jueves, 22 de noviembre de 2018


DOMINGO XXXIV T.O. (B)

EVANGELIO: Jn 18,33b-37

En aquel tiempo preguntó Pilato a Jesús: -¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús le contestó: -¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?
Pilato replicó: -¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?
Jesús le contestó: -Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.
Pilato le dijo: -Conque ¿tú eres rey?
Jesús le contestó: -Tú lo dices: Soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.

REFLEXIÓN
Concluimos el año litúrgico con la fiesta de Jesucristo Rey del universo. La fiesta fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de Marzo de 1925. Posteriormente se sitúo en el último domingo del año litúrgico, de este modo, se resalta la importancia de Cristo como centro y culmen de toda la historia universal.

El título de Rey, aplicado a Cristo, no siempre ha sido bien interpretado. A veces, se ha presentado a Cristo como uno de lo reyes de este mundo, con cetros, coronas, mantos, tronos, etc.  Se ha mundanizado la realeza de Cristo, lo cual no concuerda con lo que de él nos dicen los Evangelios.

En el Evangelio de hoy Jesús afirma que su reino "no es de este mundo". A veces la frase de Jesús:Mi reino no es de este mundo” ha servido para crear una visión de Cristo, y del cristianismo, ajenos a este mundo. Y se ha pensado  que cuanto más entregado vive uno al Reino de Cristo, menos se debe comprometer en asuntos de este mundo. Es una falsa interpretación del Reinado de Cristo, que, no es de estilo  mundano,  pero no es ajeno  a este mundo. Un mundo al que, lo olvidemos, “Dios amó tanto que le entregó a su Hijo”.

Por el Bautismo los cristianos participamos de la realeza de Cristo.  “Por su pertenencia a Cristo, Señor y Rey del universo, los fieles laicos participan en su oficio real y son llamados por Él para servir al Reino de Dios y difundirlo en la historia. Viven la realeza cristiana, antes que nada, mediante la lucha espiritual para vencer en sí mismos el reino del pecado (cf. Rm 6, 12); y después en la propia entrega para servir, en la justicia y en la caridad, al mismo Jesús presente en todos sus hermanos, especialmente en los más pequeños (cf. Mt 25, 40).” (Exhortacion Christifideles laici  n. 14)

En consecuencia: Ni la salvación es algo que sucede sólo en el otro mundo, ni ser cristiano es privatizar la fe y dedicarse solamente a buscar la felicidad más allá de la muerte olvidándose de esta tierra. El cristiano vive en el mundo aunque sin hacerse mundano, porque el Reino de Cristo no pertenece al sistema injusto de este mundo. Su realeza tiene otro origen y fundamento completamente distintos. Su reinado no se impone con armas, poder o dinero. Es un reinado que crece en este mundo desde la verdad y la vida, la santidad y la gracia, la justicia, el amor y la paz; Pero, Jesús es un rey que «ha venido a este mundo»,  y su reino de amor y justicia debe crecer ya en medio de los hombres, en sus vidas e instituciones,  en sus luchas y sus problemas. En el mundo pero sin ser mundanos
Feliz domingo.
S.M.R. 



























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