viernes, 2 de noviembre de 2018


DOMINGO XXXI T.O.(B)
EVANGELIO  Mc 12,28‑34

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: « ¿Qué mandamiento es el primero de todos?»
Respondió Jesús: «El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es éste: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que éstos». El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios». Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios». Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

REFLEXIÓN

Un escriba (un experto en la Ley) pregunta a Jesús ¿cuál es el mandamiento primero de todos. La pregunta tiene mucho sentido en el contexto judío, en el que había hasta 613 mandamientos que regulaban la observancia de la Ley de Dios. De ellos, 365 eran prohibiciones y 248 obligaciones. Era lógico preguntarse: qué es lo central, lo primero y principal, lo fundamental y esa, precisamente, fue la pregunta del escriba a Jesús.

Jesús respondió citando dos textos del Antiguo Testamento: del Deuteronomio 6,4-5, la plegaria llamada Shemá (= “Escucha”), que se recitaba dos veces al día; y del Levítico 19,18, el amor debido al prójimo. La enseñanza de Jesús, nos remite al papel  fundamental que Dios y el prójimo juegan en nuestra vida

Lo nuevo de la respuesta de Jesús reside en estos aspectos: 

. El Señor sitúa el amor a Dios y al prójimo como centro esencial de la ley. Todo ha de fundamentarse, ”radicarse”, en el amor a Dios y al prójimo. Eso era algo olvidado por el fariseísmo. Con tantas normas, preceptos y mandatos, se olvidaba lo fundamental.

2º. Además, Jesús unifica y equipara los dos mandamientos.  Que el segundo sea “semejante” al primero no significa que el amor al prójimo sea un mandamiento de segundo rango, con respecto al amor de Dios, sino que posee una centralidad semejante al primero. La práctica del primer mandamiento, el amor a Dios, se verifica y se hace demostrable a través del cumplimiento del segundo.
Amor a Dios y amor al prójimo: no son separables ni intercambiables. « Si alguno dice: ‘‘amo a Dios'', y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve » (1 Jn 4, 20)… Lo que se subraya es la inseparable relación entre amor a Dios y amor al prójimo. Ambos están tan estrechamente entrelazados, El versículo de Juan se ha de interpretar más bien en el sentido de que el amor del prójimo es un camino para encontrar también a Dios, y que cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios».    ( Benedicto XVI Deus caritas est n.16)

APLICACIÓN
También a nosotros nos puede pasar. Podemos andar perdidos, perplejos, hasta atormentados, frente tanta norma, precepto, costumbre o ante el relativismo, para el que todo es relativo y nada definitivo y fundamental. Jesús nos dice hoy que el amor a Dios y al prójimo es el principio  fundamental conforme al cual debe revisarse siempre la vida cristiana.
 
¿Qué es para mí lo primero en la vida? ¿Qué es lo que más me importa sobre todas las cosas? ¿Se verifica (se hace verdad) mi amor a Dios en el amor al prójimo? ¿Vivimos con esa intensidad con que vivió Jesús su relación con Dios (obediencia absoluta) y con los demás (servicio absoluto)? ¿qué límites o “rebajas” nos ponemos?
Feliz domingo
SMR


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