domingo, 15 de diciembre de 2019
viernes, 20 de septiembre de 2019
Domingo
XXV T.O.(C)
(Lc 16, 1-13)
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Un hombre rico
tenía un administrador y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo: ¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el
balance de tu gestión, porque quedas despedido. El administrador se puso a
echar sus cálculos: ¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para
cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para
que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su
casa. Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo, y dijo al primero:
¿Cuánto debes a mi amo? Este respondió: Cien barriles de aceite. El le dijo:
Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe «cincuenta».Luego dijo a otro:
Y tú, ¿cuánto debes? El contestó: Cien fanegas de trigo. Le dijo: Aquí está tu
recibo; escribe «ochenta». Y el amo felicitó al administrador injusto por la
astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más
astutos con su gente que los hijos de la luz. Y yo os digo: Ganaos amigos con
el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas
eternas. El que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar;
el que no es honrado en lo menudo, tampoco en lo importante es honrado. Si no
fuisteis de fiar en el vil dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si
no fuisteis de fiar en lo ajeno, lo vuestro, ¿quién os lo dará? Ningún siervo
puede servir a dos amos: porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o
bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios
y al dinero.
REFLEXIÓN
Hemos
escuchado la Palabra de Dios. Vamos a reflexionar sobre ella para ver qué es lo
que Dios nos dice a todos y a cada uno
de nosotros, para que penetre en nuestro corazón y transforme nuestra vida.
La primera lectura es del profeta Amós.
Un hombre sencillo, que era pastor y cultivador de higos. Amos veía la riqueza
de unos y la pobreza de otros y le dolía la actitud que los ricos y poderosos
adoptaban con los más necesitados. Un día, dejó su trabajo y se echó a los
caminos denunciando las injusticias, atacando con dureza la actitud de los
opresores y defendiendo a los débiles y oprimidos. Decía que la conducta de los
opresores ofendía también a Dios; que el Señor quería el bienestar para todos,
que nadie pasara hambre, que todos tuvieran lo necesario para vivir, que el
compartir era un mandato irrenunciable. Tendríamos que meditar despacio las
palabras del profeta y obrar en consecuencia.
La segunda lectura, de San Pablo a su
amigo y discípulo Timoteo, ha hecho referencia a la oración que, como creyentes, estamos llamados a hacer por todos:
también por aquellos que están constituidos en autoridad. Recemos por todos,
pues Dios quiere que todos los hombres se
salven y la oración hará posible que eso sea una
realidad.
En el Evangelio Jesús enseña cuáles
han de ser las actitudes, del que
quiera ser su discípulo, ante el dinero y el uso de los bienes
materiales.
La parábola del administrador corrupto y
astuto resulta sorprendente, pues
parece presentar como modelo a una persona que obra injustamente. El
protagonista es un administrador que, por su mal comportamiento, va a ser
despedido del trabajo.
Ante el futuro
incierto que se le presenta piensa en cómo hacerse amigos que le ayuden el día
de mañana, cuando quede sin empleo. Para ello
modifica los estados financieros y falsifica las facturas y recibos de los deudores de su
amo disminuyéndoles la deuda. Era de esperar que el amo, al enterarse,
condenará su actuación, y sorprendentemente “El amo tuvo que reconocer que su mal
administrador había procedido con astucia. Pues los que pertenecen a este mundo
son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz”
La parábola no alaba ni el derroche, ni la estafa del administrador.
Jesús no hace un juicio moral sobre su conducta, que evidentemente no es
correcta. Lo que Jesús alaba es su astucia y capacidad de previsión. El
administrador no es un modelo. Pero, hay
una actitud en la que puede considerarse modelo. Este hombre utiliza el dinero
para conseguir amigos que le ayuden en el futuro difícil que le espera. Y esa
es la lección que saca Jesús: También los "hijos de la luz" deben
ser previsores de su futuro, y emplear los bienes para ganarse amigos: los
pobres, que un día les reciban en las moradas eternas. Jesús nos
pide que imitemos la astucia de este hombre, no para asegurarnos un futuro
material, sino para entrar en el Reino
de Dios.
A la parábola siguen tres dichos cortos sobre la actitud
del discípulo ante los bienes materiales y cómo usarlos correctamente. Los tres
pueden resumirse en la conclusión: “Nadie puede servir a Dios y al dinero”.
