DOMINGO XXXI
T.O.(B)
EVANGELIO Mc 12,28‑34
En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: « ¿Qué
mandamiento es el primero de todos?»
Respondió Jesús: «El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro
Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con
toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es éste: “Amarás
a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que éstos». El escriba
replicó: «Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo
y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el
entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más
que todos los holocaustos y sacrificios». Jesús, viendo que había respondido
sensatamente, le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios». Y nadie se atrevió a
hacerle más preguntas.
REFLEXIÓN
Un escriba (un experto en la Ley) pregunta a Jesús ¿cuál es el
mandamiento primero de todos. La pregunta tiene mucho sentido en el contexto
judío, en el que había hasta 613 mandamientos que regulaban la observancia de
la Ley de Dios. De ellos, 365 eran prohibiciones y 248 obligaciones. Era lógico
preguntarse: qué es lo central, lo primero y principal, lo fundamental y esa,
precisamente, fue la pregunta del escriba a Jesús.
Jesús respondió
citando dos textos del Antiguo Testamento: del Deuteronomio 6,4-5, la plegaria
llamada Shemá (= “Escucha”), que se recitaba dos veces al día; y del Levítico
19,18, el amor debido al prójimo. La enseñanza de Jesús, nos remite al papel fundamental que Dios y el prójimo juegan en
nuestra vida
Lo nuevo de la
respuesta de Jesús reside en estos aspectos:
1º. El Señor sitúa el amor a Dios y al prójimo como
centro esencial de la ley. Todo ha de fundamentarse, ”radicarse”, en el
amor a Dios y al prójimo. Eso era algo olvidado por el fariseísmo. Con tantas
normas, preceptos y mandatos, se olvidaba lo fundamental.
2º. Además, Jesús
unifica y equipara los dos mandamientos.
Que el segundo sea “semejante” al primero no significa que el amor
al prójimo sea un mandamiento de segundo rango, con respecto al amor de Dios,
sino que posee una centralidad semejante al primero. La práctica del primer
mandamiento, el amor a Dios, se verifica y se hace demostrable a través del
cumplimiento del segundo.
Amor a Dios y amor al prójimo: no son separables ni
intercambiables. « Si alguno dice: ‘‘amo a Dios'', y aborrece a su hermano, es un
mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a
quien no ve » (1 Jn 4, 20)… Lo que se subraya es la inseparable relación
entre amor a Dios y amor al prójimo. Ambos están tan estrechamente
entrelazados, El versículo de Juan se ha de interpretar más bien en el sentido
de que el amor del prójimo es un camino para encontrar también a Dios, y que
cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios».
( Benedicto XVI Deus caritas est n.16)
APLICACIÓN
También a nosotros nos
puede pasar. Podemos andar perdidos, perplejos, hasta atormentados, frente
tanta norma, precepto, costumbre o ante el relativismo, para el que todo es
relativo y nada definitivo y fundamental. Jesús nos dice hoy que el amor a Dios
y al prójimo es el principio fundamental
conforme al cual debe revisarse siempre la vida cristiana.
¿Qué es para mí lo
primero en la vida? ¿Qué es lo que más me importa sobre todas las cosas? ¿Se
verifica (se hace verdad) mi amor a Dios en el amor al prójimo? ¿Vivimos con esa intensidad con que vivió Jesús su
relación con Dios (obediencia absoluta)
y con los demás (servicio absoluto)?
¿qué límites o “rebajas” nos ponemos?
Feliz
domingo
SMR
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