viernes, 17 de junio de 2016

DOMINGO XII T.O. (C)


EVANGELIO  Lc 9, 18-24
na vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó:
- « ¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.»
Él les preguntó:
- «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Pedro tomó la palabra y dijo:
«El Mesías de Dios.»
El les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día. »
Y, dirigiéndose a todos, dijo:

«El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará.»

REFLEXIÓN


Jesús hace “un sondeo de opinión”: « ¿Quién dice la gente que soy yo?». Le contestan que la gente asocia su presencia con la de los grandes profetas como Juan el Bautista y Elías, ambos perseguidos del poder político de su época. Para la gente Jesús es un profeta. Era la opinión de la gente. La apreciación humana sobre este personaje de la historia. Hasta este nivel de conocimiento de Jesús, como profeta, como personaje peculiar, incluso extraordinario, no es difícil llegar, entonces y ahora.
Pero, Jesús quiere saber también la opinión de los más cercanos: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?  Pedro tomó la palabra y dijo: «El Mesías de Dios.»
Para evitar la evitar la connotación política, nacionalista y triunfalista de la confesión de Pedro, Jesús prefiere hablar de sí mismo como “el Hijo del Hombre”, no de Mesías y les prohíbe decírselo a nadie. Pero lo importante no es el titulo, sino el destino que anuncia Jesús: tiene que padecer y ser rechazado por los “ancianos” (poder político); los sacerdotes (poder religioso); y los escribas (poder intelectual). Pero Jesús sabe que la última palabra no la tienen ellos, sino Dios, que lo resucitará.
Esto debió desconcertar a los discípulos, que esperaban un Mesías de poder. Jesús siguió diciendo: «El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará.»
Estas palabras contrastan con el estilo de nuestra sociedad, que tiene un discurso totalmente diferente. Es cuestión de optar.

Todos necesitamos responder a la pregunta de Jesús: 
¿Quién dice la gente, que es Jesús? ¿O quizás hoy no dice nada, sencillamente “pasa” de Él? Tú y yo ¿Quién decimos que es Jesús para nosotros?, ¿qué lugar ocupa en nuestro vivir diario?

Secundino Martínez Rubio
















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