La lección de hoy es: Jesús nos dice que el dinero y los bienes materiales -aunque sean
necesarios para vivir- siempre incluyen el peligro de esclavizarnos,
obsesionarnos y hacernos unos egoístas que olvidan a Dios y a los hombres. El
seguidor de Jesús está llamado a utilizar los bienes para compartir,
especialmente con los más necesitados, ellos han de ser los que nos reciban en
las moradas del Reino eterno. Esa es la única rentabilidad que nos puede dar el
dinero de cara a nuestro futuro eterno. ¡Invierte!
Secundino Martínez Rubio.
sábado, 7 de septiembre de 2019
LA UNIDAD PASTORAL DE MANZANARESEl Sr. Obispo con arreglo a derecho (c.515§2) ha decidido erigir canónicamente la Unidad de Acción Pastoral de Manzanares que estará constituida por las parroquias de LA ASUNCIÓN DE NUESTRA SEÑORA, Y NUESTRA SEÑORA DE ALTAGRACIALA UNIDAD DE ACCIÓN PASTORAL (UAP) DE MANZANARES es la agrupación estable de las dos parroquias de la ciudad que, manteniendo su actual condición jurídica y administrativa, y atendidas por un grupo de sacerdotes de manera solidaria, con la participación activa de los seglares y consagrados, tiene como fin caminar hacia un NUEVO MODELO DE ACCION PASTORAL, que favorezca la acción misionera y la unidad de criterios pastorales, teniendo en cuenta los retos que plantea el anuncio del Evangelio en las circunstancias actuales y que no pueden ser respondidos adecuadamente por cada parroquia actuando por separado, por lo que deberán funcionar como si fueran una sola Parroquia en muchos aspectos. (Cf. CIC c.515§2)ELEMENTOS A DESTACAR1.-“Agrupación estable de las dos parroquias manteniendo su actual condición jurídica y administrati-va”: ¡Que no se suprime ninguna!
2 “Atendidas por un grupo de sacerdotes de manera solidaria”, no son los de la Asunción y los de Altagracia, son los de la Unidad Pastoral de Manzanares, lo mismo de una parroquia que de otra.
3. Con la participación activa de los seglares: Esto no es una cosa solo de los curas, que se hace porque hay pocos curas, sino porque se necesita caminar a un nuevo modelo Pastoral que exige la aportación de todos.4. También de la vida consagrada a la que hemos de reconocer y respetar su significatividad en la evangelización, pues si nuestra Iglesia de Manzanares prescindiera de la vida consagrada, se empobrecería y correría el riesgo de ver muy debilitado su espíritu misionero (Cf. Vita consecrata 48).5. Con el fin de caminar hacia un NUEVO MODELO DE ACCION PASTORAL, que favorezca la acción misionera y la Unidad de criterios pastorales. La razón fundamental no es que faltan sacerdotes, sino que tenemos que llevar adelante un nuevo modelo pastoral.6. Estructura de la UAPØEquipo de sacerdotesØConsejo de pastoral de la unidad formado por los sacerdotes y representantes de las diversas comisiones pastorales.ØComisiones de cada acción pastoral
2. Catequesis :Niños- adolescentes-Adultos1. Pastoral Familiar:
3. Liturgia:
4. Acción Caritativo-social
Pastoral de la Salud-Manos Unidas etc.
5. Juventud
6 . Ect……..
- Consejo de Asuntos Económicos de la UAP
VENTAJAS Y DIFICULTADESEntre las dificultades:· El vértigo ante lo desconocido• Dejar “nuestras seguridades”• La conversión que pide• El rechazoEntre las ventajas o aspectos positivos:• Signo de comunión• La corresponsabilidad• El papel de los laicos en la acción pastoral• La unidad de criterios• Una oportunidad y un reto• La unión hace la fuerza
Lo más importante“Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles” (SALMO 126)¡¡¡ O R A D!!!
viernes, 3 de mayo de 2019
sábado, 13 de abril de 2019
domingo, 31 de marzo de 2019
DE CUARESMA ( C )
EVANGELIO Lc 15, 1-3. 11-32
"Todos
los publicanos y los pecadores se acercaban a escucharle. Y los fariseos y los
escribas murmuraban entre ellos: «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.»
