lunes, 7 de diciembre de 2015

SOLEMNIDAD
DE LA INMACULADA
CONCEPCIÓN

Evangelio  Lc 1,26-38
E
n aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» 
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» 
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?" 
El ángel te contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» 

María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel.



Reflexión
Fiesta de la Inmaculada
Celebramos la Fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Esta fiesta no significa que la Virgen María fuese concebida y que naciera de una manera especial, y distinta a la nuestra. María fue concebida como nosotros, por el amor de su padre y su madre (a quienes la tradición conoce con los nombres de  Joaquín y Ana).

Dogma de la Inmaculada
El dogma de la Inmaculada Concepción significa que, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, María fue preservada limpia, desde el primer instante de su concepción, de toda mancha de pecado original, aquel pecado contraído por la humanidad como consecuencia del pecado cometido por nuestros primeros padres.

Es decir, que por su íntima comunión de vida y de destino con Cristo, María, desde el primer instante de su existencia, se ha visto rodeada por el amor del Padre, por la gracia del Hijo y por la comunión del Espíritu. Por ello, ha sido preservada de toda sumisión o complicidad con el mal, tanto interior como estructural.

María nuestro modelo
El privilegio de María no la separa de la humanidad ni de la iglesia, porque la Inmaculada tiene la función de ser modelo para la comunidad cristiana y cada uno de sus miembros. María es el comienzo de un mundo nuevo animado por el Espíritu. En la Virgen Inmaculada encuentra la Iglesia su futuro esperado. Por eso, hoy es una fiesta también nuestra. La Virgen María, es como diremos en el prefacio: "comienzo e imagen de la Iglesia”. Ella es la "primera cristiana", la primera salvada y, por tanto, el primer miembro de la nueva comunidad de Jesús. En la mejor hija de esta humanidad estamos representados, un poco, todos los que intentamos seguir a Jesús. Así como Adán llamó a su mujer "Eva", que significa "madre de todos los vivientes", como hemos leído en el Génesis, así María es la nueva Eva, y la podemos mirar como modelo de fe, motivo de esperanza, Madre de los vivientes, porque nos dio a Cristo, y ella misma acogió con gozo la salvación de su Hijo.

Este don de Dios a María, para hacerla la “digna morada” de su Hijo, no impide que la tengamos como modelo de creyente, y que a ella dirijamos nuestra mirada.

Llena de gracia, María permanece  hija de esta tierra, unida a esta historia concreta. Si ha sido preservada del pecado, la Inmaculada no ha estado exenta de los sentimientos humanos más intensos y vitales, de los límites y condicionamientos de su cultura, del sufrimiento del camino, de la maduración y de la peregrinación en la fe. Pero, a diferencia de nosotros, pecadores, María bajo el influjo de la gracia ha puesto todos sus impulsos y tendencias al servicio del Plan de Dios.

Que María nos bendiga
En  esta fiesta de hoy porque podemos intuir cuál es el plan de salvación que tiene Dios para todos nosotros, y  que ya ha empezado a cumplir en la Virgen. En ella ha quedado beneficiada y animada toda la humanidad. Nosotros también estamos destinados a la misma salvación que le fue concedida a María.

Que nuestra Madre Inmaculada, nos ayude a buscar la voluntad de Dios para seguirla con fidelidad en nuestra vida. Que ella haga nuestra existencia disponible en servicio permanente a los hermanos. Que nos mantenga unidos a su Hijo como los sarmientos a la vid.
Secundino Martínez Rubio

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