viernes, 31 de marzo de 2017

-DOMINGO V DE CUARESMA-


EVANGELIO: Jn 11,1-45:
En aquel tiempo, las hermanas le mandaron recado a Jesús, diciendo: -Señor, tu amigo está enfermo. Jesús, al oírlo, dijo: Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba. Sólo entonces dice a sus discípulos: Vamos otra vez a Judea. Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aun ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá. Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. Marta respondió: -Sé que resucitará en la resurrección del último día. Jesús le dice: Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto? Ella le contestó: Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo. Jesús muy conmovido, preguntó: ¿Dónde lo habéis enterrado? Le contestaron: Señor, ven a verlo. Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: ¡Como lo quería! Pero algunos dijeron: Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste? Jesús, sollozando de nuevo, llegó a la tumba. (Era una cavidad cubierta con una losa.) Dijo Jesús: -Quitad la losa. Marta, la hermana del muerto, le dijo: -Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días. Jesús le dijo: ¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios? Entonces quitaron la losa. Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre, pero lo digo por la gente que me rodea para que crean que tú me has enviado. Y dicho esto, gritó con voz potente: Lázaro, ven afuera. El muerto salió, los pies y las manos atadas con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: Desatadlo y dejadlo andar. Y muchos judíos que habían venido a casa de María al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.
REFLEXIÓN

El Evangelio nos presenta a Jesús como la Resurrección y la vida. Este texto era última catequesis que la tradición empleaba para preparar a los catecúmenos, que recibirían el bautismo en la Vigila Pascual.
Necesitamos agua para nuestra sed de sentido; Cristo es el Agua Viva (Samaritana). Necesitamos Luz para nuestros pasos; Cristo es la luz (Ciego de nacimiento) ¿Y la muerte? ¿Cómo resolvemos el sinsentido de la muerte? Todos llevamos en nosotros un deseo incontenible de vivir. ¿Por qué hemos de morir? En el Evangelio de hoy Cristo nos dice Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?
 Avisan a Jesús de que su amigo Lázaro esta enfermo. Jesús tarda en ir a Betania y, cuando llega, Lázaro ya lleva cuatro días enterrado. Jesús se echa a llorar por la muerte de su amigo.
          Se muestra, en un primer plano, la humanidad de Jesús, su intimidad, su amistad con Lázaro, con Marta y  María. Viéndolo, los judíos comentaban lo mucho que amaba Jesús a Lázaro. ¡También a nosotros nos ama! A veces nos cuesta sentir su amor. Como Marta y como María, a veces pensamos: si de verdad Él estuviese aquí con nosotros, no habría pasado esto. Pero Él reconstruye nuestra confianza.
          Este lado humano de Jesús va acompañado de su lado divino: Y lo manifiesta devolviéndole a Lázaro la vida. Jesús-hombre y Jesús-Dios no son dos personas diferentes, sino una única persona. Esa persona es la que dice: “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto? Marta responde "Sí, Señor" "Yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo". Es decir, porque Marta cree en Jesús como Mesías, como Hijo de Dios, como Enviado del Padre, se atreve a decir que también cree en aquello tan difícil aceptar para el hombre: La resurrección.
          La confianza en Jesús es lo que permite dar el salto a la fe en la victoria de la Vida sobre la muerte, el salto a la fe en la resurrección.

 Secundino Martinez Rubio

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