Jesús les dijo esta parábola: «Un hombre tenía dos hijos; El menor de ellos
dijo al padre: `Padre, dame la parte que me toca de fortuna.' El padre les
repartió los bienes. No pocos días después, el hijo menor, juntando todo lo
suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo
perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre
terrible y él empezó a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a una
habitante de aquel país, que lo envió a sus campos aguardar cerdos. Le entraban
ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie
le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo: ` ¡Cuántos jornaleros de mi
padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me
pondré en camino a donde está mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el
cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo: trátame como a uno de tus
jornaleros.' Se puso en camino adonde estaba su padre: Cuando todavía estaba
lejos, su padre lo vio y se conmovió; y echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le
dijo: `Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme
hijo tuyo.' Pero el padre dijo a sus
criados: ` Sacad enseguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la
mano y sandalias en los pies. Traed el ternero cebado, matadlo, celebremos un
banquete; porque este hijo mío estaba
muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado. Y empezaron el
banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó
la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.
Este le contestó: Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado,
porque lo ha recobrado con salud. Él se indignó y se negaba a entrar; pero su
padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: Mira: en tantos
años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has
dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha vuelto ese
hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero
cebado. El padre le dijo: Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es
tuyo; deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido,
estaba perdido y lo hemos encontrado.”
REFLEXIÓN
El Evangelio nos
presenta la parábola del Padre
misericordioso, dispuesto a perdonar y que siempre nos espera. Lo primero
que llama la atención es la tolerancia del Padre ante la decisión del hijo menor
de irse de casa. Podría haberse opuesto. Sin embargo, le deja en libertad. Así
actúa Dios con nosotros: nos deja libres, también cuando usamos la libertad
para equivocarnos.
El Padre
tiene dos hijos y el menor quiere independizarse. Un día
le pidió al Padre la parte de su herencia, y se fue a organizar la vida por su
cuenta. Lejos
de la casa del Padre “derrochó
su fortuna”,y “Comenzó a pasar necesidad”. Un
día, el Padre que lo vio marcharse de casa, no de su corazón, donde ha estado
siempre, lo ve aparecer a lo lejos y se conmueve, corre a su encuentro, lo
abraza y lo besa lo acoge, lo perdona y hace una fiesta en su honor.
El hijo
mayor,
que siempre ha permanecido en casa, está indignado y protesta porque no
entiende y no comparte toda la bondad y misericordia del Padre hacia el hermano
que se había equivocado. También al encuentro de este hijo sale el Padre y le recuerda que ellos han estado siempre
juntos, tienen todo en común, pero es necesario acoger con alegría al hermano
que ha vuelto a casa.
Esto nos recuerda que cuando uno se siente
hundido por el peso del pecado, como el hijo menor, es el momento de ir al
Padre. Pero cuando uno se siente justo y soberbio, también es momento de acudir
al Padre que espera a los que se reconocen pecadores y va a buscar a aquellos
que se sienten justos.
En la parábola se
puede entrever un tercer hijo. El
que está contando la parábola. El que "siendo
de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se
despojó de sí mismo tomando condición de siervo" (Flp 2, 6-7). ¡Este
es Jesús! El rostro visible del corazón del Padre: Él acoge a los hijos
pródigos, lava sus pies sucios; Él prepara el banquete para la fiesta del
perdón. Y nos enseña a ser "misericordiosos como el Padre".
Esta es hoy LA
BUENA NOTICIA: que Dios es como el Padre de la parábola. Alguien que nos
acoge y nos perdona más de lo que merecemos, que solo quiere nuestra alegría. Que
continúa considerándonos sus hijos cuando nos hemos perdido, y viene a nuestro
encuentro con ternura cuando volvemos a Él. Y nos habla con tanta bondad cuando
nosotros creemos ser justos.
Y, por eso Jesús, que
es la imagen visible del Dios invisible,
ACOGE A LOS PECADORES Y COME CON ELLOS, que era la acusación y el motivo de
escándalo por el que Jesús contó la parábola.
En el sacramento de la
Reconciliación podemos siempre comenzar de nuevo: Él nos acoge, nos restituye
la dignidad de hijos suyos, y nos dice: ¡Quédate en paz!
