿Veo la vida con los ojos de la fe? La enfermedad, la
convivencia, el trabajo, la familia, los éxitos, los fracasos, la muerte… los
veo desde la fe?
► Bartimeo “Soltó el manto,
dio un salto y se acercó a Jesús' ¿Cuál sería el manto, o los mantos, es
decir las seguridades, que yo tendría que dejar para acercarme de verdad a
Jesús?
► Cuando me encuentro con gente pidiendo ayuda a gritos, alargando
la mano en la cuneta de la vida: ¿Cuál es mi postura? ¿La mando callar? ¿comparto esas personas la
fuente de mi salvación y le digo donde está la fuente de mi luz?
La enseñanza de Jesús hoy trata de que
sus discípulos sean como el ciego Bartimeo, cuya fe en Jesús le transforma por completo y se
convierte en modelo para los discípulos de todos los tiempos.
Secundino Martínez Rubio
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