Dejémonos alcanzar por
la mirada llena de amor de nuestro Padre, y volvamos a Él con todo el
corazón, rechazando cualquier compromiso con el pecado.
domingo, 24 de marzo de 2019
sábado, 23 de marzo de 2019
DOMINGO III DE CUARESMA ( C)
EVANGELIO: Lc 13,1-9
En aquella ocasión se presentaron
algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre vertió Pilato con la
de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: ¿pensáis que esos galileos
eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no;
y si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos diez y ocho que
murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que
los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no. Y si no os convertís, todos
pereceréis de la misma manera.
Y les dijo esta parábola: uno tenía una
higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador: Ya ves, tres años llevo viniendo a buscar fruto en
esta higuera y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?
Pero el viñador contestó: Señor, déjala todavía un año; yo cavaré alrededor y
le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, al año que viene la cortarás.
REFLEXIÓN
El Evangelio de este domingo tiene dos partes.
En la primera relata dos hechos
trágicos, que ocurrieron en tiempos de Jesús. El primero: el de un grupo de galileos que fueron asesinados por la
guardia de Pilato, en el templo de Jerusalén. El segundo un accidente:
el hundimiento de una torre que se estaba construyendo y que aplastó a dieciocho
personas. Dos tragedias como tantas de las que ocurren cada día en nuestro
mundo.
Ante esas situaciones la gente reacciona
achacándolas a Dios que las manda. Para los fariseos el bienestar y la
desgracia son lo que Dios nos manda según uno se porte bien o mal. Esta es una
falsa imagen de Dios. Tal vez sigue siendo el modo de pensar de muchos
cristianos. Pero, esa no es la postura de Jesús. Ese no es el Dios que predicó
Jesús.
Jesús no intenta dar una respuesta religiosa,
ni histórica, a las dos desgracias que le cuentan a Jesús. El se niega a poner
en relación las desgracias de la vida con un castigo de Dios: “¿pensáis que eran
más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no”. La tragedia de los
galileos que mató la guardia de Pilato y la de los que mueren aplastados por la
torre, no son un castigo de Dios. Esas tragedias forman parte de la vida por
el pecado del hombre y la limitación de la naturaleza.
Para Jesús
las desgracias no han de verse como castigo divino, sino como oportunidad de
conversión, son ocasiones, no para echarle la culpa a Dios de lo que ocurre,
sino para cambiar nuestra vida.
En la
segunda parte del texto Jesús presenta una parábola: la del que tenía una
higuera en su viña y, como no encontraba fruto en ella, pensó en cortarla, pero
a petición del viñador le da otra oportunidad.
De la parábola se deduce que la respuesta a la
conversión está, en el hecho de dar frutos,
pero, a la vez, nos presenta la paciencia de Dios y su empeño
por facilitarnos la tarea de fructificar.
Así es nuestro Dios, no se cansa nunca de esperarnos, siempre nos da otra oportunidad.
Tendríamos que aprovecharla, no por miedo, sino por amor a quien tanto nos
quiere y tanto nos espera. De momento sigue brillando la paciencia divina. Pero
no es cuestión de aplazar la conversión indefinidamente y responder: Mañana
le abriremos… para lo mismo responder mañana! Porque: “si no os convertís, todos pereceréis de
la misma manera”.
¿Cuántas veces ha venido Dios a buscar fruto a
la higuera de mi vida sin
encontrarlo? ¿Será necesaria una poda en
mi vida para que se renueve y revitalice? Pues… este es el tiempo de la
misericordia
Feliz Domingo
sábado, 16 de marzo de 2019
DOMINGO II DE CUARESMA ( C)
Evangelio: Lc 9,28b-36
En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a
Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el
aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos
hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria
hablaban de su muerte, que se iba a consumar en Jerusalén. Pe dro y sus compañeros se caían de sueño; y,
espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.
Mientras estos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: “Maestro, qué bien se está
aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”.
No sabía lo que decía. Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los
cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: Este es
mi Hijo, el escogido, escuchadle”. Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo.
Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que
y habían visto
REFLEXIÓN
El Evangelio de este
domingo nos relata la Transfiguración de Jesús.
Los discípulos están desconcertados porque Jesús le
ha anunciado su muerte y se resisten a aceptarlo. No acaban de entender qué
tipo de Mesías es Jesús. No acaban de entender el camino del sufrimiento, de la
entrega, el camino del Siervo, que Jesús ha elegido.
En ese contexto acontece la Transfiguración en la
que Dios confirma lo dicho en el
Bautismo: que Jesús es su Hijo amado y
que su misión pasa por la entrega de su propia persona, como estaba
escrito en la Ley y los Profetas (presencia de Moisés y Elías).
El Señor se llevó a Pedro, Santiago y Juan, y en un contexto de
oración se transfiguró. En un momento privilegiado de gracia, los discípulos
pudieron acceder a una visión más profunda de la identidad de Jesús. La transfiguración manifiesta
el destino glorioso de Jesús, que fortalece la fe desconcertada de sus
discípulos, pero, confirma lo que Jesús les ha anunciado: que el camino que
conduce a ese destino de gloria es el camino de entrega. Destino de gloria y
camino de entrega no se pueden separar.
Pedro pretende llegar al destino glorioso sin recorrer el camino de
entrega. Y se equivoca; por eso, cuando pretende hacer tres tiendas y quedarse
en la gloría, sin recorrer el camino de entrega, dice el texto: “no sabía lo que decía”. Pedro, los
apóstoles, y nosotros con ellos, hemos de comprender mejor. Por eso la voz del
cielo recomienda escuchar a Jesús. Escucharle en el monte Tabor, donde se
transfigura y manifiesta su destino de gloria, y escucharle en el monte de los
Olivos, donde asume su camino de entrega
que culmina en el monte Calvario. Los mismos Apóstoles (Pedro, Santiago y Juan)
que hoy quieren quedarse en el Tabor,
monte de la gloria, son los que le
dejan solo en el monte de los Olivos y en el Calvario, montes de la entrega.
La Transfiguración ilumina nuestra vida diaria. Nosotros también, en
nuestra vida, pasamos a menudo por momentos de desaliento, de dudas, de
cansancio. Nos resistimos a que el seguimiento del Señor, además de ser
difícil, nos complique la vida, nos pida la vida misma, la entrega no de cosas,
sino de nuestra persona. Nos martillean las preguntas ¿por qué tiene que morir
el grano de trigo para que haya espiga? ¿Por qué el camino es el servicio y no
la fuerza, el poder, el prestigio? ¿Por qué hay que “perder” la vida para
ganarla?...
Necesitamos ponernos en contexto
de oración, donde se produce la "transfiguración". Hacer silencio y
caminar a nuestro interior, recogernos y abrirnos a la Presencia que habita “de
nuestra alma en el más profundo centro”. Necesitamos escuchar. Escuchar al Hijo
amado, El nos mostrará su gloria, que nos aguarda también a nosotros y nos
refirmará en el camino de entrega para lograrla. Fundamentará nuestra vida y
nuestra muerte.
Hay que estar alerta
ante el peligro de quedarnos extasiados y querer disfrutar el destino glorioso
ahorrándonos el camino de entrega. Recuperados por el recogimiento en nuestro
interior, donde escuchamos al Hijo amado, hemos de volver a la realidad, al
mundo, a la historia, al camino de cruz, a la vida, pero ahora contemplada de
modo nuevo, llena de sentido, salvada, transfigurada.
SMR
viernes, 8 de marzo de 2019
DOMINGO I DE CUARESMA
Evangelio
Lc 4,1-13
Jesús,
lleno de Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días el Espíritu
lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo. Todo aquel
tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre. Entonces el diablo le dijo:
«Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.» Jesús le respondió: «Está escrito: No sólo de
pan vive el hombre». Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un
instante todos los reinos del mundo y le dijo: «Te daré todo el poder y la
gloria de todo esto, porque a mí me lo
han dado y yo se lo doy a quien quiero. Si
tú te rodillas delante de mí, Todo será tuyo». Jesús le respondió: «Está
escrito: “Al Señor tu Dios adorarás y sólo a él darás culto». Entonces lo llevó
después a Jerusalén y lo puso en el alero del Templo y le dijo: «Si eres Hijo
de Dios, tírate de aquí abajo; porque está escrito: “Encargará a sus ángeles que
cuiden de ti”, y también: “te sostendrán en sus manos para que tu pie no tropiece con las piedras». Jesús le
respondió: «Está mandado: No tentarás al Señor tu Dios.» Completadas las
tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.
Reflexión
Estamos en el primer Domingo de cuaresma.
Hemos escuchado el relato de las Tentaciones, que viene a ser la prueba para
saber cómo orienta Jesús su actividad y los peligros que corre en ella.
El relato de las Tentaciones de Jesús está unido
a su Bautismo. En el Bautismo, quedó
claro que Jesús es el “Hijo, el amado, el
predilecto".Había
quedado trazada su misión salvadora al estilo del mesianismo del Siervo. Un
estilo forjado en el sufrimiento solidario.
En las tentaciones se prueba ese ser Hijo, qué estilo va a tener, qué modo va a adoptar. A Jesús se le tienta con la posibilidad de ser Hijo apartándose de la opción clave de Dios, que es la Encarnación. Jesús rechaza apartarse de Dios y rechaza los modos incorrectos, pecaminosos, de ser Hijo Amado y de realizar la misión salvadora, que ha recibido del Padre. Con la respuesta a las tentaciones Jesús presenta el estilo del cristiano y de la Iglesia. También nosotros, continuadores de la misión del Reino, hemos de optar por el estilo de Dios, como lo hizo Jesús.
En las tentaciones se prueba ese ser Hijo, qué estilo va a tener, qué modo va a adoptar. A Jesús se le tienta con la posibilidad de ser Hijo apartándose de la opción clave de Dios, que es la Encarnación. Jesús rechaza apartarse de Dios y rechaza los modos incorrectos, pecaminosos, de ser Hijo Amado y de realizar la misión salvadora, que ha recibido del Padre. Con la respuesta a las tentaciones Jesús presenta el estilo del cristiano y de la Iglesia. También nosotros, continuadores de la misión del Reino, hemos de optar por el estilo de Dios, como lo hizo Jesús.
La primera tentación tiene como motivo una necesidad
material: el hambre: "Si eres Hijo
de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan". Pero Jesús
responde con la Sagrada Escritura:
"No sólo de pan vive el hombre" (cf. Dt 8, 3). Es
la invitación a utilizar el poder de ser Hijo de Dios
en provecho propio, para calmar el
hambre. Jesús es incitado a vivir para sí y sus intereses. Ese estilo se
saltaría el camino de la encarnación. Es la tentación que experimenta la Iglesia cuando confunde la
misión con sus intereses. Jesús nos enseña: Primero, a no utilizar su poder en
beneficio propio y segundo, nos enseña a
confiar en Dios y a mirar la vida de manera amplia y profunda, que va mucho más
allá de la necesidad primaria del hambre material. Hay, en nosotros, otras muchas
hambres espirituales, que solo con la Palabra de Dios pueden ser alimentadas.
La segunda tentación parte del deseo de poder
y gloria. “El diablo le mostró…todos los
reinos del mundo y le dijo: «Te daré todo el poder y la gloria de todo esto,… Si tú te rodillas delante de mí. La tentación consiste en abandonar
el camino del servicio, que Jesús ha elegido, por el poder, para vencer la oposición al mensaje. ¿No sería bueno tener el mayor poder posible y
usarlo para evangelizar? ¡Así funciona
el mundo! ¡El que no tiene poder, fracasa! Es el engaño del
poder, que Jesús desenmascara y rechaza: "Al Señor, tu Dios adorarás, y a él solo darás culto" ( Cf. Dt 6, 13). Porque la oferta del poder tiene un añadido: “Si
tú te rodillas delante de mí” "si me adoras". Y eso
supondría abandonar la confianza en el Padre, para ponerla en el poder. Es
reconocer como dueño y señor a alguien distinto del Padre. Y la respuesta de Jesús: «Está escrito: “Al Señor tu Dios adorarás y sólo a él darás culto».
La última tentación es la de la
espectacularidad. El tentador le propone una prueba espectacular: tirarse del
alero del templo. Así quedará claro si es o no el Hijo de Dios. Ante lo difícil
de la tarea se le pide a Dios que conceda al elegido un signo milagroso,
espectacular, una señal que tranquilice y haga pastoralmente rentable la tarea…
es el utilizar el espectáculo para obtener resultados espectaculares, en vez de
los frutos del camino de la encarnación y el servicio. Jesús no acepta este
camino y, citando el Deuteronomio, dice: “No
tentarás al Señor tu Dios” (Dt 6,16). Porque, en el fondo, cualquier
petición de signos y prodigios encubre una duda en la protección divina. Jesús
confía plenamente en Dios, no quiere signos ni los pide.
La tentación no es el
pecado y se puede vencer, como hizo Jesús. La tentación nos pone a prueba,
evalúa el amor que decimos tener a Dios y a los demás. Para vencerla, contamos
con la ayuda del mismo Dios. Así se lo pedimos, tantas veces, en la oración del
Padre Nuestro, cuando decimos: “no nos dejes caer en la tentación y líbranos
del mal.”
SMR
martes, 5 de marzo de 2019
MIÉRCOLES
DE CENIZA
Iniciamos
la CUARESMA. Cuarenta días de conversión y renovación. Camino hacia la Pascua. La Cuaresma tiene varios RITOS, cuyo significado profundo
hemos de conocer y vivir para no quedarnos en la repetición de actos meramente
externos, meras costumbres repetidas, y que el Señor nos pudiera decir, como dijo a
los fariseos, con palabras del profeta Isaías:” Este pueblo de me honra
con los labios; Mas su corazón lejos está de mí. (Mateo 15:8-9)
Veamos
pues algunos de los signos cuaresmales y su significado:
LA CENIZA: El rito de la imposición
de la ceniza no es un mero ritualismo externo, quiere ser el reconocimiento de nuestra condición humana,
limitada y frágil. Quiere ser un toque de atención a nuestro orgullo y
autosuficiencia. Es, sobre todo, una llamada a poner el fundamento de nuestra
existencia, no en nosotros mismos, sino en Cristo Salvador, el que puede
librarnos de la corrupción y la
muerte. Por eso, al imponer la ceniza, se dice: "Creed
el Evangelio", creed la buena noticia de Jesucristo.
La
ceniza que Dios quiere:
Que no nos gloriemos
de lo que somos y tenemos; los talentos los recibimos para servir.
Que no te consideres
dueño de nada, sólo humilde administrador.
Que aprecies el valor
de las cosas sencillas.
Que vivas el presente
Que no temas la
muerte.
PENITENCIA: Otro
Signo cuaresmal es el esfuerzo, el
combate contra el mal. Cada día, pero especialmente en Cuaresma, el
cristiano debe librar un combate, como el que Cristo libró en el desierto de
Judá, donde durante cuarenta días fue tentado por el diablo, y luego en
Getsemaní, cuando rechazó la última tentación, aceptando hasta el fondo la
voluntad del Padre. Se trata de un combate espiritual, que se libra
contra el pecado. La
Cuaresma nos recuerda que la vida cristiana es un combate, en
el que se deben usar las "armas" de la oración, el ayuno y la penitencia. Combatir contra el mal, contra
cualquier forma de egoísmo y de odio, y morir a nosotros mismos para vivir en
Dios es el itinerario ascético que todos los discípulos de Jesús estánllamados a recorrer
con humildad y paciencia, con generosidad y perseverancia.
EL AYUNO Y ABSTINENCIA: Son signos de austeridad. Algún rigor en la
comida y abstenerse de carne en ciertos días. Pero no importa tanto la
materialidad, como el espíritu. La austeridad nos hace más libres y más solidarios.
No importaría comer un poco más o un poco menos, importa el superar los vicios
y apegos y el ofrecer el fruto de tu ayuno a los hambrientos del mundo.
El ayuno y la
abstinencia que Dios quiere:
Que no seas esclavo del consumo, ni de nada.
Que no pierdas el tiempo y sepas discernir y
controlar.
Que seas solidario y generoso.
Que prefieras pasar tú
necesidad antes de que la pase el hermano
LA LIMOSNA: es fruto de la misericordia. Todo
caminar hacia Cristo implica un caminar hacia el hermano, especialmente el más
necesitado.
La limosna que Dios
quiere:
Que sea
fruto del amor. Compartir, no sólo dar lo que te sobra.
Que seas
humilde, que pidas perdón al pobre por el pan que le das
Que
luches para que nadie tenga que pedir limosna.
Que veas en el pobre a
Jesucristo.
LA ORACIÓN: es vida del alma.
Una necesidad permanente. En el tiempo cuaresmal se intensifica la escucha de
la palabra y la relación dialogal con Dios.
La
oración que Dios quiere:
Que sea íntima y auténtica, "en espíritu
y verdad".
Que dejes al Espíritu que ore en ti siempre.
Que no dejes de repetir: Abba (Padre)
Que te unas a la Iglesia orante
Que aprendas a escuchar.
CUARESMA: Cuarenta días para dejarnos encontrar por Ti Señor, para darnos cuenta de que nos
esperas a la puerta de casa. Cuarenta días para pedirte
perdón y ayunar de tantas cosas que nos sobran y otros necesitan.
Cuarenta días para escuchar más atento
tu Palabra, y dejar que sea tu Pan quien me sacie y tu perdón quien me restaure.
sábado, 2 de marzo de 2019
DOMINGO
VIII T.O. (C)
EVANGELIO Lc 6,39-45
En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una
parábola:
—¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán
los dos en el hoyo?
Un discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando
termine su aprendizaje, será como su maestro.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el
ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu
hermano: "Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte
en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo,
y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.
No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado
que dé fruto sano.
Cada árbol se conoce por su fruto; porque no se
cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón
saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa
del corazón, lo habla la boca».
REFLEXIÓN
En el evangelio del domingo pasado Jesús nos decía
cuál había de ser nuestra actitud ante los enemigos, hoy nos explica la actitud
hacia los otros miembros de la comunidad, los próximos. Lo fundamental sigue
siendo: “no juzguéis, no condenéis” a quienes piensan o actúan de forma
distinta. Para enseñar las actitudes
que debemos tener los discípulos, Jesús pone tres ejemplos:
PRIMERO: EL CIEGO QUE
GUÍA A OTRO CIEGO: Dice el Señor: “¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?
¿No caerán los dos en el hoyo?”
La vida evangélica de otras personas
puede depender de nuestra ayuda y guía. Hay que ser responsables y un ciego no es un buen guía; no debemos
ejercer de maestros de nadie sin serlo
verdaderamente; Es muy probable que Jesús se refiera más directamente a
los «malos pastores», escribas y fariseos, que tienen abandonadas a las
ovejas. Pero es una llamada a cuidar más las tareas y responsabilidades
que cada uno tenemos en la comunidad: Pastores, Responsables,
Catequistas, Animadores, Voluntarios, educadores, etc. No podemos evangelizar a
los demás si no estamos evangelizados. Se necesita estar preparado. Hemos
de ser serios en nuestra preparación y continua evangelización. La aspiración
no es ser más que el Maestro, sino parecerse a Él.
SEGUNDO
EJEMPLO LA MOTA Y LA VIGA: dice el Señor:
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no
reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano:
"Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la
viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y
entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano. Jesús nos avisa de una actitud bastante
extendida, pero muy peligrosa: el rigor con el que juzgamos a los otros suele coincidir
con la indulgencia con que nos tratamos a
nosotros mismos. Antes de ponernos a corregir a los demás, debemos hacernos una
seria autocrítica y así podremos ayudar mejor a corregir los errores ajenos.
Sin autocrítica previa no es posible la corrección. Si me considero capaz de
juzgar y condenar a los demás, me equivoco y soy hipócrita. No podemos pedir a
otros lo que uno mismo no se exige.
Tercer EJEMPLO: EL ÁRBOL Y LOS FRUTOS. Dice Jesús: No
hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada
árbol se conoce por su fruto;….El que es bueno, de la bondad que atesora en su
corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que
rebosa del corazón, lo habla la boca».
En esta última
comparación, la clave está en las palabras finales: “De lo que rebosa el corazón habla la boca”. De la persona buena nunca
saldrán críticas, juicios condenatorios ni murmuraciones; solo saldrá perdón y
generosidad. En cambio, quien critica, juzga, murmura, revela que tiene el
corazón podrido. El criterio de autenticidad del buen discípulo son los
frutos de su vida.
Jesús ha indicado a sus seguidores que
no deben enfrentarse a sus enemigos, sino amarlos, tratarlos bien, bendecirlos,
rezar por ellos. Su modelo debe ser el Padre misericordioso y compasivo,
“generoso con ingratos y malvados”. Con respecto a los otros miembros de la
comunidad, las exigencias han sido también grandes: no juzgar, no condenar,
perdonar, dar.
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